En todo el mundo, hombres y mujeres débiles, enfermos y privados de su vitalidad, buscan la salud y la fuerza. Miles y miles sufren sin cesar, esperando que alguien les traigan la salud encerrada en una botella.
Pero la salud real y duradera nunca se encuentra en cajas de píldoras o en botellas de medicinas. Hay un método –y sólo uno– para ganarla y conservarla. Ese método consiste en usar el poder de la Mente Inconsciente.
Durante mucho tiempo los doctores se burlaron de tal idea. Ahora confiesan que los desordenes nerviosos, y aún los desordenes funcionales, pueden ser curados por la mente. Y los doctores mas progresistas e inteligentes confiesan que el poder de la mente para curar enfermos es prácticamente ilimitado. El Dr. Walsh, del Colegio Fordham, ha dicho: "Un de las enfermedades curadas por medio de la influencia mental mostrará que sus resultados han sido mas sorprendentes en enfermedades orgánicas, que en las nerviosas o funcionales.
Todos sabemos que lamente tiene cierta influencia sobre el cuerpo, puesto que todos han visto a otros palidecer de miedo o enrojecer por la ira. Todos han sentido la agitación del corazón causada por el miedo o por la emoción. Esas y cientos de otras pruebas de la influencia de la mente sobre el cuerpo son bien conocidas, y nadie podrá negarlas.
Pero lo que no todos saben es que nuestros cuerpos enteros son nada mas que la expresión exterior de nuestro pensamientos. Nos sentamos en una corriente de aire, y nuestra educación nos enseña que debemos tener un catarro o una fiebre; por consiguiente, tenemos un catarro o una fiebre. Comemos algo que alguien nos ha dicho que es indigesto, e inmediatamente sentimos los dolores de la indigestión. Vemos llorar a alguien, y nuestros ojos se llenan de lágrimas. Vemos bostezar a alguien, y tenemos que seguir su ejemplo. Oímos hablar de influenza, de viruelas, y el temor de ellas las hace reales, y nosotros también las tenemos. Es el miedo de esas cosas lo que les da su poder sobre nosotros. Hemos sido enseñados a pensar que algunas enfermedades son contagiosas, y la sola vista de una persona enferma nos hace temer el contagio, cuando la verdad, el peligro está en el miedo y no en la enfermedad.
¿Te has lastimado alguna vez un miembro, o un dedo, de manera que creías no poder moverlo? ¿Y luego, bajo de la influencia de alguna emoción te has olvidado de él para luego encontrarte moviendo el dedo o el miembro como si nada hubiera pasado?.
Tengo ante mi un recorte del "Times" de Londres del 29 de marzo de 1926, acerca de un hombre que había estado completamente paralítico durante seis años, y que bajo la influencia de una emoción violenta subió corriendo las escaleras sin ayuda de ninguna clase. Y desde ese momento la parálisis desapareció sin dejar huellas.
Volvamos por un momento a la ameba, la primera partícula de la vida animal sobre . La ameba, como lo expliqué en el primer capítulo de este libro, es la forma mas baja de la vida animal. Una clase de pez gelatinoso compuesto de una sola célula, sin cerebro, sin inteligencia, poseyendo sólo VIDA. Nadie podría firmar que ese pez gelatinoso podría mejorarse por sí mismo; nadie podría afirmar que desarrolló una forma de vida más elevada por medio de su propia mente y sus ideas.
Y sin embargo, las formas mas elevadas de la vida se desarrollaron de esa masa gelatinosa. Pero como la ameba no era capaz de producir ese desarrollo, es indudable que alguna Inteligencia exterior ha de haberlo producido.
Pero no había otras criaturas vivientes en el mundo. La ameba era la única vid animal que había sobre la . Las condiciones del agua y de la ósfera eran tales, que muy pocas formas de animales podían haber sobrevivido. De manera que la inteligencia que desarrolló las formas mas elevadas de la vida ha de haber sido la misma que creo a la ameba, la que por primera vez trajo la VIDA a este planeta. Esa inteligencia puede ser llamada Dios, Providencia, Naturaleza, el Principio de la Vida, Mente, etc. Aquí le daremos el nombre de Mente Universal.