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Red Hood estaba de patrullaje. Bruce y Alfred estaban en Kansas con Clark. Tim y Conner tenían asuntos que atender con los titanes. Y Dick estaba aterrado mientras la fiebre de Iskander subía peligrosamente a los cuarenta grados.

Odiaba haber tenido que llamarlo a él. Pero Damian era el único en la mansión.

— ¿Llamaste al pediatra?

El llanto de Iskander tenía a Dick a mitad de una crisis nerviosa, la voz de Damian no le parecía más que un murmullo sin sentido al que no podía prestarle atención.

— Enfócate Richard, ¿llamaste al pediatra?

Damian nunca había tocado a Iskander y aquella noche, cuando lo tomó en brazos por primera vez, su corazón se saltó un latido ante la sensación que le hizo sentir el alma rota. Porque ese niño, iba a llamar "papá" a alguien que no era él.

Dick parecía demasiado sobre pasado por la situación, estaba aterrado por la posibilidad de que algo muy malo le ocurriera a su cachorro y además, verlo en brazos de Damian, fue demasiado para sus nervios destrozados.

El alfa tuvo que levantar la voz— Escúchame bien Richard, toma el teléfono, llama al maldito pediatra, dile exactamente lo que está pasando y luego búscame en el baño.

— ¡No! ¡Espera! ¡¿Qué vas a hacer con él?! — El alterado padre, entorpeció el camino de Damian que se detuvo y acomodó un poco mejor al niño en sus brazos.

— Voy a meterlo a la ducha con agua tibia, eso obligara a su cuerpo a regular un poco su temperatura pero es imperativo que llames al doctor, así que, cálmate, confía en mí y haz esa llamada. Yo jamás lastimaría a mi hijo.

— Iskander no es tu...

Los ojos verdes de Damian eran como las puertas del infierno cuando Dick comenzó a pronunciar aquello.

Mientras Richard se alejaba para realizar la llamada. Damian entró en el baño, abrió la regadera y se metió bajo el chorro de agua tibia con el precioso cachorro.

El cuerpo febril del niño resintió el brutal cambio de temperatura y comenzó a retorcerse un poco tratando de escapar de aquella sensación. Su llanto aumento a un punto insoportable y Damian deseo poder consumir todo ese sufrimiento y hacerlo suyo a cambio de que su hijo no tuviera que afrontarlo... porque, el cachorro era suyo ¿o no?

Con su voz mesurada de tenor, comenzó a cantaruna canción en antiguo persa, unacanción sobre un príncipe entregado porsu padre para ser criado por otro rey.

Iskander dejó de llorar.

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