5. Ella / Él

3.7K 255 72
                                    

5.1.- Ella.

Si hoy me preguntaran qué sucedió aquella tarde en la biblioteca, no sabría qué responder. Los hechos acontecieron con tanta rapidez que mis ojos no pudieron captar lo que pasó, es más, ni siquiera mis oídos funcionaron vez en cuando escuchaba uno que otro insulto, "hijo de puta", "maricón" y "vete a la mierda" fueron las palabras más suaves que se dedicaron entre quejidos de dolor.

Golpes iban, golpes venían, y de pronto me vi mirando aquella batalla campal con la boca abierta, sin hacer nada al respecto, aunque no era la única. Alrededor de nosotros se había formado un círculo de espectadores, ¡nunca la biblioteca había estado tan llena!, y los muy bastardos apostaban entre sí quién saldría vencedor.

De buenas a primeras se podría pensar que dos contra uno era injusto, pero a decir verdad, dudo mucho que haya sido efectivamente así. Podría asegurar que más de un golpe le propinó Harry a Ron por confusión y viceversa.

A esas alturas, ya parecían una mala copia de los tres chiflados.

Cuando mis neuronas volvieron a funcionar, y pude cerrar la boca apropiadamente como una señorita, recordé que no necesitaba lanzarme a ese mar humano que se revolcaba por el piso para detener la lucha. Tenía la varita para hacerlo. ¿Cómo me tardé tanto en reaccionar? reclamé contra mi ineptitud. La extraje de mi túnica, y tratando de apuntar con mi vista aún borrosa por la tinta, pronuncié el encantamiento burbuja, encapsulándolos a los tres en diversos globos gigantes, incapaz de tocarse entre sí, sin embargo, ya era demasiado tarde.

El rumor corrió por la Academia a la velocidad de la luz, y ni me percaté cuando a mis espaldas ya se encontraba el director Huntington, mirándome con reproche y decepción. Sus ojos negros estaban dilatados y sus cejas tan fruncidas que parecía que sólo tuviera una.

–¿Me puede explicar qué diablos es esto, señorita Granger? –preguntó furioso, apuntando a las tres burbujas que se encontraban al frente de nosotros.

–Nada importante, director –solté tratando de bajar el perfil al asunto–. Un malentendido.

–No creo que tres alumnos tratando de asesinarse entre sí sea "nada importante", señorita Granger, por muy "malentendido" que sea –espetó irónico–. ¡Los cuatro, a mi oficina!

De un movimiento de varita liberé a los tres energúmenos que parecían no haberse calmado aún, y con una mirada les advertí que si querían seguir con vida los próximos minutos, debían comportarse como personas. No como animales.

Al parecer la táctica surtió efecto. Harry y Ron caminaron en dirección a la oficina del director mascullando maldiciones por lo bajo, mientras Malfoy avanzaba unos metros más atrás rezagado, con ambas manos en los bolsillos, la barbilla en alto, pero la mirada perdida. Una parte de mi quiso bajar la velocidad hasta quedar a su lado y pedirle disculpas, después de todo, él sólo fue victima de una confusión provocada por mi torpeza.

Ahora que lo pienso, nunca había sido una persona torpe, pero con él siempre terminaba haciendo alguna estupidez y quedando en ridículo. Estaba segura que en esos momentos él sólo pensaba que hubiera sido mejor dejarme caer sola o que me azotara la cabeza contra el piso, total, así se habría merecido los golpes que recibió, en vez de que el ataque fuera gratuito.

Llegamos hasta esa gran puerta antigua cuya plaquita de oro la sindicaba como el ingreso al despacho del director de la Academia, y suspiré profundo antes de entrar, ya que ilusamente pensaba que no había nada que pudiera ser peor.

–No puedo creerlo. Sencillamente no puedo creerlo –soltó el señor Huntington negando enérgicamente con la cabeza–. ¿Qué pasa por sus respectivas mentes? ¿Cómo es posible que armen semejante escándalo? ¿Acaso creen que están en el colegio?

Mi Enemigo FavoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora