21 | Paulo Dybala

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Luego de unas cuantas horas, los chicos salen del vestuario ya bañados y cambiados.

– No te salude —Lucas corre abrazarme—.

– Bien Lu —lo abrazo sonriendo—.

– Igual estoy enojado, tenías la camiseta y la bandera de Leo —me señala—.

– En el amistoso me pongo la tuya.

– Mejor así —sonríe—.

– Dale que el viejo se duerme —grita Masche señalando a Zabaleta—.

– No me importa lo que digan esos putos periodistas la puta que lo pario —unos cuantos salen cantando y gritando—.

– Uh siguen —Lucas mira al cielo—.

– Local o visitante yo te vengo a ver, ni la muerte nos va separar —Ezequiel salta—. Desde el cielo te voy alentar.

– Que paso con el fantasma del descenso, que paso con las gallinas y San Lorenzo.

– Uh no, ya la cagaste —Rigoni me mira negando—.

Los jugadores suben al micro y yo a un auto.

Al llegar al hotel, todos agarramos nuestras valijas y bajamos a recepción.

– Los que se van a Europa fila acá —habla Sampaoli—.

– Los que vuelven a Argentina acá.

– Brasil —miro el celular—.

– ¿Te vas a Brasil? —Ezequiel me mira—.

– No, joda —lo miro poniéndome la capucha de la campera—.

[...]

– Sofía agarralo —grita Masche, desde la otro punta del avión, mostrandome el celular—.

– No boludo —lo miro—.

Rigoni me pasa el celular sonriendo.

– ¿Qué te sonríe? —pregunta Paulo—.

– Qué se yo —alzó los hombros—. ¿Celoso?

– Ni ahí —niega—.

– Ah se gastaron toda la memoria —miro el celular—.

– Ese toto Papu —Paulo ríe—.

– Me dijiste que lo robaste bobo —lo mira riendo—.

– A las minas les va encantar estas fotos —sonrío—.

– Pasalas al grupo —el Tucu me mira—.

– Hay altos packs de Dybala boluda —el Kun me mira—. Fijate.

– Mira la cara que puso —Mauro me señala riendo—.

– Che, chicos que onda —miro el celular—. Tengo más nudes que no se.

– Vendelas —Wanda me mira—.

– Estaría —asiento-.

– Dale Sofía, movete —el Papu me mira—.

– Dale Papu dance —lo miro y él baila—.

– Esa —Paulo lo mira riendo—.

Me siento al lado de la ventanilla y Paulo a mi lado.

La mayoría duerme la gran parte del viaje.

[...]

En Barcelona bajo del avión con el gorro de la campera puesta y con una cara de dormida terrible.