Es viernes por la tarde y estoy volviendo a casa con Jenn, después de haber pasado una tarde perfecta en nuestro árbol. Estamos andando en silencio, sumidas en nuestros pensamientos. No tengo ganas de volver a mi casa y encontrarme a mi madre dispuesta a volver a amenazarme con las repercusiones. El amor no debería tener repercusiones ni consecuencias, ¿verdad?
Llegamos al patio de mi casa aún en silencio, y me paro para mirar a Jennifer.
-Todo va a ir bien, ya verás como tu madre se calma, Em. - pone las manos en mis caderas, y me arrima a la pared con cuidado. Me mira con sus ojos oscuros, los que aún tienen ese efecto de cosquilleo en mí.
-No se calmará si ve dónde están tus manos - miro sus manos en mis caderas, ahora subiendo por mi abdomen. Suelta una carcajada y me besa, aún con la sonrisa en los labios. Le devuelvo el beso, y éste se vuelve más intenso.
-Te quiero - se aparta, y apoya su frente con la mía, y yo cierro los ojos.
-Y yo.
-Me tengo que ir. Y tú tienes que entrar.
-Lo sé.
Le doy un último beso, y se va, dejándome en una nube sabor vainilla. Sonrío como una tonta, aunque tanto mi sonrisa como mi nube de vainilla desaparecen al recordar que ahora tengo que entrar en casa.
Abro la puerta y tropiezo con… ¿una maleta? Me quedo mirando la maleta plateada que ahora está tumbada en el suelo, y luego me doy cuenta de que hay otra maleta, y cajas. Cajas con cosas que identifico como mías. ¿Qué coño está pasando aquí? Voy hasta la cocina, y mi madre está sentada en la mesa, con la cabeza apoyada en las manos, en silencio. Esto no pinta nada bien.
-¿Por qué están todas mis cosas en la puerta?
-Te vas a la ciudad esta noche - dice mi madre, aún con la cabeza apoyada en las manos. No le veo la cara, pero su voz suena dura y fría.
-¿Qué? - digo, y suelto una risita histérica. Está de broma. - ¿Cómo?
-He hablado con un psicólogo de allí - levanta la cabeza y me mira, y su expresión es tan dura y fría como su voz - para tratar tu… problema. Empiezas el lunes con la terapia.
-¿Mi problema? - me mareo ligeramente, y no entiendo absolutamente nada de lo que está pasando. - Si estoy a finales de curso, no puedes…
-Sí puedo. Vas a vivir allí con tu abuela hasta que termine tu terapia con el psicólogo.
-¿Con mi abuela? - Cierro los ojos lentamente y agacho la cabeza, procesando la información. ¿Me voy de aquí? Me voy de aquí para someterme a una terapia contra mi problema, claro. Ahora sí que estoy mareada. - Dime que no me estás haciendo esto.
- Oh, créeme. Cuando dije que habrían consecuencias, ¿qué pensabas? Además, esto es por tu bien, para curarte.
-¡No necesito curarme de nada, mamá! ¡¿No puedes pararte a pensar un segundo que tal vez, sólo tal vez, es así como soy yo?! - mi madre niega con la cabeza, impasible.
-Lo hacemos porque te queremos.
-Ya que estás haciendo esto, por lo menos no te engañes a ti misma diciéndote que lo haces porque me quieres - prácticamente escupo las palabras, y se me quiebra la voz.
No quiero ir a ver ningún psicólogo que me lave el cerebro, ni volver a mi instituto de allí. No puedo irme, no puedo dejar todo… No puedo dejar a Jennifer. Me cae una lágrima al pensar en ella. No, esto está mal. Tengo un nudo en la garganta, y unas increíbles ganas de llorar, que no reprimo. Me arde la cara, y sé que es por la rabia. Mi madre está sentada en el mismo sitio, en silencio.
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The way I feel about her. (Parte 1)
Teen FictionEmma, una adolescente de 16 años, se acaba de mudar a un pequeño pueblo lejos de la ciudad, donde va a conocer a Jennifer. Pronto se hacen muy amigas, pero lo que Emma no esperaba es que va a empezar a sentir una serie de sensaciones que nunca ha ex...