Casi una semana sin noticias de Castiel. Lo último que Dean supo de él fue que estaba siguiendo una pista sobre Jack. La conversación fue corta y extraña y le dejó un mal sabor de boca. Algo no estaba bien. Una hora después de hablar con él, Dean había vuelto a llamar, pero la llamada fue directa al buzón de voz. Sam había intentado tranquilizarlo diciendo que Cas seguramente estaba manejando y no podía atender el teléfono. Pero Dean sabía que algo andaba mal, sus entrañas se lo decían.
Un dolor punzante en el centro de su pecho había ido creciendo con el correr de los días hasta llegar al punto de ser insoportable. Ya había sentido esto antes, muchas veces. Sabía con exactitud lo que significaba.
Eran las tres treinta de la madrugada cuando el cazador se sentó sobresaltado en la cama. Podía sentir sus palpitaciones con tal fuerza que casi le parecía oírlas. Estaba cubierto por un sudor frío y sus manos estaban heladas. Pensó en despertar a Sam. Rogarle que lo ayudara a resolverlo, aunque tuviera que explicarle lo que estaba sintiendo. Necesitaba que aquello se termine de una vez. La paz y la felicidad solo duró dos malditos días.
Dean caminó hacia el pasillo de las habitaciones, aún no muy convencido. Una luz se colaba por la puerta de la cocina. Volvió a sentir que su corazón se aceleraba. Tal vez era Castiel. Quizá Cas regresó a casa y no quiso despertarlo. Caminó lo más rápido que pudo, evitando correr, pero al llegar al umbral su hermano lo miraba perplejo desde la mesa, taza de café en mano y la luz de la laptop parpadeando enfrente de él.
—¿Qué sucede, Dean? —preguntó, quitándose los auriculares.
—Nada. Creí que... nada. Olvídalo —dijo desanimado. Tenía la boca seca. Se sirvió un vaso de agua y se sentó a la mesa.
Sam lo siguió con la mirada calculando posibilidades. ¿Qué podría haber creído Dean? ¿Qué era Jack? No, claro que no...
—¿Pensaste que era Cas? —preguntó con una actitud cautelosamente diseñada para lucir natural y no espantar a su hermano. No estaba juzgando sus motivos y eso debía estar claro, de otro modo Dean pondría una excusa cualquiera y se iría de la habitación.
Dean suspiró y murmuró un «seee» casi inaudible mientras se llevaba el vaso a los labios y no lo bajó hasta haber bebido la mitad del agua. Volvió a dejarlo sobre la mesa y buscó la mirada de Sam.
—Dean, no debes preocuparte tanto, él puede cuid... —Dean lo silenció alzando una mano en su dirección. No necesitaba eso, estaba harto de escuchar siempre las mismas escusas.
—No, Sam. Ya es suficiente. Escucha. —Sam cerró su laptop para darle toda su atención—. Mira, yo, en realidad quería hablar contigo. Es sobre... so-sobre Cas. —Dean se mojó los labios antes de continuar hablando, estaba nervioso, pero decidido a seguir adelante—. Sé que tú crees que está bien. Sí, tienes razón, es grande y puede cuidarse solo, pero yo sé que no está bien. Yo sé que algo malo le sucedió y necesita ayuda. —Hizo una pausa, sentía la saliva espesa, tragó con dificultad y volvió a buscar el vaso de agua.
—¿Qué quieres decir con que tú sabes? ¿Cómo lo sabes? —preguntó Sam poniendo énfasis en la última palabra.
—Solo lo sé ¿de acuerdo? —Sam alzó las cejas con incredulidad y se cruzó de brazos. No era suficiente. Dean se maldijo mentalmente por haber comenzado aquella conversación—. Okay, ¡Okay! —dijo alzando las manos en señal de rendición, luego las pasó desde su frente hasta su barbilla, para terminar dejándolas sobre su regazo. Suspiró antes de volver a hablar—. Bien, esta es la cuestión... ¡Demonios! No hay una forma de explicar esto y que no suene... gay.
Sam sopló una risa y meneó la cabeza.
—Solo inténtalo. No importa cómo suene.
—Bien. Emm ¿Recuerdas cuando Cas dijo que nosotros compartimos un lazo más profundo? —Dean estaba hablando con la mirada fija en la mesa, sentía su rostro ruborizarse y solo se aventuró a mirar a su hermano a la cara por un instante, para asegurarse de que sí recordaba. Sam asintió en silencio—. Okay... La cuestión es... el lazo... es algo real. —Esta vez buscó su mirada, necesitaba saber que estaba comprendiendo correctamente lo que decía—. Quiero decir, es algo físico, ¿entiendes, Sammy?
—¿Qué quieres decir con algo físico? —preguntó, desconcertado.
—Eso. Bueno, no puedo tocarlo, pe-pero lo siento. Es como si algo invisible nos uniera ¿Comprendes? —Las cejas de Sam saltaron varios centímetros y Dean pudo sentir cómo sus orejas comenzaban a arder en llamas. O al menos, eso parecía—. Es... difícil de explicar. Pero sé cuando Castiel está en problemas reales. Algo cambia, es como... co-como si tirara. Como cuando estás pescando y el sedal se tensa y puedes sentir cómo el pez se retuerce en el otro extremo. Así. —Su hermano escuchaba en silencio, asintiendo levemente. La analogía de pesca lo había tranquilizado un poco, no sonaba tan mal, y era una forma bastante gráfica de plantearlo—. Sé que algo le sucede, puedo sentirlo, el lazo está tirando con fuerza y estoy comenzando a desesperarme. No sé cómo encontrarlo. Yanoséquémáshacer —concluyó, las palabras atropellándose en su boca.
—Bueno Dean, sí suena algo gay —bromeó Sam para descomprimir el ambiente. Dean lo miró con el ceño fruncido y Sam se aclaró la garganta. Estaba por decir algo más cuando de pronto su hermano se llevó las manos al centro del pecho, ahogando un grito de dolor. Se había doblado en el asiento y su frente casi tocaba la mesa—. ¡Dean! ¡¿Qué te sucede?! ¡Dean! —gritó alarmado, al tiempo que corría a su lado. Lo tomó por los hombros, intentando ver qué era lo que estaba mal.
Dean estaba respirando con dificultad, forzando las inhalaciones y exhalaciones al tiempo que la puntada de dolor iba disminuyendo. Finalmente sopló y buscó la mirada de Sam.
—Ayúdame, Sammy —rogó con un hilo de voz mientras una lágrima caía por su mejilla.
ESTÁS LEYENDO
Lazo Profundo
Hayran KurguCas está desaparecido y Dean presiente que algo está realmente mal. Coda s13e07