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...


Tu piel grisácea, ahora se llenaba de extrañas marcas negras, pero ni siquiera le das importancia.

Seguías de rodillas, pero a diferencia de los últimos días, aquel cansancio no se presentaba, ni esa debilidad, seguías con la mirada baja, con lo mismo en mente; Ser libre, convirtiéndote en miedo, dejar que te consumiera por completo, deseoso de que lo hiciera más y más rápido.

Alguien toma tus cabellos con rudeza para que subas la mirada, aquel rudo agarre es compensado por una suave caricia en tu mejilla, analizándote con atención.

Ella sonríe complacida de ver tu avance.

Tu piel esta comenzado a tener unas marcas muy curiosas.

Le regresas una sonrisa arrogante.

¿Te gustan?

Je... Incluso tu humor está mucho mejor. —Se acerca a ti, rozando su nariz contra la tuya lentamente — Sólo te hacía falta un pequeño empujón.

Podías jurar que sentías incluso su cálido aliento tan cerca de ti, y eso te embriagaba de sobre manera, aquella chica te estaba entregando en bandeja de plata hacia tu locura.

Y no te importaba.

Apareces para salvarme en el último momento, mi súper woman. —Pronunciaste con tu voz tan grave y lenta, aquel tono de voz que tanto te identificaba, nada titubeos ni timidez de ningún tipo, tu seguridad y arrogancia volvían más y más.

Y ella no se siente intimidada por eso.

Espero que aprecies tu suerte, quiero ver que tanto has avanzado ¿Puedes levantarte?

Dejaste salir una risa.

Y yo creía ser el impaciente de aquí... —Te acercas más a ella, la querías más y más cerca de ti.

Intenta ponerte de pie. —Te ordena, sabiendo mantener unos malditos milímetros de separación, milímetros que no querías tener más.

Se te hace divertido tentarme así ¿no?

Quizás. —Admitió— Pero todo sería más...

La callaste al ponerte de pie de un impulso, y por fin capturar sus labios con los tuyos con una pertenencia muy notable, sus labios eran igual o hasta más fríos y sin vida que los tuyos, sin embargo eso no te importa en lo absoluto. Te estabilizas, tus brazos sin poder moverlos con mucha libertad, pero eso no te limita a hacer de las tuyas, logrando escuchar un pequeño quejido en ella al morder su labio inferior con tanto descaro intencional.

Ya me tienes de pie. —Le dijiste sin molestarte en apartarte de ella, prácticamente hablando sobre sus labios.

Sientes como ella sonríe sobre tus labios, riendo maliciosa para ti.


...

[ Perdición ] Fredoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora