»quince.

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Florencia nuevamente no sabía dónde se encontraba, y todo a su alrededor era blanco como la nieve. El aire de aquel ambiente por momentos era tan frío que helaba sus pobres pies descalzos sin piedad, y por otros, era tan caliente y pesado que le dificultaba la respiración, y la agobiaba.

El lugar dónde se encontraba estaba completamente desolado, y Florencia detestaba no tener a quién recurrir, no tener a alguien que la pudiera guiar hacia la salida, aunque dudó seriamente que aquel lugar tuviera escapatoria alguna, pues hasta el momento no lo parecía. Pero de todas formas, rendirse no estaba en sus planes. Tenía que escapar de aquel lugar aunque la vida le costara.

Comenzó su caminata, pero como era de esperar, fue en vano. Su avance era casi inexistente y prácticamente no se dirigía hacia ningún lugar en absoluto. La desesperación se hacía carne en ella con cada paso en falso que daba, y con cada segundo que pasaba encerrada en aquel detestable lugar.

El miedo corría por sus venas, apenas podía pensar claramente. Ya no sabía qué hacer. Aparentemente, ya no le quedaba otra opción más que rendirse y aceptar que se quedaría atrapada allí para siempre.

De repente, todo se volvió completamente oscuro y frío, y antes de que pudiera notarlo, una risa malvada que tan familiar le resultó a Florencia, resonó por todo el lugar, generando un eco que le resultó mucho más que escalofriante. Trató de identificar de dónde provenía aquel horripilante sonido, pero simplemente no pudo, no parecía provenir de un lugar específico.

Trató de correr, de escapar, pero una fuerza más potente que ella la derribó violentamente al suelo, provocando que la pobre chica se retorciera del dolor. Intentó huir nuevamente, pero de nuevo fue devuelta al piso con la misma violencia.

La risa que cada vez era más fuerte y macabra comenzaba a lastimar los oídos de Florencia. Y justo cuando pensó que ya estaba todo perdido, que ya nada podría ser peor, a lo lejos una figura negra empezó a caminar en su dirección.

Florencia cerró fuertemente sus ojos, creyó que de aquella forma nada ni nadie podría lastimarla, pero no se daba cuenta de lo ilusa que era.

Luego de permanecer unos segundos de aquella manera, lentamente abrió los ojos, sientiendo pequeños destellos de luz.

Finalmente todo había acabado.

Pero al darse vuelta, se encontró cara a cara, a menos de un centímetro de distancia con aquella figura que no tardó en reconocer.

Daniel Caccavella.

Florencia dió un salto en su lugar al despertarse, golpeando su cabeza con el respaldo del sillón. Llevó su mano al pecho en señal de alivio al darse cuenta que todo lo ocurrido había sido nada más ni nada menos que otra pesadilla. No había sido real, pero de todas formas, su corazón latía a la velocidad de la luz, y su cuerpo estaba casi tan sudado como la vez pasada.

Se acomodó en el sillón, y al hacerlo, sintió una punzada enorme en su sien, lo cual la obligó a enterrar su cabeza en sus manos, y a apretar fuertemente su mandíbula para expresar su dolor. Se maldijo a sí misma, dudando hasta cuándo Daniel seguiría apareciendo en sus sueños.

Se estremeció con solo pensar en su nombre.

Al abrir nuevamente sus ojos, pudo contemplar una botella de vino vacía que se posaba en la mesa en frente de ella, y automáticamente se aparecieron en su mente pequeños recuerdos de lo que había sido su noche. Lentamente desvió su mirada hacia la pared que se encontraba a su derecha, y al ver los pedazos de cristal desparramados en el suelo, automáticamente recordó los hechos exactamente como habían sucedido.

Gateway Drug. || FLOZMÍN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora