Una foto para mí

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Resaca de los mil demonios ¡A mí y solo a mí, se me ocurre pasarme de copas! Me levantó como puedo de la cama y siento que el mundo se tambalea bajo mis pies. Me voy sosteniendo de la pared como puedo hasta verme en el cuarto de baño y pego un grito solemne ¡Los zombis han venido por mí! Escucho a alguien gritar una maldición y mi cuerpo se pone alerta. Tomo el champú —como si fuera buena idea— y me voy hasta la sala de estar. Samuel se había caído del mueble y ahora se refregaba.

Ve en mi mano el champú y se ríe.

—¿Pensabas atacarme con eso?

—Aunque no lo creas, esto puede dejarte ciego —me defiendo. Lo dejo donde puedo y me siento frente a él tomándome de la cabeza—. ¿A qué hora llegamos?

—Cinco, quizás cuatro, no lo sé.

Aspiro profundo y hago una mueca ¡Iu!

—¡¿Vomité?!

—Sí, bastante ¿Qué tanto tomaste?

Me quejo.

—No lo sé —refunfuño.

El niega y se acomoda la camisa. Esta hecho polvo y no gracias a mí, ¡Ja! Sin embargo dormir en el sofá es quedarse sin hueso. Lo escucho traquear su espalda y cuello y la sensación me gana. Debo salir corriendo al baño.

—¡Hay pastillas para el ratón sobre la mesa, Sam!

No le respondo, tan solo hago un movimiento con la mano ¡Cómo puedo responderle si mi cuerpo está expulsando todo! No quiero que se quede a cuidarme, ya estoy muy grande para esas cosas, así que me enjuago y limpio. Me recuesto del marco y lo veo con la chaqueta en la mano y lo poco bien arreglado que se pudo poner. Si no fueras tan dulce Samuel, juro que me parecería sexy.

—¿Quieres que me quede?

—Eso sonó tan cliché —me rio.

Hace una mueca para contener la risa y ve al suelo.

—Llámame si necesitas algo, no vendré volando pero haré el esfuerzo.

—Está bien —asiento—. Buenas noches.

Cuando veo que se va, regreso a terminar de expulsar lo que mi estómago jamás ha comido ¡No vuelvo a tomar hasta dentro de un mes! Tomo las pastillitas de las que habló Samuel, me preparo una y espero que se disuelva en agua. Busco mi teléfono móvil en mi cartera y, mágicamente, aparecen dos extraños papeles que no había visto antes. Ambos con números y ambos con una pequeña nota: Barman y Jorge ¡¿En qué momento han entrado en mi cartera?!

Me lanzo en la cama viendo la pequeña pantalla del móvil y noto que CaballeroNegro está conectado ¿Este hombre dormirá alguna vez?

MysaLt

—Buenos días, madrugador.

CaballeroNegro

—Buenos días, amore. Son las diez de la mañana. ¿A qué hora te has acostado?

El loco mundo de Samy ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora