diez

4.6K 389 31
                                    

Después de esa incómoda confesión ninguno de los dos dijo ni añadió nada más. Hasta la hora de la comida estuve encerrada en el que iba a ser mi cuarto por unos días escribiendo en hojas mis sentimientos y alguna que otra rima. Solía ponerme a escribir cualquier cosa cuando sentía como el mundo se derrumbaba a mi alrededor, me ayudaba a dejar de pensar en lo que me hacía sentir mal y evitaba que derramara más lágrimas. Uno nunca sabe cómo se siente de verdad a hasta que lo ve en la realidad, y con esto quiero decir que yo no sabía cómo me sentía hasta que terminé escribiéndolo. Mi terapia era escribir música, por decirlo de alguna manera.
A eso de las dos de la tarde Yoongi entró a la habitación para avisarme de que había hecho la comida. Agradecí internamente que no fuera tan cotilla como yo pues lo último que deseaba era que se acercara a leer todos los versos que se me habían ocurrido al ver sus labios vocalizar ese me gustas.
Le gustaba.
Le gustaba a Yoongi. Era tanto increíble como paradójico, llegando al punto de que no sabía si tomármelo como otra de sus pesadas burlas.

Sin rechistar me tomé todo lo que cocinó para mí. No estaba mal, es más, superó mis expectativas y me sorprendió para bien. Quise decírselo, pero no salía de mí ni una palabra, como si estuviera temporalmente silenciada por una fuerza ajena y desconocida. Gracias a Dios él no solía ser quién iniciaba nuestras largas conversaciones. Una vez le pregunté aquello, el porqué nunca intentaba hablar conmigo en primer lugar sacando cualquier tema. Me respondió que le gustaba mucho el silencio y no le parecía incómodo estar sumido en él conmigo, en el sentido de que mi sola presencia le hacía sentir igual que cuando hablábamos o reíamos por horas. Entonces se estaba burlando descaradamente de mí como siempre, pero yo no me lo tomé como tal.

Serían las cinco y media cuando me encontraba tumbada en el sofá abrazada a mi libro de Historia—asignatura que había comenzado a estudiar pues tenía examen en un par de días—viendo algo parecido a una telenovela en uno de estos canales que solo encuentras cuando estás aburrido. Llevaba oyendo ruidos que indicaban la efusividad con la que Yoongi abría y cerraba las puertas de su armario unos cinco minutos. Me había extrañado bastante a pesar de que no había mostrado aparente interés cuando se acercó a despedirse de mí despeinándome la cabeza. ¿A dónde narices tenía que ir?
Me tragué unos cuantos largos capítulos de la telenovela como si de agua se tratase. Admito que acabé metiéndome tanto en el programa que se me olvidó porqué estaba en un sofá que no era el mío apretando contra mi pecho un libro de texto.
Apagué la televisión y dejé sobre la mesa de café el libro. Caminé por el pasillo cual fantasma e hice oídos sordos cuando oí la sintonía que indicaba una llamada en mi móvil, el cual descansaba sobre la mesita de noche en mi habitación. Sería ya la quinta que vez que sonaba a lo largo del día. ¿Quién sería? ¿Taehyung o mis padres? Me sentía triste tan solo por pensar que me daba igual quién fuera, que lo único que me importaba en ese momento era llorar hasta quedar seca.
Pude haber pasado de largo el dormitorio de Yoongi e ir a apagar el teléfono que no paraba de hacer ruido, pero no lo hice. Abrí la puerta con un pequeño empujón. Anduve directamente hasta el teclado desenchufado y me senté enfrente de él no sin antes conectarlo a la electricidad. Acaricié las teclas. Pude sentir un escozor en la garganta y una estocada en el pecho cuando sin planearlo comencé a tocar Für Elise más lento de lo normal. Beethoven me recordaba a mi padre y, como no, a mi madre.
Dejé de tocar cuando se me ocurrió algo.

Muchas veces había pensado en mandar una audición a alguna compañía. Nadie—ni siquiera Taehyung—sabía que tenía ese pensamiento, lo tenía tan guardado que seguramente Yoongi tampoco podía haberlo deducido. Sí, era un estupidez pues muchas personas mandaban vídeo para audiciones por correo, pero yo sentía vergüenza hasta para eso. Mi teoría era que estar bajo el efecto de la tristeza me podría ayudar a dejar de pensar, añadiendo que tenía la ventaja de estar sola en una casa que poseía algo parecido a un piano.
Me levanté de la silla y corrí hasta dónde mi móvil se encontraba. Antes de darle al botón de grabar revisé las llamadas perdidas de mis padres y de Taehyung. Decidí mandar unos cortos mensajes explicativos a todos prometiendo estar de vuelta pronto sintiéndome más triste y mala persona que nunca. No se merecían que fuera así.

Blue | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora