V: Jazmín

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- ¿Jazmííín, me das una mano? Hay que sacar el chocolate derretido del microondas y revolverlo constantemente hasta que todo esté disuelto. No nada, olvídalo, de eso me ocupo yo, no quiero que se vuel-va a espesar - Gritó mi madre al oírme regresar.

- Acaaabo de llegar, mamiii ¡¡Espérate!! - y sintiendo el intenso olor de chocolate cuyo rastro me transportaba contra mi voluntad, como por encanto me encontré en la cocina. Sí, este era el efecto que me hacía el chocolate. - ¿Qué estáis haciendo vosotros dos? - me informé sospechosa.

- Hacemos huevos de Pascua - dijo mi hermanito dando gritos.


¡Uf! Ya estábamos en Semana Santa, se me había olvidado por completo de mi mente. Pero si hacía nada era Navidad y estábamos comiendo uvas y tirándonos de los pelos con mis amigas para abrir los regalos. ¿Cómo era que ya estábamos en Pascua? Me pregunté rápidamente sin contestarme. Buenos, excepto en los Tigers, donde la atmósfera pascual había llegado ya desde hace unos meses.

- Venga, ya que estoy aquí os ayudo - me gustaba que mi madre tratase de mantener vivas las tradiciones, o quizás lo hacía solo para acallar a Henry.

- ¿Qué quieres que haga?

- Enséñale a tu hermano cómo hacer adherir bien el chocolate a las paredes del molde. De pequeña tu también habrás preparados unos miles de estos - y se frotó la mejilla para limpiarse de la mancha de crema que se le había formado. Llevaba una cinta de pelo violeta para ordenar su pelo castaño, cinta que hacía juego con su delantal color lavanda con los bordes blanquecinos.

- Te molesta traerme el aceite? Está allí, al lado de aquellos discos - Me aproximé, agarré el primero de aquellos discos puesto en un estante blanco, poniéndome de puntillas para poder alcanzarlos. Me acerqué, y con un soplo le quité el velo de polvo que lo recubría, enseñando una etiqueta descolorida, ya no muy legible.

- Mamá - chillé para llamar su atención - ¿Sabes qué es eso? - pre-gunté. - Un simple, viejo y polvoriento disco de vinilo de colección ¿Porqué?

- Te equivocas... Es un complejo disco de PVC hecho de monómeros de cloruro de polivinilo ¡Eh! -

- ¿Y cómo te sabes todas estas cosas? - me preguntó ella sorprendida - Me lo ha enseñado Meredith. Parece brujería y en verdad no es nada más simple que química orgánica.

-Luego hemos pasado a las matemáticas hasta que Meredith recibió un mensaje que parece haberla perturbado mucho y se aisló un rato... así que me dediqué a eso - y apunté mi bolsillo, aludiendo a mi móvil. - ¿De qué se trata lo de Mere?

- No, no sé nada, la verdad es que casi se ha puesto a llorar, no quería meterme en sus desgracias, así que me he ocupado simplemente de mis asuntos.

- Oye Jazmín, golpea un poco esos moldes sobre la mesa para asentar el chocolate y llévalos boca arriba a la heladera, luego saca los dos que ya están ahí y aplícale una segunda mano, ó se lo dejas hacer a tu hermano, ya vuelvo. - Se desanudó el delantal, lo arrojó en el respaldo de la silla y se fue un largo rato. En el mismo momento, oí a mi hermana Isabelle y a su novio Tyler regresar a casa parloteando, dejar las llaves en la mesilla de entrada, encender la tele y recostarse en el sofá.

Una vez terminado su trabajo, Henry se fue corriendo hacia la sala de estar y se posicionó de un salto en medio de los dos. Yo, coloqué apresuradamente todas las vajillas sucias en el fregadero, y me dirigí a mi cuarto para controlar mis nuevas cuentas: Facebook, Instagram, Twitter, Whatsapp y todo eso. Aunque ya hubiese pasado un mes desde mi encuentro en el aeropuerto, jamás había perdido la esperanza de volver a encontrarlo, a pesar de que los hados no parecían sonreírme. NO, peor, incluso parecían burlarse de mí, provocándome que lo viera allí donde no estaba. Era por esta razón que había debido parecer como loca o tonta a todos aquellos que erróneamente había confundido con él en estas últimas tres o cuatro semanas. Matías A. Torres. O había sido todo producto de mi sub-consciente o no sé qué, porque resultaba que aquel nombre, en Facebook, correspondiese a una veintena de personas de las cuales solo una argentina, es decir un chico moreno, medio alto con gafas y copete. En fin, no a quien buscaba yo y eso me crispaba los nervios. Pero ya era agua pasada y yo no tenía ninguna intención de tirar la toalla.

Y así fue... que nos conocimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora