EL COMPLOT (CAMREN G!P)

Capítulo 11

Correccional de New York

Dicen que en la cárcel a los proxenetas, violadores y pedófilos, les hacen lo mismo que ellos le hacen a sus víctimas, los prisioneros no tienen clemencia con esa clase de enfermos, se dice también que hay códigos o reglas que seguir allí, si no las acatas terminas colgado (por accidente) o acuchillado por alguno de los reclusos.

Siete nuevos prisioneros eran acompañados por los agentes carcelarios a lo que sería su nuevo hogar, entre ellos estaba Michael Jauregui, vestido con su traje naranja caminaba en fila india detrás de sus nuevos "compañeros" de celda, en el largo pasillo las celdas eran continuas, tanto en el nivel inferior como en el superior, en cada celda podían haber hasta dos reclusos y cada uno de ellos era más peligroso que otro. Mientras caminaba los brazos de los encerrados se estiraban lo más posible para tocar los rostros de "la carne fresca" como les gustaba llamarlos a ellos, silbidos y gritos como "te haré mi mujer" se escuchaba en el largo camino hasta la celda, Mike con su actitud orgullosa caminaba con su mentón en alto sin mirar a su alrededor, lo que él no sabía era que esa soberbia poco le serviría en ese lugar.

Al llegar a la celda y ser encerrado comenzó a detallar el pequeño cubículo donde pasaría el resto de su vida, la habitación era gris, no por la pintura, sino más bien por concreto que vestía las paredes del lugar, tanto en el techo como en algunas zonas, se podían ver prominentes manchas de humedad, a su izquierda había un retrete y un lavabo, pero no había puerta, ni intimidad, se acercó a verlo un poco y la necesidad de vomitar vinieron a él, estaba todo sucio, con manchas que llevarían allí un buen tiempo, frente a él y a su derecha, había una cucheta, con un fino colchón, una frazada y una almohada, eso era todo, la única luz aparte del triste tubo artificial, ingresaba por una pequeña ventana que 60x60 centímetros donde en su exterior estaba recubierta por unas rejas de acero firme.

Mike suspiró resignándose a su destino, lo primero que quería hacer era buscar a su hijo quien se encontraba encerrado en ese mismo recinto, comenzó a caminar y se sentó en el cochón inferior con sus codos apoyados en su rodilla y su manos entrelazadas. Comenzó a pensar y a maldecir a Lauren, todo esto era su culpa, había echado a perder todos sus planes, por ella, había perdido todo, por ella su vida de ahora en adelante se limitaba a la nada. Volvió a suspirar

-¿Quién eres tú? - escuchó una voz proveniente de la parte superior. En un segundo un hombre algo pequeño, con aspecto oriental se colocó frente a él mirándolo expectante.

-Jauregui - se limitó a responder, fijando la vista en el pequeño hombre con rostro inexpresivo.

-Jauregui... Jauregui - el hombre comenzó a caminar por la habitación pensando que ese nombre lo había escuchado en otra oportunidad. - Lo sé - se detuvo y miró a Mike - Te he visto en la televisión del SUM (sala de usos multiples); te encerraron por... - el hombre hizo silencio, sonrió de lado y se volvió a subir a su catre.

Mike no entendió muy bien la actitud del hombre, pero prefirió guardar silencio, no tenía ánimos de hablar ni hacer amistades por el momento, pero en su mente había una pregunta que quería hacer.

-¿Conoces a Chris Jauregui? - Mike se puso de pie y se acercó al hombre, quien estaba leyendo una revista relajado en su colchón, esperando una respuesta.

-¿Te refieres a Christine? - el hombre sonrió de lado mientras Mike fruncía el ceño - está en el nivel superior, en una hora abren las celdas, puedes verlo en el patio si quieres. - Mike se volví a sentar en el colchón.

-Gracias - "Christine" pensó, quizás el hombrecito se confundió, o no esté en sus cabales.

Lejos estaba de la realidad cuando la chicharra anunció la abertura de las celdas y todos los reos comenzaron a caminar en dirección al patio, Mike aprovechó para salir de allí, en el camino todos los vestidos con naranja, lo miraban y sonreían maliciosamente, algunos hasta le guiñaban el ojo.