Día 1

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Elena Pierce

Pasajeros del vuelo con destino a Londres, favor de bajar, hemos llegado.

Se escuchó una voz masculina, desabroche el seguro para después hacerme una coleta, seguramente mi cabello estaba hecho un desastre.

–¿Necesita ayuda?

Mire hacia donde aquella voz había provenido, encontrándome con una de las azafatas.

–No –sonreí–. Pero muchísimas gracias.

Me levanté del asiento y me incline hacia adelante, tomando las cosas que había puesto en el pequeño compartimiento de arriba.

Una de mis bolsas término en el piso, y todo término regado en el suelo.

–Ay, no –me quejé.

Me agache y comencé a recoger el gran desorden.

–Creo que esto es tuyo –alguien río a mis espaldas. Levanté la mirada encontrándome con un chico de no más de veinte años.

–Si, así es –me pasó el pequeño frasco que contenía uno de mis más caros perfumes.

Metí todo en la bolsa de nuevo, ignorando el hecho de que el chico seguía atrás de mi.

–¿No necesitas más ayuda? –pregunto a lo que negué con la cabeza.

Él asintió y se fue del lugar a pasos lentos. Suspire aliviada y tome las maletas restantes para después bajar del avión. Fue un viaje demasiado pesado y sólo esperaba por llegar y dormir un buen rato.

Las personas caminaban de un lado a otro, y todos hablaban animadamente. Me sentía como un bicho raro, puesto que no sabía ni una pizca de inglés.

Un letrero de colores llamativos y pequeños dibujos con brillantina lograron captar mi atención. Justo allí decía mi nombre. ¡Por fin!

Camine con total emoción. El señor me miro y señalo el cartel a lo cual asentí, pues estaba entre aquellos nombres.

–B-Bienvenida –dijo con dificultad.

Era de suponerse, ni él sabía español, ni yo inglés. Algo difícil, pues tendríamos problemas para comunicarnos.

–Mike, stay here –susurró en dirección a otro tipo. Le pasó el cartel y después se acercó a mi para tomar las maletas, por lo menos algunas–. P-por acá...

Comenzó a caminar a lo que parecía la salida, y fui siguiendo sus pasos.

[...]

El lugar parecía de los más antiguo, no era nada comparado a como el folleto mostraba.

–Y por acá tenemos la biblioteca, sólo necesitamos tramitar su credencial antes para que puedan tener el uso completo del material –informó la encargada del recorrido.

Observe a los demás estudiantes, sólo éramos ocho. Supongo que esa era una gran ventaja, el no ser demasiados.

–¿Para que queremos una biblioteca?

Se burlo uno de los chicos, la encargada lo miro un poco confundida pues como todos los de acá, no hablaba español a la perfección.

–¿Para estudiar? –me di media vuelta observando al chico de piel morena y ojos oscuros–. Olvídalo, creo que tu pequeño cerebro no lo comprende.

Todos nos miraron de una forma extraña. Sin comprender el hecho de que apenas iniciábamos acá y ya estábamos peleándonos sin conocernos.

–Por aquí, chicos –volvió a hablar la encargada.

Nos guió por los pasillos hasta llegar a un gran salón de clases. Observe todo con detenimiento, era demasiado hermoso como para ser un aburrido salón de clases. Pero que decir, Londres era perfecto.

–Tomen asiento, por favor –indicó.

Mire los bancos, y al final opte por ponerme en los primeros de la fila.

Ella se puso al frente y comenzó a darnos un pequeño discurso de bienvenida. Lo cual ya había escuchado al llegar acá, pero no dije nada al respecto.

Comenzaron a pasar uno por uno, presentándose a si mismos como sueles hacer cuando eres nuevo o cuando conoces a alguna persona.

Él moreno pasó al frente, con su vista puesta en la pelinegra de atrás.

–Mi nombre es Richard y vengo desde República Dominicana.

Lo observe bien, abría jurado que el tipo venía desde Cuba o algo parecido, pues era algo similar el acento.

Otro chico pasó al frente, también era moreno, pero más claro que él primero.

–Hello, my name is Joel Pimentel –tartamudeo un poco–. And, I'm from México.

–¡That's great! –aplaudió la encargada.

–Soy Christopher y vengo de Ecuador, no más preguntas –contesto cortante y fue de nuevo hacia su lugar.

Ahora era el turno de una chica, ella pasó con la mirada al suelo. Escondiendo su rostro entre los largos mechones de cabello.

–Yo soy Jenna, y vengo desde España.

Bajó con rapidez del lugar y corrió hacia su banco. Al sentarse logro hacer un gran escándalo, obteniendo las miradas de todos sobre ella.

Un chico delgado que parecía no haber comido en semanas, apareció frente a nosotros.

–Mi nombre es Erick, soy de Cuba.

Oh, con que si había un cubano entre nosotros. Él chico me obsequió una sonrisa a lo cual le di una mueca, no era para nada mi tipo.

Una chica de cabellos claros pasó al frente sin siquiera ser llamada.

–Yo soy Caroline y vengo de Chile. No hablo con extraños y mucho menos con gente como ustedes, así que manténganse lejos de mi. Sobre todo tu, moreno –señalo al que parecía llamarse Richard.

Él sólo río. Algo me decía que entre esos dos abría algo, y muchos problemas también.

La encargada me nombro, así que tuve que pasar al frente. Mis piernas flaquearon al ver todos esos ojos puestos en mi, sintiéndome completamente incómoda.

–Mi nombre es Elena –comencé–. Y no puedo decir cual es mi nacionalidad, puesto que no la se con exactitud. Siempre estoy mudándome de una casa a otra, de país en país, así que no sé.

Ella me miro atenta pero no llego a decir palabra alguna.

–Bien, sólo nos falta un chico –dijo sonriente.

Lo nombro y él pasó al frente sin interés alguno.

–Soy Zabdiel y vengo desde Puerto Rico.

Metió las manos a sus bolsillos y tan rápido como subió, bajo.

Él chico pasó por mi fila con tal rapidez que casi logra tirar mis cosas. Estaba dispuesta a decirle algunas palabrotas pero la encargada comenzó a hablar de nuevo llamando mi atención.

–Chicos, muchísima suerte –sonrió mirándonos–. Esperemos que obtengan buen resultado en las pruebas y puedan asegurar su lugar acá.

Si, yo también esperaba eso.

–No me queda nada que decir más que... ¡Bienvenidos! –chilló emocionada.

Mire hacia los demás chicos, y todos me observaban con una mala cara.

Sin duda esto sería como los juegos del hambre.

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2017 ⏰

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Un mes de locos |Zabdiel De JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora