10: Luna de miel.

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Traía una jodida jaqueca que le estaba matando. Llegó al palacio y en vez de tomar un baño y dormir, debió salir a realizar su trabajo, estaba ido, con un fuerte dolor de cabeza y el estomago hecho un lio, quería dormir, mataba por acostarse en una cama pero era responsable y cumplía con sus obligaciones. Llegó al palacio en la tarde, comió algunas frutas tomó una ducha bien fría y se metió entre las relajantes sábanas de lino y antes de darse cuenta estaba dormido. Era raro que se durmiera tan rápido ya que sus pensamientos le dejaban despierto una o tres horas antes de conciliar el sueño o simplemente no dormía, cuando solía cerrar los ojos veía aquellos demonios del inframundo, sus pesadillas eran todas las noches así que mayormente prefería no dormir pero aquella tarde había sido la mejor de todas, durmió  como si hubiese estado en una nube.

Cuando despertó todo estaba oscuro, la noche había caído, bostezo y una sonrisa se plasmó en sus labios, había dormido demasiado bien, tanto que sentía no merecerlo. Escucho el sonido de las puertas de su aposento, alguien había entrado, se quedo  en su lugar, debajo de las sábanas ya que luego de tomar la ducha sólo se acostó a dormir desnudo.

-¿Horus? ¿Qué haces aquí?- Pregunto Bek mirándole con extrañes- Déjame cambiar por favor, así hablaremos mejor- Comentó mirando como este se aproximaba a la cama- ¿Estas ebrio?- Pregunto al sentir el fuerte aroma a alcohol en el ambiente- Mejor sal ¿Si?-

Horus se hizo el sordo. Quito la sábana que cubría el diminuto cuerpo de Bek, lo observó parte por parte, su pecho, sus costados, su cuerpo algo trabajado, su abdomen. El fuego se le había encendido en la mirada, su lengua humedecia sus labios de forma morbosa, escuchaba los reclamos de Bek pero a la vez no le prestaba asunto, ni interés. Se posicionó encima de el, tomando sus muñecas finas con su mano izquierda para alzarlas por encima de su cabeza, acercó su rostro al ajeno, provocando que Bek se estremeciera al sentir su aliento caliente embriagarle.

-¿Por qué fuiste hombre Bek?- Pregunto alargando las vocales- Eres tan hermoso y pequeño, tan delicado ¿Sabes lo confundido que me tienes? Anoche me folle con odio a la diosa ¿Sabes por qué?- Río de forma retorcida- Pensé que te follaba a ti y no a ella. En mi mente estaba tu rostro presente, un rostro erótico que quisiera conocer-

-Horus no hagas esto- Se removió incómodo, avergonzado, excitado bajo el dios- Estas tomado ¡Somos hombres! Solo ve a tu habitación y duerme- No quería que Horus hiciera algo que después llegase a repetirse de ello, pero el lo deseaba- Horus por favor. Solo retírate-

-¿Me estás sacando de aquí? Este palacio es mio de forma completa igual que tu- Pregunto paseando su mano libre por su abdomen- Todo tu cuerpo tiembla ¿Y quieres que me largue?- Rio, pero sus carcajadas fueron roncas, ásperas, demasiado para el menor- Lo deseas tanto como yo Bek- Susurra en su oído para la luego pasear su lengua hasta llegar al cuello del menor- No te mientas a ti mismo-

-Ho...Horus- Trago en seco al sentir el contacto en su piel- Eres muy grande, para pensar en algo así ¡Joder! Me romperás- Comentó avergonzado-

-En la cama no existen tamaños- Pronunció en un tono suave para liberar de su agarre al menor- Así que por ello no te preocupes- Empezó a quitarse su armadura- Sólo disfruta lo que un dios te puede brindar-

El dios del viento estaba desnudo delante de el, era grande en todo el sentido de la palabra ¿Horus pretendía matarlo con tremendo animal que le cuelga entre las piernas? Bek trago en seco. El dios volvió a la cama, comió de los labios de Bek, disfrutando el mismo sabor que probó en aquella tormenta, extrañaba ese paladar en el suyo. La lengua del mayor era succionada hacia el interior de la cavidad bucal de Bek, eso le encantaba. Sus grandes manos tocaban todo el cuerpo del menor dejando marcas violetas a su paso. Pero quería devorarlo, comérselo completo hasta satisfacer el hambre voraz que sentía. Cada parte del cuerpo del pequeño fue inspeccionada con delicadeza y atención, Bek se estremecía bajo la boca de Horus, era demasiado bueno para ser verdad, sentía que en cualquier instante iba a estallar.

Horus se sentía como un abusador al tener un cuerpecito  así a su merced, tan pequeño y sensible que a cada rose se estremecía, amaba esa parte desconocida de Bek. Hacia tiempo deseaba hacerlo pero una guerra interna del si y el no le comían vivo, pero al tener alcohol en la cabeza sus ideas iban todas juntas. Se detuvo en la entrada del menor, mojo sus dedos con saliva para así poder prepararlo, ya que aquello que venia era grande y mucho. Observó el rostro de Bek y estaba un poco mas que rojo, sus ojos húmedos y sus labios temblaban le escuchaba gemir por lo bajo y de alguna forma no quería olvidar aquello en su vida.

Se acosto envima de la cama para colocar al menor encima suyo ya que la diferencias en estaturas y tamaño era bastante. Rozó su gran miembro en la diminuta entrada de Bek, le harían un funeral a su culo. Bek se estremecía al sentir como era estirado de forma grotesca por la gran cabeza de aquel miembro, sus ojos se cerraron con pesar y sus manos se aferraron al abdomen de Horus, era mucho, demasiado para el. Unas lágrimas copiosas se escapaban de sus ojos ¡Horus era muy grande para el! Fue una lucha interna hasta que sintió estar completamente lleno por su nombre. Horus no dejaba de ver el rostro de Bek y era el mismo gesto erótico que había imaginado, sus ojos llenos de lágrimas, su rosto rojo, su lengua fuera como una perra en celo y cada célula de su cuerpo temblando. Le hizo excitar como nunca en su vida había estado.

No hablaron,  de una forma extraña no necesitaban algo igual, sus cuerpos hablaban el mismo lenguaje y complacían  las cosas que querían, los deseos que tenian, la necesidad que los comía a ambos.

A N G E LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora