VI: Jazmín

39 3 2
                                    

Entré en casa a hurtadillas, tratando de andar lo más silenciosamente posible y cerrando todas las puertas detrás de mí super despacio para no hacer ruidos y no despertar a mi familia. En mi cuarto, me coloqué encima de la cama con las piernas cruzadas mietras iba poniéndome la camiseta de pijama. Agarré mi móvil y marqué un número...
¡Aténdeme, por favor, aténdeme!

– ¿Floor? ... ¿Dime? – atendió con voz aún ronca, medio dormida          
           
– ¿Por qué no duermes nunca tú?

– Es que... estaba pensando – continué yo.

– ¿En qué vas pensando a las doce de la noche? Nosotros los seres humanos normales dormimos, sabes? – saqué una sonrisa y le contesté divertida

– ¿Y quién te dijo que soy un ser humano normal yo? – Y ambas reímos.

– No te cuelgo solamente porque hoy por la tarde me has dejado desahogarme un poco hablando de tú-sabes-quién contigo... ¡Anda! Cuéntame que te pasa bebé.                                                                                                                                                                                         

– Lo vuestro parece una historia infinita y eso nunca se acabará, pero ya te he dicho como tienes que actuar esta vez.

– Sí, ya sé. No te distraigas que tengo sueño y quiero dormirme, gracias – exclamó con tono divertido aunque estuviese obligándome de verdad a seguir con mi historia.

– Razón. Quería llamarte antes pero no he podido porque he quedado con Roberto para cenar y luego hemos visto una peli, así que acabo de regresar.

– ¿Con Italia te has quedao?

– Y sus colegas – me apuré en añadir – Tonta – y me imaginé la expresión maliciosa que seguro debía de tener en su rostro en aquel instante.                                                                                                                                                                                                     

– ¿Qué insinúes pfff?  Ajajaj A parte le gusta una chica pues...

– Yo no he dicho nada, quería justo saber. Y coméntame que habeis hecho.

– Nada especial, oye te estoy enviando unas fotos si este puto Wi-Fi funcionara.

– Ya han llegado... Has estado también en la Catedral veo... ¡Qué bien! Has dado un buen recorrido junto a Italia eh... Espera Espera ¿qué es esa pancarta tan romántica en el fondo de la tercera foto? ¿Por casualidad se te ha olvidado decirme algo? – Y volvió su voz maliciosa.

– Cállate idiota, es un mural y era el único lugar libre para aparcar, así que aparcamos y nos sacamos simplemente una foto – y me puse a reír por sus insinuaciones sin sentido.

– Cuándo vaya a visitarte quiero que me lo presentes eh

– Y ¿cuándo sería que vendrías a visitarme? A ver.

– No sé pero algún día iré a por ti ¿no crees? 

– Me haría muchísima ilusión, lo sabes. A lo que voy, me han invitado a una fiesta y la verdad es que no sé que hacer. ¡Aconséjame! ¿Voy o no?

– ¿Ya conoces a algunos de los invitados? – Preguntó Jennifer intri-gada por la situación.

– A unos cuantos sí, obvio. Conozco a Roberto por supuesto, a Man-fredi que es el cumpleañero, a Giulia y a sus tres otras coinquilinas que a lo largo de un mes habré visto un par de veces como mucho y ¿a nadie más?

Y así fue... que nos conocimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora