XIV

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Saludos. Por fin les traigo la actualización. Me demoro mucho porque no tengo mucho tiempo para escribir. Además esta parte me ha costado mucho trabajar. Es que... bueno, ya verán porque.

Espero les agrade y no se olviden de comentar para ver que les pareció.

Estoy soñando

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Estoy soñando. Esto es un mal sueño. ¡Tiene que ser un maldito sueño!

La puerta abierta de par en par, la lámpara de la sala aun encendida. Debe ser parte de alguna pesadilla que estoy viviendo, porque no puede ser real.

—¡Responde! ¿Qué haces aquí?

Tengo que bajar el arma. Se me puede escapar un tiro...El cañón le apunta directamente y...

No consigo una respuesta. Sólo una mirada extrañada de la aparición que tengo en frente. La paciencia se me agota, quiero que reaccione de una vez.

--¡Maldita sea! Respóndeme Miles. ¿Qué haces aquí?

Tiene que ser un sueño de esos en los que cuando despierte, voy a tener una erección del carajo.

Miles está en mi departamento, vestido apenas con una camisa blanca. No ha dicho ni una palabra, tan sólo me mira con esa expresión propia de mis sueños húmedos.

Resulta hasta gracioso que, en mis ensoñaciones, Miles mantenga el pico cerrado. No necesita hablar, su cuerpo se encarga de decirme lo que quiero escuchar.

—¡Te pude haber disparado! —y es cierto. Así que por fin dejo de apuntarlo. —¿Qué haces aquí? ¿Por qué volviste?

A Miles parece no importarle lo que le digo, eso no es novedad. No me responde con palabras, su cuerpo lo hace por él.

Dejo que se me acerque y la prenda que lo cubre apenas, se queda en el camino. Estamos en igualdad de condiciones. Ambos desnudos en medio de mi sala y tenemos en mente lo mismo.

Mis brazos aprisionan al sueño húmedo que tengo delante. No se me va a escapar en esta oportunidad. Miles se enreda en mi cuerpo y su boca encuentra la mía.

Extrañé mucho todo esto. El olor de Miles que invade y avasalla mis sentidos. Su cuerpo sedoso frotándose contra el mío, el modo como renuente se entrega al placer cuando estamos juntos.

Estoy soñando y no quiero despertar todavía. No en la mejor parte cuando mis manos recorren su espalda hasta encontrar la redonda firmeza de sus nalgas. Apenas si las tengo entre mis palmas, el cuerpo de Miles reacciona. Se impulsa y de pronto sus piernas largas rodean mi cintura.

Sin dejar de besarlo intento buscar apoyo tras en una pared. Necesito contenerlo para seguir devorándolo de a pocos.

El aroma que despide Miles embarga. Es lo único que quiero respirar por el resto de mi vida. Está en pleno celo... y hace que mi cuerpo pierda el control.

Corpóreo y mundanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora