Capítulo 2

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NR: JUSTIN.

Ni siquiera traen globos. Qué bueno. El cuarto está tan pequeño y ellos tan apretados que en cuanto abrimos la puerta, salen corriendo y nos llevan a la entrada de la casa. Mis abuelos ya están afuera.

                —Les hemos preparado un mini tour.

                Chaz. Comienzo a sentirme culpable. Últimamente solo salía con Ryan. Aunque Chaz y yo sabemos por qué nos separamos (¿o no?). Él parece olvidarlo, porque ni siquiera me mira con rencor a Ryan o a mí.

                _____ asiente con la cabeza, muy emocionada. Ya no puedo decir que no. Cuando todos me ven, asiento yo también, los demás se vuelven locos. Las chicas agarran de los brazos a _____ y se la llevan y comienzan a hablarle de cosas que apenas escucho. Dicen palabras clave como vuelo, equipaje, disco, descanso, viaje, hermano, etc. Los chicos van detrás de ellas, aventándose entre ellos, pero nunca tocan a las mujeres. Jalo a Chaz de la playera y le digo:

                —Hey. Solo es mi amiga.

                —Claaaaro.

Resulta que han pensado lo mismo que nosotros para comer: ir a la pizzería. Las chicas llevan a _____ a la silla en la que me senté cuando salimos aquí en Never Say Never. Ella sonríe, emocionada. Me siento en la silla de su lado izquierdo y ella me quita la gorra, se la pone derecha y dice:

                —Mírenme —habla como hombre—. Soy Justin Bieber. Estoy reunido con viejos amigos y con una nueva amiga. Eh… esto no es muy normal, pero…

                Se queda sin ideas. Mis amigos ríen y yo le quito la gorra y me la pongo. Ella me sonríe, esperando que le haya agradado su imitación de mí. Le asiento y se ríe.

Tuvimos que juntar otra mesa para que todos cupiéramos en una misma.

                —Comenzamos en… —comienzo a decir, mirándola a ella, pero levanta una mano para detenerme—. ¿Qué… qué pasó?

                —¿Ya no das las gracias antes?

                Es como un golpe al pecho. Ryan, el que más me conoce del grupo, es el que más pálido se pone. Lo miro, intentando que solo mis ojos le digan “oye, no importa.” Entonces la miro otra vez y vuelvo a asentir (es casi la décima vez en una hora). Toma mi mano, después la de “la chica que le ganó a Justin Bieber” que está a su lado. Cierra los ojos y comienza:

                —Señor, te damos las gracias por dejarnos estar aquí reunidos. Especialmente a mí, que he tenido la suerte que nunca me esperé. Te damos gracias por la salud, por los alimentos, los amigos…

                Por más que intento escucharla, dejo de hacerlo. Sus palabras siguen retumbando en mi cabeza, como si estuviera acusándome de algo que he hecho mal. Tal vez sí lo he hecho mal. Dejar de dar las gracias no hace de su viaje una ventana para conocerme más a fondo. O tal vez sí, dejándole claro que dejo de hacer unas cosas que hacía antes. Pero esta no es para bien.

Nos invitan a un partido de basquetbol. Mil veces más hubiera preferido el hockey, pero ella no es canadiense y me daría vergüenza que me viera enfadado porque mi equipo favorito no gana.

                Nuestros amigos dejan que nos sentemos juntos, gracias a Dios (oye, ya di gracias). Tengo a Ryan a mi lado y nuevamente “la chica que le ganó a Justin Bieber” al lado de _____. Agradezco que sea una mujer quien está a su lado.

Pontoon (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora