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Aquel beso no cambió mucho nuestra relación, continuamos viéndonos como siempre, ignorando el torbellino de emociones que se había desatado entre nosotros

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Aquel beso no cambió mucho nuestra relación, continuamos viéndonos como siempre, ignorando el torbellino de emociones que se había desatado entre nosotros. Evitábamos hablar del tema y, al mismo tiempo, ignorábamos mis sentimientos en una distancia emocional entre ambos.

No estaba bien.

A menudo me preguntaba cómo había logrado soportar cinco años de esta frustrante situación. La respuesta escapaba a mi comprensión. Tal vez, en algún momento, había tenido la esperanza de que las cosas cambiaran, pero eso jamás sucedió.

Y probablemente, nada cambiaría nunca. Entonces, ¿a qué me aferraba exactamente?

¿A esa amistad que hace mucho no se podía llamar así?

Quizá.

Odiaba ser tan sensible, pero eso no lo demostraba. Guardaba mis lágrimas hasta llegar a casa, prefiriendo mantener una fachada de indiferencia ante aquel chico que, a pesar de todo, seguía siendo una parte esencial en mi vida.

Los automóviles pasaban uno tras otro ante nuestra mirada, en un agradable silencio. Un ligero viento mecía nuestros cabellos levemente en aquel parque tan conocido. Sus manos descansaban en los bolsillos de su chaqueta oscura, su mirada se perdía en el entorno mientras yo no podía evitar mirarlo de reojo. Una sensación cálida se apoderaba de mi pecho cada vez que lo hacía.

Los lunares en su mejilla eran una de esas pequeñas cosas que me encantaban de él. El lunar debajo de su labio inferior, el lunar en su nariz... Sentía una necesidad de posar mis labios en cada uno de ellos, a pesar de lo incorrecto que fuera.

— TaeTae— me llamó, interrumpiendo mis pensamientos.

— ¿Sí?— respondí, mirándolo atentamente.

Jungkook se giró para mirarme de igual forma y empezó a hablar.

— Hoy invité a los chicos a mi casa para pasar el rato. Esta semana fue muy pesada — dijo con una voz calmada—. ¿Te gustaría unirte?

— Claro que sí, Kookie. — respondí con una sonrisa, esperando una respuesta igualmente amigable, pero solo recibí un asentimiento a cambio. Algo en mí se sintió un poco vacío.

— Puedes invitar a tus amigos.— añadió, volviendo su mirada al frente.

Dos nombres se me vinieron a la mente de inmediato, así que asentí, asegurándole que lo haría.

Así continuamos, entre conversaciones breves y respuestas concisas, hasta que nos despedimos, a la espera de la anhelada reunión. Cuando llegué a casa, a unos minutos del parque, me sumergí en la música que sonaba en mis auriculares, tratando de encontrar algo de consuelo en aquellos ritmos.

Cuando llegó la hora, me vestí de manera informal; era una simple tarde entre amigos. Sin embargo, a pesar de la informalidad, traté de lucir lo mejor posible para él, casi como en un tonto pensamiento.

Why So Lonely | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora