Esta noche no tan oscura sigo teniendote presente, porque por mucho pasado que seas siempre seguirás siendo lo que yo quiero en mi futuro, pero mi reina, hoy es una noche especial, ¿sabes?
Sí, si que lo sabes, hoy un 11 de noviembre, hace tan solo un año, me llevaste a los Alpes, a aquella porqueria de casita que heredaste tras la muerte de tus abuelos paternos, donde las estrellas aclamaban el fulgor del cielo, y la brisa removia tú pelo dejandolo totalmente despeinado, decidí que quería tocarlo, lo deseaba, mas lo necesitaba para no abalanzarme sobre tí como un felino con su ciervo predilecto.
Las estrellas brillaban, tan independientes ellas, como el fuego de la inmunda chimenea, como la miel de tus ojos resplandecía cada vez más sobre la oscuridad que raramente nos envolvía.
Buscamos hablar, contarnos cosas que con la prestanda atención de la ciudad, jamás antes hubieramos pronunciado ni media palabra. Aquella noche lo dijimos todo, tus palabras resonaban como eco en aquella estancia y ahora, ahora sólo resuenan en mí cabeza, pero sabes qué más. Tu risa.¡ AH! mujer mía, lo que yo daría por volver a oír una sola carcajada tuya...
Limpié tus lágrimas en más de una ocasión aquella noche, temías la separación y hiciste bien en tener miedo, miranos tú allá a miles de quilometros de mí y yo aquí tan estupida acostada en este maldito cesped mirando el cielo a instantes y conjelandome las manos mientras tiemblan como temblaban entre tus piernas. te escribo una más de mis cartas que nunca seré capaz de enviar por el simple echo de ser una cobarde. Recordando cada centímetro,de tu cuerpo en llamas ardientes, recorrido aquella noche.
Tu bella humedad, ¡ah! me sabías tan salada, tan jugosa, tan sabrosa como te recordaba desde la última vez, y es que siempre recuerdo la última vez, porque quiero poder acostumbrarme al dolor continuo de tu partida, sin embargo parece que solo me acostumbraré cuando esté al límite de la muerte, donde tú, Dios, o El Diablo quieren tenerme.
Me siento perdida, en el jardín de mi casa, aún me siento perdida...
Pequeña K esta es sólo una más de mis estúpidas cartas que se que nunca podrás leer por mí absurda cobardía.