7. Llegada al escondite Akatsuki

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Sentada sobre una roca, Hazuki se peinaba su cabello con los dedos en tanto Sasori y Deidara quitaban los sellos de una enorme roca que obstaculizaba la entrada a la guarida. El viaje había llegado a su fin, ahora solo bastaba reunirse con el líder de la organización y aceptar obedientemente lo que él dijera.

Oculta bajo su inexpresividad sentía una extraña intranquilidad, como si algún mal acechara, no sabía bien que era pero no le agradaba en lo absoluto. Quizás solo era la paranoia que la aldea había infundido en ella, ese miedo a que la secuestraran o la asesinaran por el talento con el que había nacido.

Asustada se levantó de la roca y se acercó a Deidara y a Sasori quienes ya habían terminado de mover la piedra gigante, ellos comenzaron a caminar y ella con vacilación entró. Dentro estaba totalmente a oscuras y con rapidez sus ojos se adaptaron. Su mirada cayó directamente en una gran estatua y también en dos hombres parados sobre los dedos de una mano.

-Qué bueno que ya llegaron, el Líder estará ansioso de conocer a la chiquilla –murmuró Hidan observándola.

-Acércate –le dijo Deidara a Hazuki, ella asintió y se acercó de forma cautelosa sin darle la espaldas a esos dos extraños.

Sasori y Deidara ocuparon sus lugares en los dedos de aquella estatua enorme, algo de ella hacía que se le erizase la piel, ésta parecía emanar una gran cantidad de chackra, eso la hizo encogerse, Hidan sonrió con superioridad.

"Después de todo es solo una niña" pensó Hidan.

Hazuki los vio hacer algunos sellos de mano y luego aparecieron muchas personas ocupándo todos los lugares, al medio estaba quien parecía dirigir todo, luego se percató de que realmente no eran personas de carne y hueso, ni no más bien una ilusión de ellos ya que eran medianamente transparentes y solo algunos rasgos como los ojos se hacían notar, además todos llevaban la mima posición de manos. Se sintió intimidada al instante y reconoció que ella jamás llegaría hasta siquiera a los talones de alguno de ellos, si bien había logrado atrapar en una prisión de agua a Deidara había sido solo porque él no se la había ni se la tomaría enserio jamás como oponente.

-... los preparativos comenzarán al cabo de una semana como fue acordado al principio de la misión –Hazuki prestó atención a lo que el líder de la organización decía-. ¡Sasori, Deidara! Ustedes transportaran a la chica, Kakuzu e Hidan los acompañaran debido a una misión que tienen en dicho lugar, los detalles están en un pergamino que Kakuzu les entregará.

"Ahora, quiero ver a la chica".

Hazuki se acobardó por un instante pero la mirada amenazante de Sasori hizo que caminara con paso firme y expresión neutra hacia el centro de aquel lugar, quedando a cierta distancia del líder, Hazuki se sintió observada y examinada por todos, por lo que no se atrevió a mirar a nadie, sino que fijó su vista en un punto lejos de aquella guarida.

-Así que ésta es la información que Yukigakure evitó dar, está enferma –dijo aquel hombre con voz neutra, sin mostrar enojo o frustración.

Hazuki se sintió mal, su aldea había contado tantas cosas sobre ella, sobre su clan y sobre su kekkei genkai obviando el hecho de que estaba enferma, en un estado casi mortal, su aura se opacó, al final terminó entendiendo por qué su señor feudal le tenía prohibida la salida del país, había una mentira que cubrir. A pesar de esto no sintió deseos de venganza, el rencor ya estaba instalado en su corazón, pero era casi mínimo porque Hazuki no se consideraba alguien rencorosa y su aldea había tenido muchas consideraciones con ella aún a sabiendas de que su vida sería bastante corta.

-Muéstrame tu poder, quiero ver tu habilidad –ordenó aquel hombre.

Se le heló la sangre, tantos años sin practicar harían de la muestra un fiasco, pero lo intentó. Cerró los ojos y junto las manos en una posición, luego se concentró en su chackra, necesitaba sentirla fluir y luego canalizarla, le dolió el cuerpo pero logró sentirla y eso la motivó, recordó sus mejores años cuando estaba sana y era toda una promesa para su aldea.

Secuestro en el País de la NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora