»uno.

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La noche definitivamente no estaba jugando para el lado de Florencia Estrella. Todo lo contrario, a medida que avanzaban los minutos, más fácil se convencía de que no había forma de que aquella noche no fuera la peor de su vida.

No quería salir en primer lugar. Fue obligada por sus hermanas, las cuales no habían parado de gritar a los cuatro vientos ni un solo segundo del día lo mucho que anhelaban y necesitaban disfrutar un "after office". En cuanto Florencia les dijo que no se sentía bien, y que no estaba interesada en ir, una tormenta de quejas cayó sobre ella sin piedad alguna. Entre ellas se destacaban, "Florencia, vos nunca tenés ganas", "Florencia, siempre te bancamos y vos ni una sola vez nos hacés el aguante". Florencia esto, Florencia aquello.

Florencia estaba harta. Esa fue la única razón por la que accedió. Desde ese entonces, no se tomó la molestia de disimular su descontento, y de hacerle saber al resto que preferiría estar limpiando baños a estar con ellas aquella noche, en un boliche que apenas podía costear. Siempre, o por lo menos desde que tenía memoria había sido así. No le gustaba salir, y menos con sus hermanas. Por más difícil que fuera aceptar para el resto, su modelo ideal de diversión era quedarse en su cuarto haciendo absolutamente nada.

Por más que Florencia no quería reconocerlo, aquella noche realmente se había lucido a su manera. Llevaba un vestido apretado, de color negro que había tomado prestado de su hermana Miranda, quien luego se había ofrecido a maquillarla y peinarla. Sus hermanas muy pocas veces la habían visto vestida de aquella forma, y la sorpresa en sus rostros al verla bajar de las escaleras antes de irse, no tenía precio.

De todas formas, supo que aquella noche no funcionaría en cuanto puso un pie en el boliche. Sus hermanas se habían esparcido por todo el lugar: Miranda y Carla se habían dirigido rápidamente a la barra como si su vida dependiera de ello, y Virginia y Lucía habían ido en busca de algún hombre que deseara bailar con ellas.

"Sola, me dejaron sola. No lo puedo creer." Pensó Florencia. Su mal humor rozaba el techo, y no existía forma de que la pudiera pasar bien. No conocía la música que pasaban, ni tenía interés en bailarla. No conocía a nadie, y no tenía interés en hacerlo. Sintió miradas viniedo de un grupo de hombres que se encontraban sentados al rededor de una mesa, y sin pensarlo dos veces, se alejó lo más rápido posible de aquel lugar.

Ya habían pasado dos horas desde su llegada, y aun no había podido encontrar a ninguna de sus hermanas.

Hasta que apareció Miranda, por supuesto.

-Flor, Flopi, acá estás.- Florencia no pudo evitar hacer una arcadada al respirar el fuerte aliento a alcohol que tenía su hermana. -Necesito que me acompañes al baño, estoy que lanzo todo lo que comí el año pasado.-

Florencia definitivamente se quería ir.

Miranda no le dejó opción alguna. La tomó fuertemente del brazo y la arrastró hacia el baño. No podía entender el estado en el que se encontraba su hermana, apenas podía mantenerse de pie. Totalmente asqueada, sostuvo su cabello para evitar que este entrara en contacto con el vómito que no paraba de escaparse de la boca de su hermana. Una vez que terminó, huyeron del baño como ratas.

-¡Virginia! ¡Virginia, vení para acá!- Florencia llamó a su hermana cuando la vio pasar en frente de ella. -Te encargo a Miranda, te aviso que está peor que en año nuevo.-

Y sin más, se apresuró en perderse entre la multitud de personas. Lamentablemente, al hacerlo, se chocó con un chico más alto que ella, el cual volcó gran parte de su trago en ella.

-Perdoname gorda, no te vi.- Fue lo único que articuló el muchacho antes de marcharse completamente despreocupado.

Florencia sintió cómo su sangre comenzaba a hervirse lentamente. Totalmente indignada y ya convencida de que su noche sería un fiasco, tomó asiento en la barra, decidida a quedarse ahí toda la noche.

-Dame algo fuerte, por favor.- Dijo Flor al sentarse. Apoyó su cabeza entre sus manos, totalmente rendida. Luego dejó salir un suspiro de cansancio.

-A mi también me gustaría tomar lo que pidió la señorita, si es tan amable.- Dijo voz que se encontraba al lado de Florencia. Esta curiosamente levantó la mirada, y giró su cabeza para ver de quién se trataba.

Una mujer alta, colorada, y probablemente de la misma edad que Flor se encontraba sentada a su lado. Había algo en ella que le llamaba la atención. No podía descifrar qué era.

-¿Mala noche?- Preguntó la chica arqueando una ceja, a la vez que deslizaba por la mesada en dirección a Flor el trago que el bartender le había entregado recientemente.

-La peor de todas.- Respondió Florencia antes de tragar de un solo tirón más de la mitad del contenido que se encontraba en su vaso.

-¿Querés contarme qué pasó, o hablamos de otra cosa?- Su voz seductora era probablemente lo que tanto le llamaba la atención. Era una voz rasposa, que se camuflaba entre fuerte y dulce. Había algo dentro de Florencia que deseaba escucharla en repetición, sin descanso.

-Las soretas de mis hermanas me obligaron a venir con ellas, y las forras me abandonaron en menos de diez minutos.-

-Suele pasar. Mis amigos me hicieron exactamente lo mismo, hace horas que nos los veo.- También había algo atrapante en sus ojos, Florencia sentía que estaba atravezándole el alma con su mirada, y no podía hacer nada al respecto. -Brindemos por eso entonces.- La chica le entregó una sonrisa, mostrando sus dientes blancos y perfectos, a la vez que achinaba sus ojos. Florencia sintió un cosquilleo por todo su cuerpo antes de chocar su vaso con el de la chica colorada.

De repente dejó de sentirse tan desafortunada.

-¿Cómo te llamás?- Preguntó, pidiéndole al bartender con su mano que rellenenara sus vasos.

-Florencia.- Respondió simplemente. -¿Vos?-

-Hermoso nombre para una chica tan hermosa.- Dijo relajadamente. Florencia se sonrojó sin poder desimularlo.-Yo soy Jazmín, pero no soy para nada interesante.-

-Eso ya lo veremos ¿o no?- Florencia le continuaba el juego seductor y no sabía por qué. Sentía una extraña atracción hacia la chica, como si algo en ella la obligara a seguirle la corriente. Pero no le molestaba.

-Decime, ¿estás dispuesta a averiguarlo?- Jazmín se acercó lentamente a la boca de la chica. Sus labios estaban al borde de rozarse. Una ola de calor invadió el cuerpo de Florencia, sin que esta pudiera resistirse. Esa parte dentro de ella que se encontraba confundida con la situación, le pedía más y más a la chica colorada. No podía esperar a que sus bocas se conectaran de una vez.

-Sí.- Respondió, totalmente rendida, ya no quería ni podía esperar más.

Jazmín se levantó rápidamente de la silla, y tomó firmemente la mano de la chica. Florencia sintió como sus pelos se erizaban al sentir el contacto con el cuerpo de la chica. Su corazón comenzó a latir.

Se encerraron en uno de los baños en menos de un minuto. Jazmín no tardó en apoyar fuertemente sus caderas contra las de Florencia, sintiendo el calor que provenía de ambos cuerpos. Rápidamente, ambas chicas unieron sus labios, dando paso a sus lenguas, las cuales no tardaron en comenzar una batalla.

Jazmín lentamente comenzó a bajar sus dedos por el vestido de Flor, produciéndole cosquilleos insufribles, hasta que finalmente llegó a su intimidad. Luego de recibir la aprobación de la otra chica, no dudó en introducir sus dedos en ella y comenzar a jugar con ellos. La chica no pudo ahogar el placer que sentía.

-Tengo el raro presentimiento de que...- Apenas podían mantener sus bocas separadas. -Nos vamos a volver a encontrar. Y muy seguido.- Y sin decir más, Jazmín continuó lo suyo.

Gateway Drug. || FLOZMÍN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora