CAPÍTULO 3: "RECUERDOS Y UN TRATO"

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La escolta pidió ayuda a los guardias en cuanto vio a Irene desmayarse

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La escolta pidió ayuda a los guardias en cuanto vio a Irene desmayarse. La llevaron a sus aposentos. En ese entonces, un soldado muy cercano a Irene se acercó a donde estaba.

- ¿Qué haremos? ¿Nuestra señora puede perder a su bebé? - preguntó la escolta preocupada.

- Ahora debemos llevarla a un lugar seguro. ¡Deprisa!  - ordenó tajante.

Pero, para sus adentros, tenía otra cosa que decir: ¿En qué piensas, Irene? Buscando un hijo en estos momentos...

La llevaron más abajo del refugio, mientras que el suelo temblaba sin cesar. Arriba, las ruinas del reino eran pisadas por los dragones enemigos que llegaron a Ishgar, pisando a su vez el cuerpo de Belserion. Irene terminó despertando ante el crujir de los huesos del dragón.

- Belserion...

El soldado la miró y se acercó a ella en cuanto sintió que se movía

- ¡Irene-sama! ¿Se encuentra bien?

Irene tocó su vientre notando un poco de abultamiento a modo huevo. Suspiró aliviada.

- S-sí... 

Intentó levantarse recibiendo la ayuda del soldado.

- ¿Quiere sentarse?

- Aquí estoy bien... gracias... - al decir esto, miró con seriedad al soldado - Quiero que me digas todo lo que sepas sobre el Dragon Slayer Carmesí... - dijo recordando la esfera de poder que acabó con la vida de muchos de los suyos, incluido Belserion - Investiga todo lo que puedas...

- Esto... - intervino la escolta con timidez - Nadie sabe mucho solo que cayó del cielo hace meses....

- ¿Del cielo? - preguntó curiosa. No le sorprendía que su querida escolta lo supiera. Después de todo, era la más fisgona de la zona. 

- ¡Sí! ¡Y desnuda para variar!

Irene miró a su escolta medio sonriendo, no dando crédito a lo que acababa de decir. El soldado por su parte miró alucinado a la escolta. 

- ¡¿Cómo?! - preguntó el soldado atónito.

- ¡Sí! Dicen que su gran cabellera castaña cubría las zonas íntimas... pero estaba desnuda.

- E-Es igual. Si es lo que su Alteza quiere, investigaré... – se inclinó un poco para susurrarle a su reina - No cometa ninguna locura, Irene-sama. No nos conviene que muera.

- Tranquilo, no cometeré ningún error... se lo prometí a Belserion... – dijo acariciando su vientre. 

El soldado sonrió y se fue a cumplir con la misión que se le encomendó.

- Por cierto, Irene-sama... - comentó la escolta una vez el soldado se fue - Su hijo...

- Belserion era un Dragon Slayer... recientemente se volvió un dragón, nadie se dio cuenta por que no quisimos dar mucho de qué hablar sobre ese tema. - respondió Irene - Yo... ya estaba embarazada de un hijo suyo mucho antes de su transformación.

Los últimos dragones del ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora