17. Del cielo al infierno

2.1K 123 68
                                    

Noté que lo que dije lo perturbó hasta dejarlo completamente quieto, mirándome con curiosidad marcada en sus ojos grises. Abría y cerraba la boca tratando de decir algo sin éxito, mientras poco a poco su ceño se iba frunciendo. Ojalá pudiera usar legeremancia pensé al verlo, pues se notaba extremadamente confundido, y no era para menos.

–¿Eso qué significa? –pudo esbozar después de un tiempo, y no necesitaba preguntarle a qué se refería, era demasiado obvio.

¿Qué significaban mis palabras?

Lo amaba, de eso no cabía duda, sin embargo, él no me estaba preguntando eso... no. Él me preguntaba si mis gestos, mis palabras, mi confesión significaban sólo una cosa, y lo más importante para él: sí lo estaba eligiendo después de tanta indecisión. Y yo me cuestionaba lo mismo, ¿sería que mi inconsciente ya había decidido?

Esta vez, fue mi turno de tensarme. No estaba preparada para tomar una resolución. Aún no lo estaba, al menos, no psicológicamente. Una parte de mí era demasiado cobarde para eso, y tenía mucho miedo a equivocarme, a cometer un error que me costaría por el resto de mi vida, porque si de algo estaba segura, era que, eligiera a quien eligiera, dicha decisión afectaría mi futuro.

–Yo... –murmuré perdiendo toda la valentía, retirando mis manos de sus cabellos–. Yo... aún no...

Él negó con la cabeza y emitió un suspiro lleno de cansancio. Podía leerme con mucha facilidad.

–No es necesario que digas más, Granger.

Granger. De un tiempo a esta parte, que aún me llamara por mi apellido, estaba resultando demasiado frustrante, pero no le podía pedir que cambiara su actitud, ¿cómo hacerlo? Ya le había pedido demasiado con su espera, y por lo visto, Draco no era una persona muy paciente que digamos.

Me sentí súbitamente al borde del precipicio, con un reloj corriendo en cuenta regresiva. Él reloj pronto llegaría a cero, explotaría, y sólo esperaba que para ese entonces, ya hubiera aclarado mis sentimientos, antes de verme carbonizada por mi propia culpa.

–Sin embargo, te haré otra pregunta –continuó, levantándose de la silla, quitándome con suavidad de encima–. ¿Estás hablando en serio? ¿De verdad sientes eso?

–Mis palabras son cien por ciento sinceras, Draco –respondí sin siquiera pensarlo–. Si no fuera así, las cosas no serían tan difíciles, no estaría tan complicada e indecisa, ¿no crees? Para mi esta situación no es mucho más fácil que para ti o para Ron. Al menos ustedes no tienen el peso de la decisión, no tendrían que herir a alguien importante y querido. Por que sí, Draco Malfoy, te quiero demasiado, me importas demasiado, y en este último tiempo he aprendido a amarte a ti, con tus virtudes y defectos, a extrañarte cuando no estás, y a pensar en ti una parte importante del día.

Él colocó el indice en mis labios, emitiendo un pequeño "shhh" para que callara. Mis mejillas se enrojecieron, no sólo por su contacto, sino porque había hablado de más, y quizás, si no me hubiera silenciado, continuaría diciendo cosas que probablemente me avergonzarían más tarde. ¿Desde cuándo me había vuelto tan suelta para decir mis sentimientos? Antes, cualquier clase de demostración de afecto –que no fuera un abrazo– me incomodaba demasiado. Pero ahora, con él, mi lengua tomaba vida propia y dejaba escapar todo lo que tenía adentro.

Era tanta la tranquilidad que me brindaba su presencia, que no sentía que nada me retuviera. Era libre de pensar y sentir.

–¿Sabes que te ves adorable de color carmesí? –me susurró, colocando un mechón libre detrás de mi oreja–. No necesito saber más, Granger. Con lo dicho, ya te has comprado más tiempo, al menos de mi parte, pero no abuses. Necesito que te decidas pronto. Tengo demasiados asuntos de los que preocuparme, y créeme que esta incertidumbre no está ayudando en nada. Ya te lo he dicho antes.

Mi Enemigo FavoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora