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La muchacha había quedado encantada con la presencia del solitario chico que había llegado cerca de las diez de la noche, este era tan silencioso que ni siquiera se percataba de lo que había alrededor, pero cuando corrió a pedirle su orden, se sintió esperanzada. Coincidiendo que su turno estaba acabando, decidió seguirlo. Ya no podía estar equivocada.

—¿Por qué me estás siguiendo? —Habló él con autoridad, sin soltar la vista de aquella mujer que ni siquiera mostraba miedo.

—Sé quién eres. —Respondió la chica y él sintió que la piel se le estremeció ante sus palabras. No entendía que conocimientos tenía sobre él, pero si sabía algo más, estaba acabado. —Sé que tú eres quién se metió a mi departamento esta madrugada. —Zayn sintió que el corazón le volvió a palpitar y asintió sin decir más.

—¿Algún problema con que lo haya hecho? —Comentó, sonando tan indiferente que ella trató de ser igual.

—¿Algún problema? Tengo muchos problemas con que lo hayas hecho, infeliz. Te metiste a mi casa a las tres de la mañana para hacer quién sabe qué cosa. —Hizo una pequeña pausa. —Tal vez eres un psicópata que le gusta observar mujeres indefensas. —En ese momento Zayn no pudo evitar reírse con ganas.

—¿Y si lo fuera qué? Te recuerdo que un psicópata no siente compasión por sus víctimas, si yo fuera tú, no hubiera seguido al maniático que está pendiente de mí. —Se burló de ella y sintió que la chica iba a sacar las garras.

—No vengas con esas idioteces ahora, quiero saber qué pasó en mi casa. —Le puso las manos en el pecho a Zayn para que se apartara y este guardó su arma. —¿Qué hacías ahí y a esa hora? —Ella se notaba totalmente enfurecida y él se obligó a hablar.

—Tuve una pequeña pelea callejera y cuando me di cuenta, estaba siendo seguido por la policía. —No diría nada más, y esperaba en silencio que ella se sintiera conforme con sus palabras.

—Bien. —Se apartó de él, empujándolo para abrir el paso y continuó su camino. Había resuelto sus dudas y descubrió que el chico de ojos hermosos existía, era suficiente para ella.

Zayn extrañado por el cambio hormonal de la chica, se limitó a guardar silencio, lo que menos quería era la exaltación y desesperación de una mujer que buscaba respuestas. Continuó su caminata, llevando sus pasos a algo más lento y tranquilo, observando de vez en cuando a la mujer que tenía en frente, y en silencio se preguntaba cómo le había hecho para dar con su paradero tan fácilmente.

El cambió de dirección y la perdió de vista, dentro de poco finalmente había llegado a su destino y sin más que hacer, se había dejado caer en su diminuta cama, olvidando por completo el tremendo día que había tenido.

Al día siguiente se despertó con el ruido de la alarma, que le indicaba que eran las 7am. Estaba agotado física y mentalmente, sentía su cuerpo tan tenso que lo único que pudo hacer fue llevarse las manos a la cara tras apagar el despertador. Había optado por seguir durmiendo, si no hubiera recibido una llamada desde un número desconocido, la cual contestó rápidamente. Era Rinaldi.

—Te necesito en media hora en mi oficina. —Habló su jefe sin darle tiempo de responder ni una cosa, no le asombró, pues estaba acostumbrado a la indiferencia matutina y prefería que fuera así, que estar fingiendo interés por un cerdo que no se merecía.

Zayn llegó antes de la hora acordado al lugar con diez minutos de ventaja. En ese momento Rinaldi lo invitó a sentarse y Zayn supo que no eran buenas noticias. El hombre encendió la televisión que pasaba la noticia de un allanamiento en un sector de la ciudad. A Malik no le quedó de otra que prestar atención.

Hidden Secrets |Z.M.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora