Capítulo 4.

2.1K 179 508
                                    

 Naegi abrió lentamente sus pesados párpados con dificultad, sintiéndose algo mareado. Miró a sus alrededores y notó que se encontraba en una habitación grande, muy grande, con paredes blancas, un escritorio de madera cercana a una esquina, cortinas muy sofisticadas seguramente hechas de seda blanca y una alfombra de color azul que cubría casi todo el suelo; Al peli-marrón le costó un rato darse cuenta de su situación y entorno, por lo que se quedó cinco minutos examinando el ambiente con sus ojos antes de darse cuenta de que no se encontraba en su casa y reaccionó rápidamente.


- ¡¿Waah?! – Exclamó mientras torpemente se retorcía en la cama donde al parecer había estado durmiendo; No recordaba nada de lo que había pasado antes, y no se sentía precisamente bien, algo malo ocurría. Nerviosamente siguió viendo el entorno y se le vinieron muchas ideas a la cabeza. "¡¿He sido secuestrado?! ¡¿Por quién?! ¡¿Dónde?! ¡¿Cuándo?!"

Muchos pensamientos recorrían su mente en ese instante, no sabía qué rayos estaba pasando, ni dónde estaba, así que le entró mucho pavor en cuestión de segundos; Su mirada se dirigió a su cuerpo y notó que no llevaba puesto una ropa que hubiera visto antes, mejor dicho, una prenda completamente desconocida para él. Era una bata blanca, y ya, pero Naegi no poseía ningún tipo de vestimenta de ese tipo, por lo que llegó a la conclusión de que definitivamente lo habían raptado.

Apresuradamente se lanzó de la cama solo para darse cuenta de que sus pies estaban enredados con las blancas y delicadas sábanas, así que se cayó de nariz al suelo; Qué torpe. Gimió un poco de dolor mientras dificultosamente se quitaba las sábanas, pero posiblemente se movió mucho cuando durmió, ya que un nudo grande se había formado en su tobillo y no era muy fácil deshacerlo.

Estuvo un buen rato encargándose de las sábanas hasta que escuchó algunas voces de gente afuera y su corazón comenzó a latir en pavor; No sabía qué hacer o dónde estaba. Seguramente su secuestrador dialogaba con algún cómplice, pero Naegi no entendía por qué raptarlo a él, no era un chico para nada particular o único, pero eso no le importaba en ese instante. Rápidamente se levantó de un salto y se escondió en el lugar más ingenioso que se le pudiera ocurrir: debajo de la cama.

No era la mejor idea del mundo para escabullirse, pero mientras no lo torturen con unos cuchillos quitándole las uñas sádicamente, el peli-marrón estaba bien con morir de hambre sin que nadie se diera cuenta de su presencia. Pero al momento en que escuchó el chasquido de la puerta, su hermana Komaru se le vino a la mente, y junto a esa imagen se manifestaron muchos pensamientos paranoicos respecto a lo que debían estar sufriendo sus familiares en ese instante al ver que la noche anterior no llegó a casa o se comunicó con ellos; Un dolor punzante en todas sus extremidades lo sacó de sus pensamientos, estaba particularmente más débil de lo normal, lo cual lo dejó bastante dudoso.

- Oye, no está aquí... - Escuchó una voz femenina al momento en que veía unos tacones blancos algo altos caminar cerca de la cama, y su respiración se cortó, mientras procuraba no emitir ningún sonido.

- ¿Hm? ¿No está? – El peli-marrón se quedó en shock al escuchar esa voz masculina, era inconfundible. Byakuya Togami.

- ¿Qué tal si se despertó ya? Debe estar muy asustado, ¿No crees? – El tono de la voz femenina sonaba preocupado; A Naegi se le vino a la mente que el secuestrador raptó a esa chica y al heredero para mantenerlos en cautiverio junto a él, pero eso no fue suficiente para reunir el valor que necesitaba para darse a conocer saliendo de la cama.

- Hmph, iré a buscarlo, no te atrevas a moverte de aquí. – Dicho esto, el peli-marrón vio como las pisadas del heredero se aproximaban a la puerta por la que había entrado hace menos de un minuto. El chico suertudo, quién seguía escondido debajo de la cama, no sabía qué acción debía tomar para salir de esa situación; La alfombra que cubría el suelo estaba bastante helada, pero sorprendentemente limpia, sin una sola partícula de polvo que pudiera ser divisada a vista simple. Naegi frunció el ceño en señal de poca complacencia en cuanto sintió un dolor bastante fuerte en su pecho y se tapó la boca con la palma de su mano derecha, intentando no explotar.

[DESCONTINUADA] Antes del día (Naegami) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora