VI. Galletas de manzana

158 16 7
                                    


—¡¿No puedes ir más lento?!— exclamó Veigar tratando de sostenerse de la canastilla de enfrente. —No voy tan rápido— contestaba Janna. 

—Ya vamos a llegar— añadió al mirar el horizonte, por el camino habían pocas casas, se divisaban pocos campesinos y otras gentes trabajando. Al acercarse más a la ciudad, más casas encontraban. Parece que hay mucha más gente aquí. 

 —¿A dónde vas exactamente?— cuestionó ella, se podía notar el cansancio en su rostro, pues no era normal que llevara un peso extra. 

—Necesito encontrar a alguien como yo— respondió con sinceridad. 

—Entonces te llevaré al parque— dijo Janna pensando en que él buscaba a otros yordles. Veigar miró con curiosidad los grandes edificios que se alzaban en el horizonte, eran colosales, tan altos como una montaña pero más delgados que estos, era mucho más de lo que pudo haber imaginado, pensaba que los edificios eran fuertes o desde su "yo" de este mundo podría atacar si alguien desobedece; la chica había pedaleado más de hora y media, y todavía estaban lejos del centro de la ciudad. 

 —¿Qué son esas cosas?— preguntó Veigar al pasar un vehículo que los arreabasó, Janna no se extrañó de la pregunta. —Son autos, y al parecer son solares, hace mucho prohibieron el uso de fuentes de energía no renovables, la electricidad y gasolina para autos— respondió sin despegar la vista del camino. 

 —¿Entonces no puedo encontrar fuentes de energía aquí?— preguntó con curiosidad. —Si, bueno, solamente del sol o el viento porque son las fuentes que se usan aquí. 

 ¡Genial! ¡Lo que faltaba! Nunca podré regresar... 

 —¿Aquí usan monedas?— preguntó. Necesitaba mucha información. —Si, aunque el dinero también es en billetes. 

 —¿Dinero? 

 —Si, se usa para comprar cosas, alimentos... Y así— respondió ella orillándose puesto que ya estaban en las venas de la ciudad y la circulación era fuerte. 

 ¡Simplemente perfecto! ¿Ahora que voy a hacer? 

 —Unos minutos más y llegamos al parque— dijo ella mientras se limpiaba un poco el sudor de su frente. —¡Demonios!— alcanzó a decir Janna antes de frenar en seco, un niño cruzó la calle sin fijarse, para su inofortunio Veigar salió disparado hacia en frente cayendo en un charco de lodo. Después de que el niño se fuera de nuevo a la banqueta sin saber lo que ocasionó, Janna bajó de su bicicleta y caminó hacia el yordle. 

 —Lo siento, no fue mi intención...— trató de disculparse Janna, actualmente todo le hacia sentir culpable. —Ugh...— alcanzó a decir Veigar antes de que empezara a llover de nuevo. —Al menos el agua te limpiará el lodo— dijo la muchacha tratando de acortar el silencio de él, los sonidos de la ciudad como los claxon o de las corrientes de viento lo aturdían un poco. —¡Puedo llegar solo! ¡Adiós!— despidió Veigar con resentimiento. Janna solo lo miró caminar hacia el parque que se divisaba a unas tres calles.

  ~×~  

—Ya terminamos el recuento de daños Zac— habló Corki a su amigo mientras este vigilaba a los niños huérfanos que dormían. —La mayoría de hombres fueron abatidos— añadió lamentándose. 

 —Al menos guardamos energía para nosotros— dijo el ser verde como consuelo, una pequeña lámpara estaba encendida en el escritorio. 

 —Y lo mejor es que pudimos resguardar a niños y mujeres— se decía Zac mientras aguantaba las inmensas ganas de golpear cosas. —Necesitamos otro plan— decía el técnico mientras leía unos papeles. 

La misma y opuesta miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora