— el rubiecillo ¿Se ha levantado? —Habló la reina, mirando a los dos guardias acercándose a ella, su mirada era gélida—
— su majestad, el príncipe Tao lo ha despertado por completo y le ha hecho compañía, mientras que ha nosotros nos ha mandado aquí, con usted —hablo casi en murmuró, avergonzado por lo que había pasado con el pequeño príncipe—
— bien, pueden seguir con su trabajo —los guardias, con una breve reverencia se fueron rápidamente a sus lugares, fuera del hermoso palacio—
Mientras, la reina dirigió su mirada hacia una de las grandes puertas de Oro solido, viendo como su hijo, su pequeño y mimado hijo venía de la mano del prisionero rubio y con las prendas algo sucias
— Tao, ¿Que se supone que estás haciendo? —pregunto su madre levantándose del trono y acercándose a su hijo, el Rubio rápidamente soltó la mano del menor y se arrodilló, la reina lamió su dedo pulgar y limpió algo de suciedad que tenía su pequeño en la mejilla— mírate, estás asqueroso
— basta madre, sabes que eso no me importa —alejó a su madre y busco la gran mano del rubio que iba a su lado, al no encontrarla, bajo la mirada y lo vio arrodillado— ¿y tú qué haces ahí?
— valla, valla, pero si mí hermanito ya ni nota mí presencia —habló sinicamente el hermano mayor del pequeño de negros cabellos—
— ¡Oh, es cierto, mí pequeño Tao, saluda a tu hermano! —dijo la reina emocionada, acercándose hasta su primer hijo—
—madre, cada día estás más hermosa, te extrañe en mí viaje a Londres, la reina Isabel está ansiosa de volver a verte —beso la mejilla de la llamada reina, haciendo que la misma sonriera encantada—
— cada día estás más hermosa ña ña ña... —el pequeño Tao estaba más que enfadado, no podía creer que su hermano fuera el peor patán de todos—
— en ves de burlarte deberías saludar, mal educado —recalco, su arrogante hermano—
— ¿Cómo estás YiXing? —el de castaños cabellos iba a responder, pero su hermano menor no le dio el tiempo— que bueno, no me importa —respondió con una sonrisa y camino hasta el Rubio que seguía arrodillado— y tú ya párate hombre, ¿Es que acaso no te duelen las rodillas? —hizo un puchero—
— ¡Huang ZiTao! —su madre le llamó la atención—
— ¿Que es lo que quieres, Madre? —contestó cabreado, su madre rápidamente negó—
— ¿Es que siempre vas a ser igual a tu padre? —dijo su madre y luego sujeto el brazo de su primer hijo— iré a dar un paseo con YiXing, encargaté del ladrón ese —se refirió al rubio y se dio media vuelta—
— adiós, hermanito —y con eso ambos desaparecieron—
— no sabía que el príncipe YiXing fuera tan-.... ¿Príncipe Tao? —rápidamente se acercó al lindo príncipe, viendo como las cristalinas lágrimas bañaban las sonrojadas mejillas del menor— ¿Q-que es lo que tiene? —oprimió sus deseos de abrazar ese pequeño y frágil cuerpecito—
— nada —seco sus lágrimas y sonrió tierno para el rubiecillo— venga vamos a vestirte para que puedas ayudar a Taeyeon —sujeto el antebrazo del mayor y lo llevo con las sirvientas—
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— y yo le dije "no reina, no se preocupe, la lasagna está llena de queso" —todos los invitados de la mesa comenzaron a reír, menos él, Tao, no comía nada, su mirada era triste, completamente triste, el sirviente rubio, que antes había sido un jardinero, ahora estaba sirviendo a la familia Huang junto a la familia Kim, vio como el pequeño niño no era el mismo que había conocido antes, esta vez esa sonrisita que tenía en el rostro no era una real, era una sonrisa totalmente falsa, en todos sus sentidos—
Las dos familias estaban tan entretenidas escuchando las aburridas anécdotas del príncipe YiXing que no habían notado como el príncipe menor estaba decayendo poco a poco, después de una hora, el menor se aburrió de la maldita conversación y se levantó bruscamente de la mesa y se fue a su habitación, sin decir una palabra
— él ha sido un mal educado desde que es niño, no se preocupen —dijo la reina y todos le restaron importancia al tema—
Esa noche el azabache lloró hasta dormirse y dejó que su pequeño corazoncito liberará toda tristeza contenida.
