56. Lluvia

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Miro el reloj contando los segundos que quedan para que suene el último timbre del día, entonces el glorioso sonido suena, porque no, no es igual que los demás, este suena más glorioso o eso creo yo.

Me levanto haciendo un gran estruendo con mi silla dirigiendo miradas del profesor y de mis compañeros y recojo mis cosas para salir a comer, aunque hoy no me apetecía comer sopa... Pero como todos los lunes, Hannah, Joe, Beth, Louis y yo nos sentamos en la mesa no entablamos conversación, comemos rápido y dejamos nuestras bandejas para poder irnos antes a casa porque todos queremos volver los lunes a casa.

Doy un trago a mi vaso después de haber acabado la sopa, suspiro y me levanto con rapidez para despejar mi bandeja, en eso me encuentro a Matt.

- No has dejado ni una cucharada, parece que te han gustado- dice riendo mientras me sigue.

- Digamos que tenía hambre - le contesto mientras me despido con la mano a mis amigos.

Ambos salimos del comedor, sin decir nada, hasta que llegamos a la puerta principal... Está lloviendo, y no sólo lloviendo, está diluviando.

- Maldita sea- susurro para mí misma al acordarme que hoy, se me había olvidado el paraguas.

Matt se ríe y yo frunzo el ceño. Él enarca una ceja para después sacar un paraguas de su mochila.

- ¿Qué harías sin mí Sabrina?- me susurra mientras yo ruedo los ojos.

- Pediría un taxi- digo cruzándome de brazos.

- Lo arruinaste Sabrina, lo arruinaste - me dice riendo mientras abre el paraguas...

Por lo poco que puedo ver, es demasiado pequeño.

Yo suspiro mientras Matt se aproxima a meterse debajo del paraguas. Y noto como sus ojos avellana, con esa tez suave y relajada, me miran.

- Vamos Sabrina- dice animándome.

Yo sonrío de lado y me meto debajo del paraguas a su lado, él sonríe y ambos empezamos a caminar con dirección a mi casa.

Todo está en silencio y yo empiezo a temblar.

- Sabrina, acercate, te estás empapando- me pide y yo elevo una ceja- ni que mordiese - dice rodando los ojos.

Yo me río y me meto debajo del paraguas muy cerca de Matt, no hay distancia entre nosotros, él pasa una mano por mi cintura evitando que me vuelva a alejar pero yo insisto en lo incómodo que se siente la posición, porque verdaderamente, su cercanía llega a ser gratificante, y eso, me molesta.

Entonces empieza a hacer viento, y siento como el quita la mano de mi cintura para agarrar con más fuerza el paraguas, hasta que una fuerte corriente hace que este salga volando.

- Bien, soy bastante torpe- dice riendo mientras la lluvia empieza a caer sobre nosotros encogiéndose de hombros, su pelo se humedece a los pocos segundos haciendo que las gotas resbalen por su cuero cabelludo, bajen por su frente y se deslicen lentamente por su mentón haciéndose marcar las curvas de su rostro. Maldita sea.

Él sonríe y siento como mi corazón da un vuelco. Trago saliva.

- Creo que deberíamos correr- susurro un poco entrecortada.

- Tal vez- susurra haciendo que el pelo de la nuca se me erice aunque ya no estoy segura si es por la lluvia y el frío o por su susurro.

Él sonríe de nuevo gratificado y puedo notar como sus ojos penetrantes, me examinan de arriba a abajo y por un segundo me siento ofendida, porque sí, yo también estoy empapada y eso significa que la mayor parte de mi ropa se está pegando a mi cuerpo. Pasa sus manos por mi cintura y me acerca a él, dejo mis manos en su pecho mientras él agacha su cabeza haciendo que nuestros rostros estén a centímetros de distancia.  Él vaho sale de mis labios y de los suyos. Hace mucho frío pero yo solo siento calor. Él se va acercando con lentitud a mis labios y yo trago saliva mientras mi corazón late rápidamente y mis mejillas se mantienen calientes por el rubor ¿debería seguirle o alejarme? Entonces oigo el ruido de un coche pasar por nuestro lado...

El coche derrapa en un charco de agua y hace que Matt se empape. Matt hace una mueca de disgusto y suspira. Salvada por los motores de ese coche.

- Creo que ahora sí que debemos correr- explico alejándome de él para que la situación no se repita.

- Totalmente de acuerdo contigo- me hace entender asintiendo, sonríe maliciosamente y yo hago una mueca sin entender- ¡el ultimo prepara el chocolate caliente!- grita mientras sale corriendo.

Yo abro los ojos como platos y salgo corriendo detrás de él.

- ¡Eso no vale!- grito haciendo que él ría.

Ambos llegamos a la entrada de la casa y Matt abre corriendo la puerta, ambos entramos jadeantes por la corrida.

Él me mira victorioso.

- ¿Quién tiene que hacer chocolate caliente?- pregunta elevando ambas cejas.

- Cállate estupido- digo dándole un pequeño empujón.

Subo por las escaleras dejando mi huella de agua por el camino, después lo limpiaré entonces oigo un estornudo procedente de Matt, yo niego con la cabeza mientras sonrío.

(...)

Bajo las escaleras trotando mientras silbo una canción pegadiza que se me ha quedado en la cabeza.

- Sabrina querida- dice mi padre sonriente.

- Hola papá- le saludo, mientras me siento a su lado en la mesa principal.

Él me pasa el brazo por la espalda estrechándome contra él.

Porque yo siempre he tenido una buena relación con mi padre, él siempre ha sido lo mejor de mí, él siempre ha sido mi héroe, mi príncipe que me protege del dragón, siempre ha sido el que me sacaba las risas, él que me hacía enfadar tontamente, él era simplemente mi padre.

La madre de Matt aparece en el comedor suspirando.

- ¿Qué pasa Liz?- le pregunto con tono de preocupación aunque intento disimularlo mientras ella se apoya en la mesa.

- Matthew se ha resfriado de nuevo, es muy exagerado cuando se resfría y no entiendo cómo se ha resfriado- dice negando con la cabeza.

Si ella supiese...

- Seguro que se mejora pronto- digo negando con la cabeza.

En eso mi madre entra por la puerta del comedor silenciosamente al darse cuenta que estábamos entablando una conversación que ella no estaba dispuesta a interrumpir, ella nos regala una sonrisa indicándonos que sigamos hablando.

- El problema es que el nombrado mañana no irá al instituto- siento una pequeña punzada en el corazón pero no le tomo importancia- y por la tarde tengo que asistir al medico y no quiero dejarlo solo... Ya lo conoces, organizaría una grande- dice riendo suavemente.

- Liz querida lo siento, mañana no puedo quedarme en casa - dice mi madre suspirando.

- No importa, anularé la cita - dice haciendo una mueca de disgusto.

- No es necesario Liz- digo sonriendo- yo le cuidare- entonces mi madre y Liz mezclan miradas y siento cómo me ruborizo levemente - quiero decir... Mañana no tengo nada que hacer, no me importaría quedarme aquí mañana- corrijo rascándome la nuca.

- Muchísimas gracias Sabrina- dice Liz emocionada y yo sonrío de lado.

Teniendo en cuenta que soy un poco culpable de que se haya resfriado tengo un poco de responsabilidad en el tema.

Mi ley de murphyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora