十九

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— ¡Josh!, ¡Josh!, ¡¡JOSH!! — gritaba por todos lados, como si hubiera perdido a mi mascota y ahora la estuviera buscando.

Debo estar mal si comparé a Josh con un gatito.

No llevaba la cuenta de la cantidad de calles por las que estuve caminando en la pasada media hora, pero estaba casi seguro de que me encontraba muy lejos. Las calles ya no estaban tan solitarias, algunas personas caminaban en pareja o en grupo, yo era el único quien caminaba sin compañía alguna. Por supuesto que estaba desesperado por hallar a Josh.

Mientras seguía gritando su nombre como todo un loco, iba reflexionando y preguntándome por qué carajos se me había ocurrido decirle semejante estupidez. Es decir, creo saber bien por qué fui tan duro con él, estaba enojado, confundido y frustrado por toda la situación con el imbécil frentón y además por haber perdido la oportunidad de simpatizar con aquéllos maestros del instituto de Korea. Pero en definitiva, el teñido no merecía ser tratado así, y ahora sentía mi mundo desmoronarse.

Llegué a un punto en donde mis piernas ardían y la suela del ridículo disfraz se estaba desgastando, así que decidí parar aunque sea por unos cuantos minutos.

Me senté en una banca de madera y a mi lado pude notar el colorido edificio fucsia con un gigante letrero en japonés y debajo de éste, uno más pequeño con la palabra "donuts". Ambos letreros estaban completamente iluminados y tenían miles de adornos de la caricatura de esa gata blanca medio extraña, ¿como se llama? Ah sí, Hello Kitty. Como aborrecía a ese diabólico personaje. Por alguna razón tuve una especie de sexto sentido, que me indicó adentrarme en aquel establecimiento. Y a decir verdad, tenía sentido y coherencia que Josh pudiera estar ahí. Es decir, el lugar se veía demasiado "cute", el rosa predominaba y la térmica se trataba de gatos. No veía el por qué no estaría en un lugar como ese. 

Entré algo dudoso a la tienda de donas y miré a mi alrededor. El lugar no estaba muy lleno, pero claro, era de esperarse, dudo mucho que la gente venga a comer donas a altas horas de la noche. Seguí recorriendo el interior del establecimiento con mi mirada, prestando suma atención a los clientes presentes. Casi hasta el fondo pude notar a un chico recargado en la mesa, con un plato de donas a medio comer. Tenía la cabeza hacia abajo y una capucha con orejas cubría su cara. Parecía estar usando un traje similar al mío, igual de ridículo.

Si era Josh.

Dejé ir un suspiro y caminé a pasos lentos hacia su mesa. Me paré a su lado y me aclaré la garganta un par de veces, incluso tosí una vez pero éste ni volteó a verme. Rendido, me senté justo frente a él y cuando toqué su mano el teñido se sobresaltó y casi tira el plato de rosquillas.

— Tranquilo Josh, soy yo, Tyler. — sentí la necesidad de recordarle quién era, pues se le veía angustia en el rostro y sus ojos estaban algo llorosos. Me sentía terrible por haberle causado esto.

— Creí que ya no querías verme. — sus labios temblaron y unas lágrimas bajaron por sus mejillas.

— ¿Cómo dices eso? — tomé una servilleta y me incliné hacia adelante para limpiar sus lágrimas. — me comporté como un idiota, estaba enojado por la pelea y por haberme perdido la reunión en el instituto. Pero nada de esto fue tu culpa y quería que lo supieras. De verdad lo lamento Josh, eres una persona increíble y en tan poco tiempo ocupaste un lugar en mi corazón. Y el tiempo que esta ciudad me permita estar, lo aprovecharé como nunca contigo. No importa nada más.

El pelirosa volvió a romper en llanto pero esta vez cubriendo su cara con las manos. Se me hizo un nudo en el estómago al verlo así y me levanté para sentarme a su lado, pasé mi brazo por encima de sus hombros y dejé que recargara su rostro aún cubierto sobre mi pecho.

Lovers in Japan ~Tysh~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora