6. Los hombres de capas negras y nubes rojas

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Caminaban por un sendero los dos artistas mientras una chiquilla de cabello castaño casi rubio saltaba y revoloteaba por todas partes fastidiando a uno de ellos.

Hazuki reía y murmuraba cosas a la vez que jugaba con las plantas y los árboles. Ya faltaba poco y ahora ese pequeño tramo lo recorrían a pie. Deidara se encontraba entretenido con las expresiones de la chica y mantenía su sonrisa engreída a la vez que le pegaba un par de miradas a Sasori. Este no mostraba expresiones aunque tampoco se veía complacido por la alegría de la chiquilla, realmente le fastidiaba.

—Pareces una niña —se burló Deidara.

—Yo no tuve infancia —contestó con una sonrisa a la vez que tomaba una flor y se la colocaba en el cabello.

Deidara frunció el ceño ante lo directa que era ella.

Con el sol la chica había tomado más color y su tono pálido se veía más saludable a la vez que las venas en sus manos se notaban menos. Hazuki tenía un cabello que le llegaba hasta la espalda baja ondeado y de varias capas. Lo que más llamaba al rubio en aquellos momentos eran las expresiones de ella, era una chica bastante polifacética. A veces se mostraba seria, en otras ocasiones feliz pero además podía a llegar a ser tan inexpresiva como Sasori o su rival de los ojos rojos.

— ¿No te duele hablar de tu estado casi mortal? —preguntó Deidara sin rodeos.

Sasori le miró pero no dijo nada.

Hazuki se dio la vuelta y lo observó unos segundos antes de sonreír aunque con una actitud más seria.

—He sufrido bastantes tipos de dolor, con el tiempo es como si no lo sintieras, yo soy bastante consciente de mi vida y mi salud —habló fuerte y claro sacando pecho y con una actitud de héroe.

—Tsk mocosa estúpida —dijo Sasori.

Hazuki desinfló sus pulmones y lo miró de mala manera pero recibió una mirada más escalofriante y tembló asustada. El rubio se preguntó a qué se refería con distintos tipos de dolor.

Deidara suspiró y pensó en alguna idea para divertirse. Sonrió con maldad y a sabiendas de que no faltaba nada y por esos lares ni un alma caminaba, comenzó a moldear arcilla y lanzó pequeñas arañas para que explotaran cerca de Hazuki. En cuanto explotó la primera araña la chica saltó y se posó en una rama del árbol más próximo observando como las arañas se acercaban por el viento o trepando así que comenzó a saltar de un lugar a otro mientras Sasori comenzaba a molestarse.

—Tranquilo Maestro, solo es un juego —le dijo Deidara mientras comenzaba a correr mientras creaba más figuras de arcilla.

Hazuki asustada comenzó a idear un plan, frenética comenzó a huir perdiéndose entre los árboles mientras que Deidara la seguía entretenido. Era divertido fastidiar a una chica.

Hazuki no había vuelto a utilizar chackra desde hacía tres años así que comenzó con jutsus simples.

— ¡Jutsu bola de fuego! —grito y escupió una pequeña llama.

Deidara se paró frente a ella en la rama de otro árbol y rompió a reír a carcajadas, Hazuki había hecho el ridículo con ese jutsu, en tanto la chica se recargaba en el árbol intentando recuperar aire, sus pulmones se habían obstruido un poco por su carrerilla e intento de lanzar fuego.

La chica levantó la mirada y vio como un pájaro de arcilla sobrevolaba a un metro de distancia de su cara, abrió exageradamente los ojos y saltó hacia el suelo, el pájaro explotó y por la fuerza cayó de bruces contra el suelo. Deidara bajo del árbol y sonrió.

Secuestro en el País de la NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora