Capítulo 3.

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Había pasado una semana desde que Hickman me había confesado todo y no había visto a Gerard otra vez. Resultaba que mi examen tenía un promedio del 75%, el cual, me daba un 80% en general. Me la había librado de mi madre quejándose. La razón de la falsa regularización era porque sentía lástima por Gerard, y al parecer, él gustaba de mi desde el primer grado. No sabía que era homo, quizá por esa razón le apodaban "Gerard Gay". Antes no prestaba mucha atención a lo que Gerard hacía, y en esa semana en la que decidí no volver a ir con él me di cuenta que había desaprovechado tanto tiempo sin conocerle. Tal vez si hubiera estado con Bob, Ray y yo, no hubiera sido el blanco fácil y vulnerable para la burla de todos. O quizá se burlaran de los cuatro, pero de esa manera nosotros nos reiríamos de ellos. Para mí y para Ray y Bob todos ellos eran patéticos, no conocían lo que era bueno, como los cómics o los libros, y seguro se la vivían escuchando los Top Ten de música nueva y creyéndose geniales por escuchar esas porquerías. Como dije antes: patéticos.

Para ser honesto, yo ni siquiera sabía mi orientación sexual. La novia de Bob, Wendy, gustaba de mí. El día en que ella me besó no sentí nada, entonces comencé a dudar de mi heterosexualidad. La historia con Wendy no pasó a más de una semana, y luego conoció a Bob. Después nos hicimos amigos, y se puede decir que ella es la fan número uno de nuestra banda sin nombre.

Tal vez yo también era gay, y por eso había sentido un tipo de atracción hacia Gerard. Sus ojos, sus ojos brillaban cuando sonreía y su cabello, negro, lacio y largo le caía perfectamente en su pálido rostro. Cuando se sonrojaba no podía evitar las ganas de darle un beso. Estos pensamientos rondearon mi cabeza durante los cinco peores días de mi vida, el miércoles Ray y Bob habían llegado desde temprano a mi casa, entraron por la ventana ya que el auto de mi madre estaba aparcado, y ellos no eran de su aprobación. Ray llevó un sixpack de cervezas y Bob un paquete de cigarrillos. Haríamos lo único que hacíamos bien, fumar y tomar hasta terminarnos las municiones y después entrar a ensayar o a ver televisión. Ninguno llevó comida, así que yo me ofrecí para ir por unos sándwiches a la cafetería más cercana. Sinceramente no quería estar ahí, y la razón era el idiota de Gerard.

Lo extrañaba, y sólo había pasado una hora junto a el. Necesitaba conocerle más. El miércoles transcurrió muy rápido, puesto que Ray y Bob me acompañaron. Les dije que el jueves debía hacer unas cosas, y que el viernes era el día de descanso de mi madre, así que se mantuvieron alejados de mi casa. Hoy, que era sábado, me decidí a ir otra vez a la casa de Gerard, pero estaba lloviendo. Le llamaría por teléfono.

"¿Hola?" dijo Gerard a través de la línea. Ni siquiera mi número había guardado, debía odiarme.

"Hola, Gerard. Soy Frank..¿me recuerdas? Supongo que sí. Fui muy grosero contigo la última vez, ¿tú sabías lo de Hickman? Vaya profesor, me cae bien. Sin el no te hubiera conocido y..bueno, el caso es que quería ir a tu casa pero está lloviendo y la lluvia te moja y..." ¿Qué estupideces estaba diciendo? Nunca me había puesto así de nervioso. Maldito Gerard.

"¿Qué? No entendí lo último y no sabía lo de Hickman, pero bueno, ya no importa. Explícate bien por favor." dijo entre algunas risas. Pude imaginarlo sonrojándose.

"Quería ir a tu casa, pero ya sabes, hay lluvia y no pude esperar a escucharte."

"¿Ah?"

"Es decir, no sabía si estarías libre. ¿Puedo ir a tu casa cuando la lluvia cese?"

"Claro, no hay problema. Yo también quería escucharte." Algo le pasaba a mi pene, y eso era una erección. ¿Qué carajos? Ni siquiera me pasaba eso viendo pornografía. Algo andaba mal.

"Te veo en un momento" dije y sonreí. Colgué el teléfono y luego fui a arreglar mi problema. Para cuando terminé, la lluvia ya había cesado y yo estaba preparado para ver a Gerard.

Caminé hasta su casa y me alegré mucho de que sus padres no estuvieran ahí, sería más cómodo.

Toqué el timbre y enseguida Gerard abrió la puerta. Parecía que me estuviera esperando. Me sonrojé un poco.

"Frank...hola" dijo y sonrió mientras exhalaba lentamente. Los nervios comenzaban a aparecer otra vez y yo no era capaz de formular una palabra. Lo único que hice fue levantar la mano en forma de saludo y después entré a su casa.
Él me ofreció ver una película, me dijo que le encantaba el terror y las cosas sobrenaturales, así que yo acepté.
"¿Qué película veremos?" pregunté mientras me acomodaba en su sofá. A diferencia del mío, este no estaba roto. Y su televisor era una pantalla LED.
"Posesión Infernal." dijo mientras sonreía y buscaba la película en alguno de los cajones de su mueble. Ahora sabía algo más de él. Yo amaba el terror y la sangre, sin embargo me asustaba un poco. "Supongo que está bien."
"Si no te agrada podemos ver otra cosa...eh, no lo sé, ¿alguna sugerencia?" preguntó mientras encendía el televisor.
"No no, está bien esa." dije sin parecer un cobarde que le temía a las películas de fantasmas.
"Bueno, ¿quieres algo de comer?" preguntó mientras la película comenzaba. La escena se desarrollaba en un bosque, y golpeaban a una chica.
"Como tu quieras." La misma chica era llevada a una cabaña, en donde la amarraban a un poste. Su padre la iba a matar quemándola. Luego la chica soltó algo como "Te pudrirás en el infierno", y después de eso su padre le prendió el fuego. A esas alturas ya me había aterrado lo suficiente como para nunca ir a un bosque. Quería ponerle pausa a la película y salir corriendo, pero no podía mostrarme tan débil ante Gerard.
Él llegó con un bowl lleno de palomitas de maíz, y dos coca-colas de lata. Quería un cigarro.
"¿Quieres uno?" le ofrecí mientras batallaba con mis jeans para sacar la cajetilla. Negó con la cabeza un poco apenado.
"Apuesto a que tus padres no te dejan, eh." le dije con una sonrisa, no pretendía ser grosero.
"¿Crees que me interesa mucho lo que piensen?" Soltó, un poco enojado y cogió un cigarro de golpe. Arrebató el encendedor de mis manos y encendió el cigarro. Comenzó a consumirlo, para mi sorpresa no se ahogó ni tosió.
"Deberías ver tu cara." Dijo riendo, sostenía el cigarro con su mano izquierda y con la derecha la lata de coca-cola. Dio un sorbo y la dejó en la mesa, yo encendí mi cigarro y no dije nada. Jamás me hubiera imaginado que Gerard fumaba, ¿acaso tomaría cerveza? Quizá sí, quizá no.
"¿Tan idiota me veo?"
"No, es sólo que te ves adorablemente gracioso." Dijo y sonrió mientras mantenía su vista en la pantalla. Ya no estaba poniendo atención a la película, simplemente me dedicaba a ver a Gerard y a ponerme nervioso. "Adorablemente gracioso". Nunca me habían dicho que era adorable.
"¿En serio? ¿Soy adorable?" dije y continué observando a Gerard, su perfil era extrañamente hermoso, su nariz valía más que cualquier idiota del instituto.
"A veces, no hay de que preocuparse, casi nunca haces esos gestos." Volteó a verme y dio la última calada a su cigarro.
"Supongo que eres algo así como mi acosador." Giré y miré al televisor, solté una pequeña risilla y luego le di un sorbo a mi coca-cola.
"Algo así." Apoyó su espalda contra el cómodo sillón, posó sus brazos en su pecho y los cruzó. Bostezó un poco y continuó viendo la película. Ahora el vulnerable era yo. A medida que avanzaba la dichosa película yo sentía más ganas de vomitar que una mujer embarazada. Había sangre por todas partes y todos los que quedaban poseídos tenían un rostro tan desagradable. No tenía ni la menor idea de qué hacer, ya era demasiado tarde como para decirle a Gerard que quitara eso.
Buscando una manera más cómoda de estar me recosté sobre el regazo de Gerard y ceré mis ojos antes de que pudiera vomitar.
Gerard posó su mano sobre mi cabeza y comenzó a acariciar mi cabello lentamente. La sensación era hermosa, no deseaba que terminara. Quería quedarme ahí, con Gerard, para siempre.
"No te asustes, Frank." dijo y yo abrí los ojos, lo encontré mirándome fijamente. Sus ojos avellana ahora se veían un tanto verdes, sonreía sin mostrar los dientes, y continuaba acariciando mi cabeza.
No pude controlar el impulso de besarle, así que tomé su rostro con ambas manos y lo acerqué a mí. Fusioné mis labios con los suyos, sabían tan bien. No era lo más extraordinario, tenían un tanto el sabor a coca-cola, pero el hecho de que era Gerard lo convertía en la mejor sensación del mundo.
Cuando el beso terminó Gerard sonrió, se sonrojó tanto y me pareció la cosa más hermosa del universo.
Le abracé, y el correspondió a mi abrazo. Disfruté de su olor y hundí mi rostro en su hombro.

Opposites? | FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora