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[ eM odnocse, sim sarbalap on nelas ]

...


Hoy te noto más apagado. —Te comento ella mientras acariciaba tu cabello con cuidado y atención.

La miraste cansado, intentado fingir un poco más de ánimo.

No es nada.

Pero no logras engañarla.

Debes descansar.

¿Me creerías si te dijera que no sé hacer eso? —Te ríes un poco de eso, nunca pensaste que de verdad estarías en la situación de necesitar tomar un descanso.

Ella aleja sus manos de ti.

Sí lo creo, pero podemos intentarlo.

Te subes de hombros.

Dime que hacer.

¿Puedes sentarte?

Eso creo. —Miraste un poco a tus brazos aprisionados, tomaste aire e intentaste levantarte un poco para dejar de estar de rodillas, con algo de suerte, lograste quedar sentado, dejando salir un pequeño gruñido de dolor.

¿E-estas bien?

Sí, me toma más fuerte si me muevo mucho es todo.

Ella acerco sus manos a acariciar tus brazos un poco, aquello no aliviaba en nada tu dolor, pero nada más la intención te conmovía por completo.

Estoy bien. —Sentías la necesidad de tranquilizarla.

¿Seguro?

Le asientes nuevamente.

—B-bueno... —Acepto ella, algo insegura, pero se movió para quedar detrás de ti, tomando tus hombros— Sólo falta que te dejes recostar en el suelo, creo que si no te mueves mucho, no te tomara más.

Confió en ti. —Le aseguraste.

Dejaste que ella tomando tus hombros te haga recostar en el suelo por completo, lo que te permitía estirar un poco las piernas después de tanto tiempo arrodillado sin descanso, pero ese alivio era pequeño comparado con la agradable sensación de verla a ella, su cabello rubio cayendo hacia ti, como una especie de cortina personal.

¿Mejor? —Te susurra.

Mejor.

Ella acerca una mano a tu rostro a acariciar tu mejilla con cariño, entre cierras los ojos, sintiéndote apreciado, tu respiración se vuelve calmada, y suspiras.

Me gusta cuando haces eso.

¿Acariciar tu rostro?

No solo eso, t-tratarme... tan... bien, quiero decir, nunca nadie... me... me ha tratado de esta forma.

Ella se detuvo.

¿De verdad?

Los pocos que saben de mi existencia no se llevan muy bien conmigo.

Ella continúa con las caricias.

Es una pena, a todos nos viene bien recibir algo de cariño.

Y en tu mente estabas considerando seriamente dar lo que fuera con tal de que sea ella quien te regalara ese cariño.

Me gustaría poder devolvértelo.

No hace falta, además... entiendo que no puedas moverte mucho.

Al cabo de un rato ella se recuesta a tu lado, sin dejar de acariciar tu mejilla en todo momento, y tú sin dejar de verla con atención.

Cierra los ojos. —Pidió ella.

Cuando cierro los ojos, desapareces.

No me moveré de aquí, lo prometo.

Te quedaste callado.

¿No confías en mí?

Dejas salir una risa.

De acuerdo, tú ganas. —Aceptas.

Ella te regala una sonrisa, y es lo último que ves antes de cerrar los ojos.

¿Sigues aquí?

Sigo aquí. —Te murmuro, y la escuchas perfectamente.


...


[ Perdición ] Fredoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora