Ancora Qui

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"Sigues aquí,
sigues siendo tú,
y espero que me perdones.
Tú, con los mismos ojos
como si estuvieras volviendo
para preguntar sobre mí,
cómo se siente
aquí desde el otro lado...
¿Cómo va?"
                                                                                                                                       Ennio Morricone

"El sábado 16 de diciembre a las 6:00 a.m. Se dio por muerto al señor Giacomo Corelli hijo del gran empresario Giuseppe Corelli. En la gala de ópera del anterior día un francotirador ubicado en la esquina derecha le quito la vida, otra gran pérdida para la nación".
En todos los periódicos de la ciudad al menos en las 8 columnas se podía leer algo relevante sobre el gran asesinato de Giacomo Corelli y cómo la familia iba a reaccionar.

Mandira no pudo cerrar los ojos en toda la noche, sentimientos, ideas, emociones; todas y cada una de ellas trágicas sobrevolaban por su mente como si el mundo estuviera aislado y solo se encontrará ella consigo misma.

¿Qué haría ahora?
Cómo saber del negocio sin la voz alentadora de su padre explicándole cada detalle o cada personalidad que en su camino encontrará. No sería nada fácil de ahora en adelante...

Estaba sola contra un mundo totalmente machista e idealista.

El funeral sería en Roma ya que originalmente Giacomo había nacido en aquella ciudad, aparte de que aceleraría los trámites que Mandira tenía que hacer para tomar el cargo como su padre le había pedido.

El dolor se sentía en la casa; todos los hermanos estaban momentáneamente reunidos en la casa pero ahora era totalmente diferente, antes se escuchaban risas en cualquiera de los cuartos o habitaciones, ahora era raro el sonido que se emitía de alguno.

Los socios del viñedo habían acordado una reunión con Mandira que sería quien reemplazaría a su padre.
Platicaron sobre la situación de la empresa y cómo iba a continuar, leyeron los términos y condiciones del contrato que se encontraba en frente de ella. Firmó y confirmó su puesto en la empresa.

En las próximas 4 horas tenía que organizar el funeral de su padre; en la ciudad de Roma, de donde la mayoría de los amigos y allegados de su padre vivían en la ciudad.

Se encontraba en Roma con toda su familia; sus tres hermanos mayores y Cassilda. Era raro estar todos reunidos, hace aproximadamente cuatro años que no se encontraban los cinco juntos, era incongruente que la persona que tantos años los había intentado juntar ahora ya no estuviera y en su memoria tratarán hacer que nuevamente los lazos se juntarán.

Siempre en las familias poderosas el encargado tenía una persona de confianza, una persona que sobrevaloraba sus consejos y ideas por encima de los demás, cuando Giacomo estaba en el poder; esa persona era Mandira. Ahora ella tenía el control de todas esas personas que su padre le había advertido y estimado, ahora ella debía de elegir a esa persona. Era un poco extraño porque conocía perfectamente a la familia y sus negocios por eso mismo sentía que ninguno de ellos tenía la estabilidad para este puesto.
Pensó en su decisión todo el camino hacia Roma, analizando los pros y contras de cada uno de los integrantes de esta gran mafia.

Al final había llegado a una decisión: tomaría el poder y el puesto sola, no confiaba totalmente en nadie.

Ella haría saber su decisión al momento de llegar a la ciudad.

El avión aterrizó a las 3:00 p.m en el concurrido aeropuerto de Roma, para esto un grupo de paparazzis esperaban fuera de la sala de espera a la salida de la familia Corelli.
Mandira bajó del avión del brazo de Damián, sin hacer mucho caso a los medios.

Procedieron a arreglarse e ir al tan esperado funeral que más bien para ella era la zona cero, donde tenía que hace las decisiones de todo su futuro.

Ahora ya estaban establecidos en Roma. El funeral sería pronto.

A las afueras de Roma a un costado del límite con Nápoles se encontraba una capilla aproximadamente del siglo XVII de estilo renacentista ahí sería la misa con un padre de la confianza de la familia, los invitados uno a uno fueron llegando, todos saludaban y le daban el pésame a Mandira; no todos estaban contentos de que ella asumiera el puesto de la autoridad.

La misa pasó relativamente rápido. Después fue tiempo de enterrar el cuerpo de Giacomo Corelli.

Mandira a un costado del difunto cuerpo de su padre, pensaba sobre las palabras que tenía que decir para calmar el sólido ambiente que se vivía en ese momento. A su lado estaba Piero.

A un costado de la capilla, en la zona más verde, una tumba se colocaba en el suelo y el ataúd de Giacomo cuidadosamente se ponía dentro. Entre aquel silencio conjunto, se escuchó un claro tintineo de una copa, era Mandira levantando su blanca copa de vino haciéndola sonar con el anillo de matrimonio que llevaba en su mano derecha, aclarando la garganta y con los ojos de todas personas sobre ella, pronunció:

- Bueno, continuando con la tradición y con el encargo que me dejo mi padre antes de morir; las cosas cambiarán, pretendo seguir con el mismo monopolio que él antes de mi. Sé que nunca antes una mujer había ocupado el puesto y el que este dispuesto a dudarlo tengo los papeles y el testamento donde mi padre estipula que yo sea la heredera y se me hace un poco ilógico dudar las decisiones de un difunto. - hizo una pausa - mi padre fue asesinado, en un evento público y organizado por él mismo, las reglas se han roto ahí, y tengo muchas dudas sobre los que me rodean. - volvió a hacer una pausa y tomó la mano de Piero - Sé perfectamente que no es el momento de tomar decisiones de esta índole, pero me he dado cuenta de las personas que tendré en este nuevo lapso de mi vida y lo único que necesito es tener a alguien de mi total confianza a mi lado. Contraeré matrimonio con Piero Barone, en los próximos meses será la boda, espero contar con la presencia de los allegados. Gracias por su atención - terminó y abrazó profundamente a su próximo esposo. 

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