Todo estaba en calma, un tenue silencio se esparcía por los horizontes hasta que se escuchó unas pequeñas risas provenientes de una niña, la chiquilla jugaba con una esfera saltarina mientras era observada por una especie de gran dragón que parecía ser un universo mismo; tres estrellas los rodeaban, proporcionándoles Luz y calor. Después la pequeña peliverde, quien llevaba una túnica blanca, dejó la pelota a un lado y volteó a su acompañante.
-Estrella prima...- la pequeña se dirigió con voz preocupada a la inmensa criatura que tenía en frente.
-¿Qué pasa Lulu?- preguntó con voz sonora el gran ser mientras ambos miraban el cielo estrellado.
-No quiero regresar a la Tierra, estaré muy sola- mencionó inquieta, con sus brazos, rodeó sus rodillas con fuerza. -No podré verte más-
-Recuerda que siempre estaré aquí- con una garra, él señaló su corazón. -Además, tendrás compañeras con las que vivirás- la chiquilla seguía sentada. -Y no olvides a Pix, tu espíritu guía.
-¿Pero no pueden ir sin mi? No quiero irme- replicó la niña.
-Es tu deber como Guardiana- ordenó molesto. -Ya lo habíamos hablado. Eres la parte más vital de ellas.
-¿Eh?- ella ladeó la cabeza muy confundida.
-La esperanza- dictó con severidad, la pequeña asintió con la cabeza sin entender lo que este trataba de transmitirle. -Es hora de que despiertes- aquel inmenso ser se retiró flotando hacia el cielo perdiéndose entre las estrellas, dejando a Lulu en medio de una oscuridad profunda.
~×~
-Tú y todos tus amigos están muertos- sentenció un pequeño ser con voz distorsionada, vestía una capa azul y un guante con botones, señalaba con su cetro a una chica de coletas azules, quien yacía malherido y en el piso, rodeada de los cuerpos inertes de sus compañeros. Ella solo lo miraba con odio y desprecio, con suma desesperación aventó su instrumento en un mínimo intento para arrastrarse hacia un lugar seguro.
-Esas sabandijas me subestimaron ¿Qué se siente caer ante el gran poder de Veigar?- el enano empezó a carcajear calurosamente hasta que sintió que algo venía con suma fuerza, después detuvo aquel objeto sin moverse, estaba algo indignado por la patética acción de la chica.
-¡Ja! ¿Con eso querías golpearme? Jajajaja ¡Eres una estúpida!- exclamó enojado, bajó del bloque de donde yacía parado y caminó hacia la chica. Ella seguía sin decir nada. Todo su alrededor estaba rodeado de pilares rectangulares rosas junto bloques verdes de varios tamaños y formas, el cielo se pintaba de color negro, luego de un tono morado y finalmente casi al suelo un rosa neón. El piso era invisible, si se miraba hacia abajo se podía ver un gran hoyo lleno de códigos binarios hasta el fondo.
Veigar se acercó a una chica de pelo verde que también estaba tirada en el suelo, en sus manos yacía una espada, su rostro reflejaba inquietud.
-Siempre fue la más molesta- dijo con normalidad y recordando las veces que lo agarró desprevenido, gracias a sus ataques él tenía varias cicatrices. Era la que más le había costado matar pero fue la primera en caer.
-Adió-os...- despidió melódicamente mientras pateaba hacia un lado el cuerpo.
¡Deja a Riven! ¡Maldito!
La chica trataba de arrastrarse para evitar que aquel malnacido tocara el cuerpo de su preciada amiga. Sin embargo sus piernas no le respondían ni parte de su torso, sus brazos no tenían la fuerza suficiente para cargar con ella misma.
El enano dió una patada más y la chica cayó al vacío, siendo transformada en simples fragmentos verdes los cuales al último se desvanecieron.
-¿Qué es un campeón? ¡Un desperdicio de pixeles!- exclamó con burla el pequeño ser.
¡No! ¡Maldita sea!
Había logrado que la chica de coletas empezara a llorar, algo que esperaba desde antes, él había descubierto que le encantaba verlos llorar antes de morir, lástima que apenas pudo doblegarla.
El enano alzó su cetro y al instante, delante de él aparecieron tres seres de colores morados y rosado, uno un poco más pequeño que él, quien llevaba en ambas manos pequeñas bombas, uno muy alto con una "×" en vez de ojos con una gran sonrisa, y otro casi igual de alto pero con los brazos cruzados y ojos verdes. La chica que seguía consciente estaba sorprendida, ella aseguraba haberlos derrotado antes junto con sus compañeros.
Ziggs!
Brand...
Malzahar...
-Tirenlos al abismo... Exceptuando a ella- mandó el pequeño líder señalando a la chica que estaba consciente, ella trataba con todas sus fuerzas pararse pero todo era inútil.
-¿Ya los reconociste Sona?-cuestionó pícaramente. La muchacha hizo caso omiso y se aferró al cuerpo que tenía a lado, era otra joven pero con cabello rosado, tenía dos pistolas a los lados, más adelante de ella había un gorro tirado.
El ser pequeño retiró las bombas de sus manos para alzar a una chica de varias colas y orejas de gato, la cual tiró al vacío, después a un chico rubio.
Ezreal... Ahri... No...
El ser de mirada verde, como si fuera arte de magia, levitaba a un especie de minotauro metalizado, el cual finalmente tiró al hoyo.
¡No! ¡Hecarim! ¡Deténganse! ¡Se los ruego!
El sujeto que quedaba separó a la chica de coletas de la otra, ella abrazaba con todas sus fuerzas a su amiga pero era en vano.
-¡¡¡Kyaaa!!!- gritó desgarradoramente. Veigar quería escucharla suplicar, arrastrarse por piedad, aunque ella fuese muda. Sin embargo fue el único y último sonido que ella emitió de su boca, pues cayó rendida.
¿Así es como terminará todo?
La mente de Sona era invadida por recuerdos de su travesía, en el cual querían salvar a su mundo de aquel ser malvado pero todo fracasó, después de todo hasta los villanos tienen aliados.
Volvió a recordar todas las sonrisas que ellos le brindaron, noches alrededor de una fogata, días caminando, batallas desenfrenadas contra los subjefes, y sobre todo la confianza que ellos ponían en ella para cuidarles las espaldas.
"Gracias Sona..."
Pero había fallado, lo sabía, todo esto era demasiado para ella; estaba esperanzada a que algo o alguien les ayudara, como todo el mundo, ella quería ser la excepción, pero no, fue en vano, nadie llegó. Eran los únicos héroes existentes en la tierra de nadie.
Veigar se acercó a la muchacha y empezó a inpeccionarla, no tardó mucho en enterarse que el objeto que buscaba eran las estrellas que colgaban en sus orejas, eran unos aretes que brillaban un tono muy amarillento. Los tomó y los guardó en una parte de su capa.
-Brand, ahora si ¡tiralas ya!- mandó con normalidad, como si hubieran sido un pequeño obstáculo para su camino. El sujeto obedeció sin decir palabra alguna.
-Es hora ¡De qué todos sepan quién es el jefe supremo!- exclamó victorioso empuñando su guante. Tomó su cetro con fuerza y caminó hacia un portal, los demás lo siguieron en silencio.
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La misma y opuesta mirada
FanfictionLa luz y la oscuridad, así como el bien y el mal están presentes en todos los universos, como en el universo de la estrella prima, conviven en paz los seres que lo habitan en toda su extensión gracias a que las Guardianas Estelares los protegen de l...