4. Una tutoría.

4K 247 44
                                    

Desde el incidente del pañuelo había pasado una semana, y aún no salía de mi sorpresa. Aquel día no dejé de observar al hurón como una verdadera psicópata, consternada por su extraño arranque de amabilidad, pero él parecía no notarlo, andaba definitivamente en otro mundo.

Lo vi mover los labios como si estuviera hablando solo, otras veces reía como si alguien le hubiera contado un chiste, y más veces tenía pintado en el rostro una mueca de verdadero terror. La gente parecía no percatarse del punto, pero yo, en mi afán de acosadora, había anotado mentalmente cada movimiento.

Esa la noche al llegar a la casa, me encerré en el baño y extraje el pañuelo de mi bolsillo, tratando de limpiarlo con todos los hechizos que se me ocurrieron. Ron golpeaba la puerta preocupado por la demora, y odié tener que mentirle e inventar que me había enfermado del estómago. Me sentía casi como una delincuente con tanto secreto, pero ellos jamás me creerían que Malfoy tuvo de la delicadeza de ayudarme, y es más, de seguro pensarían que sangré precisamente por su culpa. Había que evitar cualquier conflicto a toda costa. De eso dependía mi frágil tranquilidad espiritual.

Ahora estaba otra vez en las mismas, observándolo en la hora de almuerzo, viendo como era la única persona del lugar que no se echaba bocado, mientras los chicos a mi lado no paraban de tragar como si fuera su último día de vida. Con una excusa barata me levanté de mi puesto y caminé simulando estar distraída hasta llegar a la mesa del magnífico hurón botador, que estaba atrincherado en una esquina alejado del resto, mirando el vacío ausente.

-Malfoy, si pretendes desaparecer, creo que vas por buen camino -le dije en un tono más hosco de lo que pretendía.

-¿Qué? -esbozó como si saliera de un trance-. ¿Desaparecer? ¿A qué te refieres?-agregó fijando sus ojos en los míos con confusión.

-Que no has comido nada -expliqué apuntando su plato-. Nunca comes en realidad. Estás en los huesos.

-Gracias por preocuparte por mi nutrición, Granger -respondió con sarcasmo-. Pero no es tu problema. Vuelve por donde viniste. No trates de hacer trabajo humanitario conmigo, que no lo necesito.

-No me preocupo -mentí algo enfadada, ¿acaso tanto le costaba ser gentil?-. Sólo estoy señalando un hecho público y notorio. No me gustaría que tuvieran que interrumpir una clase porque te andes desmayando por ahí.

-¿Por qué no me sorprende? -esbozó al aire aguantando una sonrisa burlona-. Siempre tan preocupada de los estudios... pero no te perturbes por eso tampoco, trataré de no morirme en clases. Esperaré hasta la salida.

Quise responderle, pero ya no se me ocurría nada más en mi repertorio. Era difícil conversar con Malfoy cuando no nos insultábamos de por medio, algo demasiado inusual, tanto que mi cerebro aún no procesaba una estrategia para enfrentar esta nueva situación. Me di una media vuelta y regresé a mi mesa con cierto grado de frustración, que terminó por quitarme el apetito también. "¿Por qué tengo que preocuparme de imbéciles? No más".

-¿Te vas a comer eso? -me preguntó Ron esperanzado, apuntando el pedazo de pollo que descansaba al frente mío.

-No, adelante -respondí notando lo distinto que era al resto de los humanos cuando se trataba de comida. Debía tener un supermetabolismo para no ser una bola de grasa con todo lo que ingería al día-. ¿Aún tienes hambre?

-Siempre -contestó sonriente, regalándome un beso en la sien-. Pero no es lo único que me entusiasma, también hay otras cosas que me apetecen pero que no puedo tenerlas... al menos, no aún -me susurró a la oreja el bastardo.

¿Por qué siempre me hacía lo mismo? No pude evitar colorearme tanto como su cabello y le dirigí una mirada reprobatoria que no le debió parecer muy convincente, ya que siguió provocándome, escondiendo su mano bajo la mesa, acariciando con lentitud mi pierna derecha. Miles de cortocircuitos hicieron mis neuronas, y con toda la fuerza de voluntad que pude, de una palmada quité su mano del lugar, aparentando que nada había pasado.

Mi Enemigo FavoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora