IV: Andrés

34 5 0
                                    

- Pero tú ya lo tienes listo, Maxi? - empezó Joan mientras trataba de clavar con fuerza las libretas de Maxi dentro de su mochila. No tenía nunca más de dos cuadernos en su bolso pero de cualquier manera, ese estaba siempre tan lleno de cosas que apenas podía cerrarse.

- En realidad tendría una idea de quien retratar, pero aún nada cierto. André, tú ya habías comenzado el trabajo ¿no? ¿Qué tal sigue?

- Di-vi-no. - y le eché una mano a Joan para cerrar el cierre de la mo-chila.

- Mh-Mh-Mh - resoplaron a este propósito simultáneamente los dos, en perfecta sintonía como solían hacer, riendo por dentro.

- ¿Qué? ¿No me creen? - levanté las cejas como cuando tratás de mostar incredulidad, evitando reírme - Déjenme unas dos horas más de trabajo y estará listo pa' que se lo muestre en todo su esplendor.

Estábamos saliendo de la Academia, recorriendo el mismo viejo pero bien iluminado pasillo de siempre, pasando por el mismo pórtico a cielo abierto con las columnas manchadas de almizcle de siempre, saludando al mismo querubín de bronce o cobre que nos protegía desde lo alto de la misma fuente de siempre, colocada en medio del mismo jardín del porche de... siempre. Sí, porque en Barcelona había encontrado estabilidad, serenidad, y todo lo que me hacía falta. A pesar de los problemas lingüisticos debidos a mi mezcla de argentino-castellano-catalán, después de un mes y medio ahí, me sentía de verdad en mi casa, la de siempre.

- Tranqui, nos fiamos de tí. Eres el mejor en retratos - siguió Joan dejando emerger el tono de sinceridad que lo distinguía cuando hablaba conmigo.

- Huy Pensaba que estabas hablando del trabajo para Martines, igual ¿solo en retratos decís entonces, eh? Ajaj

- Segur que no en modèstia - se metió Zac yendo flechado a lado mío y chocándome voluntariamente con su hombro - i en skate, gilipollas - añadió.
Dí un imperceptible mediopaso hacia atrás y algo salió con increíble espontaneidad de mi boca.

- Tu madre es ... - al pronunciar el "Tu" Maxi, que ya había captado el sentido de mi frase, me paró súbitamente para amonestarme.

- ¿Quééé? Tu madre es..tá llamándote Zac, le estaba diciendo - me justifiqué con lo primero que se me ocurrió.

- ¡¡Vayaa!! Quería decir que no hace falta que insultes a su madre si es él el pendejo en cuestión, dicen que de pequeño se cayó de la trona varias veces.

- Y se habrá golpeado la cabeza muy fuerte al caer - teoricé en fin. Qué bien que los dos compartíamos el mismo desprecio hacia Zac. Y él parecía sentir lo mismo hacia nosotros, sin razón.

- ¡Hombre! calmaos ajajaj - gritó Joan sin ninguna seriedad en su voz y pasándose la mano por su pelo ondulado, bien en orden, que bajo el sol era exactamente del mismo color dorado del trigo. Comparado al suyo, el cabello de Maxi era más parecido a la melena alborotada de un león.

Era el último día antes de las vacaciones de Semana Santa y el profesor de dibujo técnico Martines Serrano nos había dejado la realización de un alzado de la Catedral de Santa Maria del Mar. Tarea bastante ardua para chicos de segundo curso pero de todas maneras en Academia no había ningún novato, motivo por el que las lecciones iban siempre más rápido y las horas de TM (Trabajo Manual en taller) eran siempre más frecuentes y divertidas. Sin embargo no podía reprobar lo que había afirmado Joan antes de que Zac nos interrumpiese con sus provocaciones.
Gracias a la ayuda de mi padre que trabajaba con eso, y des sus programas informáticos de gráficas, volumetría etc, sacaba excelentes notas en mis trabajos de dibujo técnico y él estaba orgulloso de mí, por una vez. Pero al parecer, mis colegas estaban hablando del retrato que nos habían pedido el mes pasado y que deberíamos haber entregado hace 4 días (si alguien se hubiese acordado).
Como nadie había logrado finalizar el treball, ni empezar en ciertos casos, excepcionalmente la profesora nos había concedido retrasar la fecha hasta la vuelta de las vacaciones, así que estábamos todos un poco más aliviados.
Me corrijo, "ellos"estaban, yo tenía uno ya listo para entregar, que había realizado durante la primera semana aquí en Barcelona, cuando todavía, no conociendo a nadie y sin los trabajos de la academia, podía dedicarme con mayor libertad al ocio.

Y así fue... que nos conocimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora