Capítulo 5

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 - Hermano, no tengas miedo de revelar quién eres o de aceptarlo tú mismo... Buenas noches. – Se escuchó un pequeño sonido que indicaba la puerta siendo cerrada y el rubio suspiró dificultosamente mientras se retiraba las gafas, sentado sobre el borde de su blanca y ordenada cama; Shinobu sabía que su hermano se encontraba en un estado de negación mental ante ese chico peli-marrón que conocía hace un relativo corto tiempo, a pesar de que cabía la posibilidad de que solo sentía un deseo de crear amistad con él, ella solo quería que Togami fuera feliz, o al menos sincero con él. El heredero dejó las gafas sobre una pequeña mesa de noche que se encontraba a su lado y colocó sus brazos sobre sus rodillas, filosofando profundamente respecto a su compañero de equipo.

Obviamente era un simple plebeyo, pero el chico de ojos azules no podía estarse reacio al interés que este le provocaba; Es cierto que nunca tuvo un amigo real en su vida, solo la compañía de Shinobu y de vez en cuando sus padres, así que podía tratarse de ansiedad social. Colocó la palma de sus manos sobre su cara durante unos segundos para luego recostarse sobre el colchón, bastante exhausto. Se quedó observando el gran techo con su camisa desabrochada y solo los pantalones puestos, suavizando más sus emociones y expresiones, su habitación era el único lugar donde podía abrirse a sí mismo y reflexionar sin problemas. Ya el chico de ojos avellana había abandonado la casa, pero no de la forma esperada.

En algún punto del día, cuando arreglaba la habitación del heredero, se puso bastante nervioso y se colocó sus arrugadas ropas frenéticamente antes de salir por la ventana, no sin antes dejar una nota que decía "Me fui a mi casa, gracias por los cuidados" en una caligrafía algo decente.

- "Tch, ese chico..." – Suspiró otra vez mientras colocaba dos de sus dedos entre el entrecejo y lo masajeaba de forma frustrada, sintiéndose un poco somnoliento repentinamente. ¿A qué había sido arrastrado? ¿Qué debía hacer? Se levantó para estirar los músculos y terminó de alistarse, librándose de sus pensamientos de una vez por todas, era algo nuevo para él dar tanta cantidad de su tiempo a un chico, cosa que lo hacía sentir demasiado nervioso. Se desplomó sobre el colchón y se acostó, colocándose las sábanas encima, viendo la brillante lámpara que iluminaba su cara con sus pupilas algo perdidas, quedando hipnotizado por el esplendor que reinaba en la oscura habitación. Bostezó involuntariamente, finalmente decidiendo apagar la luz y olvidarse de todo hasta mañana, cuando volvería a ser la misma persona de siempre...

...

- ¿Hermano...? ¡Hermano! – Komaru saltó sobre Naegi en cuanto lo vio atravesando la puerta con una pequeña sonrisa en su cara.

- Haha, hola Komaru. – Saludó tímidamente mientras recibía los abrazos y muestras de cariño que le estaba dedicando su hermana. – Perdón por llegar de esta forma, es que estaba-

- En la casa de tu compañero de estudio, ¿Verdad? – Sonrió pícaramente mientras le guiñaba un ojo a su hermano, agarrando su teléfono móvil de la mesa para mostrarle el registro de llamadas al chico. – Su hermana me contactó, ¡Es una chica muy amigable! Y bien... ¿Quién es ese compañero de estudio? ¿Por qué no me habías hablado de él? – Se acercó más al suertudo mientras armaba un puchero y coloraba sus mejillas en respuesta a la ignorancia que había estado manteniendo respecto a Togami.

- A-Ah, n-no es nadie importante... - Bajó la cabeza mientras le sonreía torpemente a su hermana, y giró la mirada. - ¿Q-Qué hay para comer? Tengo algo de hambre...

- ¡Hermano! ¡No me quieres decir! – Infló las mejillas mientras empuñaba las manos de nuevo, pero luego perdió la compostura y se echó a reír. - ¡Aunque no importa! ¡Lo conoceré algún día! He preparado curry delicioso para cuando mamá y papá lleguen. – Sonrió mientras ajustaba su delantal rosado de cocina y se dirigía a esta para terminar con su preparación, tarareando una canción pop que seguramente escuchó por la tele. Mientras tanto, Naegi se dejó caer en el sofá de la sala al momento en que exhalaba fuertemente, dando a entender su cansancio provocado por todas las cosas ocurridas; Se sentía algo confundido y exhausto, todo el rumbo de su vida estaba cambiando de forma alarmante y era un golpe fuerte para el chico, quien no estaba acostumbrado a este tipo de acontecimientos. Él estaba acostumbrado a ser una persona más del montón, sin hobbies o gustos muy peculiares o únicos, sin más atención de la que le gustaría obtener, sin una actitud demasiado única o sin una vida muy interesante, y así solía ser, pero de repente llegó ese chico rubio... ¿Qué está pasando? ¿Por qué sentía un sentimiento tan extraño cada vez que pensaba en él? Ni siquiera podían considerarse amigos, solo eran pareja de estudio... ¿Verdad?

[DESCONTINUADA] Antes del día (Naegami) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora