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Los días pasaron con lentitud, casi como si no quisieran hacerlo realmente y pronto se convirtió en una semana

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Los días pasaron con lentitud, casi como si no quisieran hacerlo realmente y pronto se convirtió en una semana. Pensamientos iban y venían, la mayoría involuntarios y sin querer, todo era tan insípido que me hizo preguntar si las cosas se sentían así por el vacío en mi pecho. Ese agujero indoloro tan conocido para mí, que se iba y volvía por periodos miserables, haciéndome sentir demasiado y otras veces, casi nada.

Una semana.

Solo una semana bastó para que mi teléfono volviera sonar con esa notificación tan conocida para mí.  

Él regresó como si nada, preguntándome cosas como solía hacer, ignorando todo como si nunca nada hubiese sucedido. Quise decirle como me sentía, mis pensamientos, mis temores y todo lo que me lastima, pero no lo hice, como siempre no lo hice. Nunca tuve el valor para decir lo que me duele, nunca me dieron la oportunidad de hacerlo y yo nunca la pedí.

Me silencié, ignoré mi propio sentir y no dije nada, el miedo de estar solo siempre fue más grande.

Hablábamos por mensaje como cualquier par de amigos, fingimos que todo está bien, él y yo somos expertos en eso. Todo era una completa mierda.

Es sábado, un muy aburrido sábado. Hasta que recibí una llamada de Jungkook.

¡Hola!— saludó él nada más al contestar la llamada.

Lo saludé de vuelta, tratando de que no se diera cuenta de mi nerviosismo.

Han abierto una nueva cafetería cerca de mi departamento, dicen que es buenísima. ¿Quieres ir conmigo?— preguntó con voz suave.

—Oh— la primera salida después de todo ese caos—. ¡Claro, Kookie! ¿A qué hora? — pregunté.

El nerviosismo recorría mi cuerpo por completo, miles de interrogantes, de cuestionamientos que me quitaban el aire. Nos conocemos hace años, sí, pero esto se sentía como si fuera la primera vez que nos veremos.

Paso por ti en una hora.— dijo él.

Yo sonreí para mí. Quizá esta era la señal para comenzar a hacer las cosas bien y, si tenía el valor suficiente, podría ser sincero por primera vez y reordenar esta amistad que, a pesar de los altos y bajos, guardo en el corazón con absoluto cariño.

— Claro, Jungkook. ¡Nos vemos!— y sin más corté la llamada. 

Subí las escaleras rápidamente, entrando en mi habitación, buscando entre el clóset algo que ponerme. Me metí a bañar y como siempre pasaba no quería salir de ahí, el agua se sentía increíble, tan cálida contra mi cuerpo. Salí cuando el agua se sintió más fría, me vestí, con una toalla empecé a secar mi cabello y lo peiné, me puse un poco de perfume en el cuello.

Se sentía de algún modo perfecto.

Aún faltaban algunos cuantos minutos, por lo que con cuidado me lancé sobre mi cama observando el techo blanco de mi habitación. Jungkook solía venir a mis pensamientos de la nada, durante todo el día, eso me hacía sentir culpable, pero la sensación que se alojaba en mi pecho al pensarlo era tan cálida, que me hacía cerrar los ojos y sonreír.

Why So Lonely | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora