Me levantó con cero ganas de nada y como si fuera poco, los pelotudos ponen música.
Me baño para sacarme todo ese maquillaje y la resaca que me quedó de la noche y bajo.
Hago saludo general, no pienso saludar a todos los pibes que están en mi casa, y desayuno.
– Sebastián Driussi, gallina sacate esa remera si no queres ser echado —lo miro—.
– Bostera amarga —me muestra el dedo del medio—.
– Remera más fea no puede haber —Leo lo mira y Seba me pone dulce de leche en la cara—.
– No pelotudo —lo miro y me limpio con su remera—. Sirve de trapo.
– Parecida a la tuya —me guiña un ojo—.
– Hoy vamos a ver quien es mejor, tranqui.
– Tu toto va quedar ya sabes como.
– ¿Queres apostar? —pregunto—.
– Dale —acepta—. El que pierde hace fondo de todo lo que haya acá.
– Dale —juntamos las manos—. El pedo que te vas agarrar.
Con Sebastián seguimos peleando por Boca y River, aunque todos sabemos que Boca es el más grande.
[...]
A la hora del partido, todos estamos divididos. Sebastián con su ex camiseta y una bandera horrorosa y yo con la camiseta de Gago.
El primer gol de Boca se lo festejo a Sebastián en la cara y él me mira mal.
El segundo gol del partido, y el primero de River, Sebastián viene en frente mío y me grita el gol.
– Para vos pendeja, para vos —me grita—. Gol del mejor papá.
– Sisi festejen ahora que pueden —le resto importancia—.
– No festejes antes que va pasar o mismo que paso con Lanús —Leo lo señala—.
Al tercer gol, miro a Sebastián riendo y él se tapa la cara con la bandera fea esa que tiene.
– ¿Que paso Driussi? Abandonaron de nuevo papá —lo miro riendo—.
– Callate —me señala—.
El partido termina y Schwartman separa en vasos toda la bebida.
Camino hasta la cocina con Sebastián, el se queda parado y yo me siento en la mesada.
– ¿Es necesario? —pregunta Seba—.
– Si, dale —responde Mati (Kranevitter)—.
– Alto pedo va tener —Cande lo mira—.
– No soy como ustedes, pelotudas —Sebastián nos mira—.
– Sorry él sabe tomar —Gian alza las manos—.
Sebastián termina algo, algo bastante, ebrio; y si, si hizo fondo blanco de todo.
Por más no se toma el agua del florero.
Después de reirme de él, con Cande nos vamos a dormir.
[...]
– ¿Como estamos? —paso mis manos por los hombros de Sebastian—.
– Como nunca.
– ¿Sale partido? —pregunta Emi—.
– No juego ni en pedo con Gian o Lucas, porque los garcas no me pasan la pelota y tampoco con Candela porque pierde, se re calienta y me putea a mi —habla el Tucu—. Y ni en contra de Seba porque no.
– Vas a jugar conmigo mi amor —lo miro—.
– Tampoco con Sofía porque no la banco —lo miro mal—. No mentira, te amo.
Me pongo zapatillas, un short y un top de gimnasia para luego salir al patio y armar la improvisada cancha.
– Te voy a romper el arco —Cande me mira—.
– Y yo la cabeza —sonrió—. Quiero a Seba.
– Leo y Mati.
– Tucu y Lucas —los señaló—.
– Gian —lo señala—.
– Lucho y Emi para mi —los agarró del brazo—.
– Árbitro —Peque levanta la mano—.
– Eh no loco, somos menos —Gian hace montoncito—.
– No se vale —Leo nos mira—.
– Se dice no vale, burro —Seba lo mira y río—.
– Somos menos —Mati se queja—.
– Y si somos impares, bobo —Lucho lo mira y me abraza—.
– ¿Y porque ustedes tienen uno más y no nosotros? —pregunta Gian—.
– Porque somos mejores —responde Seba empujando a Luciano para que él me abrace—.
– Empecemos —habla el Peque—.
Como todos son un desastre en el arco, voy yo y ellos hacen lo que saben.
Ni una pelota llega a mi arco así que me siento en el pasto.
– Roja para Gianluca —miro al Peque desde el arco—.
– Roja —toca el silbato—.
– Eh no, no hice nada —señala a Lucho—. Esta actuando.
– No voy actuar el dolor ahí abajo —grita tirado en el piso—.
– Penal —grita Schwartman—.
– Esa —grita Emi—.
– Patea vos que el de las minas vale doble —Lucas me da la pelota—.
Mientras llegó a su arco, Candela esta hablando con Gian, pateo y la pelota entra al arco.
– ¿Qué? Ni toco que silbato —Cande se queja—.
– Que no, tonta —hago montoncito—.
– Valió doble encima —el Tucu ríe—.
[...]
– Tomen —miro al equipo contrario—.
– Se comieron cuatro —Seba los mira—.
– Como River —habla Lucas—.
– Traidor que sos nene —Seba le pega en la cabeza—.
– Dale gato, dejame pasar —miro a Lucho—.
– Como el cordobés —toce—.
– Raja —lo miro mal—.
– Si te encanta —el Tucu me mira—.
Salgo de bañarme y el Tucu esta hablando por Facetime con su gran amigo.
Paulo Dybala.
– Mira quien esta —el Tucu señala a Sofi. Que hermosa que es—.
– Sacame a ese pelotudo —señala la cámara—.
– Si te encanto —me muerdo el labio inferior—.
– Uh si, no sabes cuanto —hace montoncito—.
– Sabía —me guiña un ojo—.
– Cuando te vea, te juego un torneo en la play —le guiño un ojo—.
– ¿Queres perder de nuevo? —pregunta—. Yo no tengo problema.
– Que no se te suba la victoria a la cabeza, que te deje ganar.
– Me caes tan mal, te odio tanto nene —niega con la cabeza—.
ESTÁS LEYENDO
21 | Paulo Dybala
FanfictionFALTAS DE ORTOGRAFÍAS Y ERRORES EN PROCESO DE CORRECCIÓN. Dónde Paulo se enamora de la hermana de su compañero de selección.