Estaba en suelo, sobre el regazo de Yoongi más específicamente, sintiendo como sus espesas y tibias lágrimas me recorrían el cuello con parsimonia mientras yo le acariciaba con delicadeza el cabello, intentando consolarle. Los sollozos llenaban la habitación y también hacían que de vez en cuando sus hombros subieran súbitamente, con pequeños espasmos. A cada instante que pasaba se aferraba más a mí, como si yo tuviera algún tipo de poder místico que pudiera terminar con su tristeza. Se escondía en mi cuello, sin evitar rozar su nariz taponada por el llanto contra mi piel y me acercaba a él con fuerza, parecía que temía que le dejara solo.
Nuestra posición era de lo más comprometedora e incómoda—nuestros cuerpos parecían uno solo de lo juntos que estaban y podía sentir sin mucha dificultad su agitada respiración en mi propio pecho—, aún así lo que verdaderamente estaba sucediendo no tenía nada que ver con lo que parecía en el exterior.No podía negar mi asombro ante la situación, pues en mis meses de amistad con Yoongi no le había visto nunca mostrar abiertamente cuando se sentía triste, a pesar de que sabía de sobra que él no era la persona más alegre y con menos angustias del mundo, más bien lo contrario. Nunca me contaba sus problemas ni lo que le atormentaba en su día a día, mientras que yo era una metralladora que soltaba a gritos aquello que le hacía sentirse mal en todo momento. Los polos opuestos se atraen y complementan, pero habría preferido millones de veces sentir un equilibro entre mis emociones y las de la gente que me rodeaba ya que me sentía una dramática de lo más patética.
Cuando había llamado al timbre de la casa de Yoongi estaba muy emocionada pues tan solo quedaban unas horas para que comenzara un nuevo año. Estaba tan emocionada que hasta tardé en darme cuenta de que Yoongi no quiso abrirme la puerta, y que tan solo lo hizo porque insistí más de la cuenta. Mi emoción se fue disipando para convertirse en un sentimiento de decepción acompañado de indignación. Sí, me había enfadado de sobremanera el hecho de que encima de tardar medio siglo en abrir la puerta, luego se fuera sin ningún tipo de explicación y con paso a firme a su habitación, mostrando que el mal humor fluía por sus venas.
Era la primera vez que me trataba mal sin motivos aparentes y me dolió, tanto que no tardé en seguirle para gritarle todo tipo de preguntas que no llegaban a ninguna parte, pues él estaba tumbado sobre su cama mirando a la nada ignorando mi presencia.
Él no estalló ni se puso a la defensiva en ningún momento, tal vez porque entendía que me había enfadado por lo mal que me había tratado.
Mi ataque de ira llegó a limites insospechados. Paré de chillar como una histérica en cuanto Yoongi se puso en pie para retarme con la mirada. El tiempo que estuvo erguido frente a mí apenas pestañeando me pareció efímero, pero dolió como si me hubiesen clavado millones de estacas en la piel. El veneno de sus pupilas era más que notable, aunque era imposible saber si era dirigido hacia mí o había otro motivo desconocido que le provocaba tanto odio.Y no supe qué hacer cuando, sin mucho esfuerzo, se rompió en mil pedazos.
Primero pude ver con claridad como su rostro se arrugaba a cámara lenta. Anduvo un par de pasos hacia atrás hasta chocar con la pared. Seguí su camino cuando comenzó a deslizarse apoyando su espalda en el límite de la habitación. No podría ser capaz de describir con palabras lo mal que me sentí al verle tan demacrado emocionalmente, y tampoco supe cómo reaccionar más allá de dejarle llorar en mi hombro.
No vi ni una lágrima, pues en cuanto me acerqué se refugió en el hueco de mi cuello con brusquedad, como un niño pequeño enrabietado lo hace en los brazos de su madre. Sentir que se estaba desplomando delante de mí era horrible, una carga muy pesada que nunca pensé que tendría el lujo de llevar.Aquel fue uno de los momentos en los que me di cuenta de lo mucho que quería a Yoongi y lo poco que me gustaba verle mal, por lo que comencé a dejar de desear saber de sus problemas. Si él quería guardárselo estaba en su derecho, yo solo quería que estuviera feliz, tal vez no decirlo en alto le hacía pensar que sus demonios eran falsos.
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Blue | Min Yoongi; BTS
FanfictionA decir verdad Hyori no podía pensar en otra cosa que no fuera en terminar su último año de instituto, ingresar en una buena universidad e intentar, si había una oportunidad, hacer una audición a ver si alguna empresa veía algo especial en ella más...