D I E Z

328 56 5
                                    

— El no merece llorar de esa forma —Magnus sirvió un poco se té en la taza de fina porcelana y, después la depositó en el plato a juego frente a su amiga—, una persona así de pura sólo debería de sonreír

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— El no merece llorar de esa forma —Magnus sirvió un poco se té en la taza de fina porcelana y, después la depositó en el plato a juego frente a su amiga—, una persona así de pura sólo debería de sonreír.

— A las mejores personas son a las que más les toca sufrir —  su amiga le tocó la mano y dio un apretón—, para así ser más fuertes.

Magnus suspiró ante las palabras de su amiga. No quería ver a Alec triste de nuevo, y se propuso hacerlo sonreír sin importar las tonterías o vergüenzas que tuviera que pasar. Tan concentrado estaba en sus pensamientos que dejó de prestar atención a la charla de su compañía, tal vez Catarina hablaba de cómo salió el evento organizado a pesar de Magnus olvidar la confirmación de la floreria para llegar al lugar y tuvieron un percance de una hora, aún después de eso, el evento fue todo un éxito. Sólo asentía en aquella conversación banal dónde el tiempo transcurrió rápido, acompañó a la albina a su hogar y se dispuso a regresar caminando, tal vez iría a tomar un trago.

Sus pies lo llevaron a un camino conocido, su corazón demandaba la dirección y su cuerpo pedía aquella calidez, su cabeza repetía una y otra vez el nombre de aquel chico de ojos azules. Sus manos temblaron al ingresar al local, no se había percatado de la hora, y todo a su alrededor no tenía sentido cuando su objetivo estaba tras aquella barra con la mirada gacha oculta tras el desordenado flequillo negro ébano, sus manos se movían con maestría tomando vasos y vaciando licor en ellos.

Parecía que perdía el control y noción de sus actos, salvo cuando aquella mirada llena de luz de poso en su ser e inevitablemente suspiro y su corazón pedía salirse de su pecho y estar en las níveas manos de Alec. Entonces Alec sonrió y todo el mundo brilló como si hubiese amanecido.

— Magnus —dijo Alec con una sonrisa, con la tristeza de días atrás oculta en sus ojos y olvidada de un momento a otro— ¿qué te gustaría tomar?

— Un Whisky.

Magnus observaba atento al bar tender. Una vez tenía su vaso en sus manos, bebió de manera lenta el contenido. Ese día no había mucha clientela, por lo que escuchó como el gerente le decía a Alec que en treinta minutos cerraban y que fuera limpiando. Una vez terminado con su tarea, Magnus jugueteo con sus anillos en gesto nervioso.

— ¿Querías decirme algo? —preguntó Alec con genuino interés.

— Sólo quería verte —contestó sincero.

Alec se sonrojo, gesto que trató de ocultar mientras se colocaba una sudadera vieja que, Magnus adivinó era de color negra aunque ahora pareciera café, aun así, Alec tiritaba de frío. Era una noche fría, estaban a nada que finalizar el otoño. Magnus quito su grueso abrigo y lo colocó en los hombros del mortal.

— No es necesaria tanta atención.

— ¿Por qué no?

Alec se hundió en sus hombros, tratando  de restarle importancia y ese acto molestó a Magnus.

— No tengo nada de especial, ¿por qué fijarse en mi?

— ¿Por qué no hacerlo? —preguntó de regreso Magnus— Te aseguró que eres interesante, además de lindo. Tienes unos ojos hermosos que contrastan a la perfección con tu cabello y ese trasero que dan ganas de apachurrarlo.

— Ma-Magnus... ¿estás coqueteando conmigo?

— Si —contestó con total seguridad disfrutando del bello sonrojo de Alec.

— Tú... Eresguapoyencantador —dijo demasiado rápido, las palabras saliendo a tropel de sus labios, esperando que Magnus no comprendiera. Para su mala fortuna no fue así.

— Con que tratando de emplear mi jugada de coqueteo —bromeo. Llegaron al departamento de Alec y éste jugó con un hilo suelto de su sudadera desgastada, se quitó el abrigo de Magnus y se lo tendió—. Me gustan más las acciones que las palabras.

Alec lo volteó a ver con los ojos abiertos de par en par, atónito. Magnus sabía lo que ocurriría, lo presentía y sus labios hormiguearon esperando el impacto de los rosados labios de Alec. En su acercamiento notó el nerviosismo de éste, sus manos temblaban y Magnus acarició su nariz con la suya, compartiendo el mismo aire, llenándose del embriagante perfume de su alma gemela. Estaba a escasos milímetros de la suavidad de sus labios, estaba tentado a probar el sabor y volverse adicto a el.

Sintió como Alec se relajaba ante su tacto y lo envolvía con su calor. Y entonces recordó que quería ir lento. No se alejó de aquel joven, tan sólo besó su mejilla por un tiempo prolongado, en el cual se torturaría por la suave piel. Se alejó, y Alec le sonrió.

— Te veo mañana.

— Está bien —Alec entró al oscuro departamento — me mandas un mensaje cuando hayas llegado a tu hogar.

Regresó a su hogar con una sonrisa de oreja a oreja. Iban por buen camino.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
An Inmortal Soul #MalecAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora