—¡Navidad, Navidad, dulce Navidad!
—Llevas cantando eso desde que hemos salido de clase—murmuró enfurruñado Yoongi y aceleró el paso.
Íbamos caminando como cualquier otro día juntos a casa, con la enorme diferencia de que ya no volveríamos a hacer ese camino hasta el siguiente año, ¡estábamos de vacaciones! A pesar de todo lo que estaba sucediendo en mi vida, me era imposible ignorar lo mucho que adoraba la Navidad. Me encantaba reunirme con la familia, decorar la casa y comer hasta reventar. Al menos eso era lo que siempre había adorado desde pequeña, pues mis padres eran capaces de proporcionarme todas las comodidades que seguramente no todas las niñas de mi edad habían podido tener. Sabía de sobra que este año no iba a ser igual que los demás, y no tenía derecho de quejarme... Tampoco es que quisiera hacerlo pues entendía a la perfección la situación.
—¡Santa, no me dejes atrás!—chillé corriendo para ponerme a su lado y darle la mano.
—Eres insoportable.
—¿Qué te pasa?—pregunté haciendo un vaivén con nuestras manos—. ¿Has suspendido algo?
Suspiró y miró al suelo para luego mirarme a mí. Sus ojos eran tal vez lo que más me gustaba de su rostro—a parte de su nariz—pues aunque lo evitara, expresaba todas las emociones que no se atrevía a soltar por la boca.
—No es eso...
—Matemáticas, ¿verdad?
—No—gruñó—. He aprobado con un seis.
Dejé de hablar y apoyé mi cabeza en su hombro. Suponía que no quería hablar, así que opté por quedarme en silencio paseando a su lado para pensar. Habían dado ya una fecha para la operación de mi madre. Sería en febrero, unos días después del Seollal (el día del Año Nuevo Lunar). Mi madre insistía que quería celebrar con nosotros y todo el resto de la familia esa fiesta antes de ingresar en quirófano. Ya había dado una larga charla a mi padre para que le dejara a ella preparar ese día el tteokguk, sopa que siempre tomábamos aquel día especial para después ponernos a jugar entre los primos y tíos al yut. Sin duda me encantaba ese día, pero no podía pensar que me tendría que divertir sabiendo que mi madre aún se encontraba enferma y necesitaba intervención quirúrgica para superar su cáncer.
Por otro lado no podía dejar de pensar en Yoongi, y en todos los aspectos. En unos meses habíamos acabado siendo amigos que se gustan, y se había convertido en alguien tanto indispensable como importante en mi vida. Me preocupaba pensar dónde pasaría la Navidad, pues no parecía muy fan de la idea de irse a Daegu con su familia. Llevaba días pensando en pedirle a mis padres que lo celebrara con nostros. Sabía que ellos estarían igual de encantados que yo—aunque seguro que me tocaba fingir estar con él frente a mis abuelos y demás—, lo que dudaba era de que Yoongi quisiera venir.
—Estás muy callada—dijo Yoongi cuando pasábamos por delante de la famosa cafetería en la que pedí un café a Yoongi hacían ya tres meses.
—Solo pienso. A veces me gusta pensar y callar—murmuré soltando su mano para entrelazar nuestros brazos, de manera que pudiera abrazar su extremidad.
—Nunca pensé que te oiría decir eso... Y no sé si me gusta que digas eso—dijo con un tono extraño, por lo que me quedé mirándole sin entender para nada el fin de sus palabras—. Tú háblame de cualquier cosa y ya.
—Preludios de Chopin.
—¿Los veinticuatro?
—Sí, todos.
A unos metros se encontraba ya el portal de nuestro edificio. Por una parte quería subir a mi casa y ver a mis padres para hablar de las buenas notas que—gracias a las fuerzas místicas de por ahí—había sacado, pero por otra deseaba con todas mis ganas subir a casa de Yoongi y quedarme con él comiendo ramen o cualquier guarrería de las que guardaba en su despensa.
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Blue | Min Yoongi; BTS
FanfictionA decir verdad Hyori no podía pensar en otra cosa que no fuera en terminar su último año de instituto, ingresar en una buena universidad e intentar, si había una oportunidad, hacer una audición a ver si alguna empresa veía algo especial en ella más...