C U A T R O

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Tessa Gray era una inmortal singular

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Tessa Gray era una inmortal singular. En realidad, ella y su esposo James eran únicos en el mundo.

Cuando Magnus la conoció en el siglo XVIII, era apenas una chica de dieciséis años la cual estaba confundida por tener marcados dos nombres de dos chicos en sus clavículas:

Ke Jian Ming 
del lado derecho y 
Gwilym Owain Herondale
en el izquierdo.

Magnus nunca había conocido un caso así ni mucho menos como fue tratado. Al parecer los dos chicos tenían grabados sus nombres y el de Tessa, en pocas palabras el trio eran almas destinadas. El único problema en la relación fue cuando William murió. Desde entonces, Tessa y Jem están a la espera de su reencarnación.

En esa tarde, era inspeccionado bajo la atenta mirada de la chica; su rostro guardaba la apariencia de los veinte años pero en sus orbes color tormenta, guardaba el secreto del dolor y amor compartido por más de un siglo. Tessa era docente en Columbia University e impartia la materia de literatura avanzada, por ello, era un experta en leer las emociones a tráves de lo escrito y mejor aun, cuando Magnus no podía evitar toda la incertidumbre pasar por sus ojos mientras mostraba un rostro implacable, ella sabía lo que lo afligía.

 — Apareció —confirmó después analizarlo— ¿en qué puedo ayudarte, Magnus?

—No sé como sentirme al respecto, ¿cómo te sentirías si un nombre resplandece en algún rincón de tu cuerpo?

— Sería feliz —constestó ella—, aunque sé que no sería el mismo Will pero, su alma estaría con las personas que lo aman. ¿A qué le temes?

— A que no se enamore de mi, Tessa, a que, no me acepte y me vea como una diversión. Ya he pasado por eso.

Magnus mostró su debilidad, dejó caer aquella fachada de despreocupada arrogancia, claro que la felicidad de tener una nueva marca y que, su alma gemela había reencarnado, lo llenaba de júbilo pero la realidad le cayó como balde de agua fría al recordar tantos fallos en su relación, amores efímeros y otros donde ni siquiera lo llegaba a conocer y ya su marca solo era una cicatriz que al poco tiempo se eliminaba por completo de su piel.

—El que no sé arriesga no gana, Magnus, tú mismo me lo dijiste —la inmortal lo envolvió en un fuerte abrazo—. No olvides quien eres. Ahora muestrame  esa marca.

Magnus se separó de la chica y jaló la parte superior de su camisa cuello v revelando así el nombre en una extraña tinta azul marino. Tessa sonrió como si hubiese descubierto el mayor secreto en el mundo.

— Lo conozco —habló por fin— es mi mejor alumno.

Los ojos del inmortal se abrieron sorpresivos y se llenaron de un brillo esperanzador.

— ¿Me ayudarás a encontrarlo?

La mujer asintió.

—Lo haré, solo que indirectamente.

—¿A que te refieres?

La chica se levantó y minutos después le entregó una tarjeta con un domicilio garabateado. Magnus le dedicó una mirada inquisitiva sin entender mucho aún.

—Ve a esa dirección —la inmortal dio instrucciones — Ponte lo mejor que tengas en tu closet.

Dicho esto fue lanzado, prácticamente a la calle y a su suerte. Al menos tenía por donde empezar.

 Al menos tenía por donde empezar

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An Inmortal Soul #MalecAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora