48.

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Volví a casa, todo estaba oscuro.

Botellas esparcidas en el suelo, una cosa significaba.

No se había ido.

Le busque por arriba, no estaba, fui al patio, y ding ding, estaba ahí, borracho.

—¿No te dije que te fueras? —Me abrazo a mi misma—.

Se rió, torpemente—. Sip, pero no te haré... caso.

—¿Por qué sigues aquí? —dije rendida, dolida, no se que más decir—. ¿por qué no te vas, de aquí, de mi vida?

Se quedó callado.

—No te queda nada aquí, me haz roto el corazón una y otra vez, no valgo nada —digo entre lágrimas.

Suelta una carcajada—. Te lo haz roto tu sola —dijo con indiferencia—, por esperar algo que sabías que no te podía dar.

Primer golpe.

—Tu también lo sabías, y no lo impediste.

—Vivimos de ilusiones, y nos ahogamos en recuerdos, que decirte —Su voz era tan fría y tan cruel.

Segundo golpe.

—¿Fui una ilusión para ti? —Por favor, por favor...

—¿Que esperabas?

Tercer golpe.

—Se termino, yo termine, vete, y nunca más en tu vida vuelvas a hablarme —Mi voz temblaba, ¿estaba ocurriendo, por fin?, lo estaba, no era un sueño, no un pensamiento, de verdad lo dije.

Me miró tontamente, y a tropezones metiste la mano en tu bolsillo, sacaste algo de ahí y me lo tiraste, la llave.

Y salió de mi vista, escuché el portazo de la puerta, y ahí iba una despedida, que no quería que pasara.

Ella desapareció de mi mente, y ahora solo quedaba el yo.

No Soy Ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora