capitulo 6

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Los preparativos de la boda comenzaron a mediados del mes de enero, la boda estaba por los cielos, se iba a hacer cerca de la casa secreta de mi padre, en un restaurante casi en la cima de la mini montaña en la que reposaba la ciudad de Santa Victoria, era el lugar de eventos más caro, en el salón principal había un candelabro gigante, se dice que está hecho de 5000 cristales, las escales se unen una de la derecha y una de izquierda para formar una sola, muy al estilo de la bella y la bestia, y el techo está hecho de vidrio, de noche se pude apreciar todas las estrellas.

El 20 enero era el cumpleaños de Lizzey, y ese día también teníamos ensayo de la boda, yo como padrino tenia que estar presente. Según lo que investigó Santiago el padrino es la persona de su grupo de amigos y familiares más importante y aporta algo a la boda, entonces opte por regalarles los anillos de boda. En el ensayo tenía que decir unas palabras, de las cuales no tenía ni idea, así que no dije nada. Terminado el ensayo fuimos a comer, la mejor amiga de Lizzey, Tammy, los novios y yo. Llevamos a Lizzey a un buen restaurante, donde servían comida italiana, tailandesa, colombiana, y mexicana. Yo opte por comida mexicana, habían unas tortas que parecían comida de dioses, Lizzey y Tammy pidieron comida italiana, mientras que Santiago pidió comida tailandesa. Lo que llevaron primero fue la comida italiana, Santiago y yo nos quedamos un rato esperando sin comer. Pasados 10 minutos, el joven mesero llegó y dijo:

- Acaban  de informarme que por el momento tortas de res no tenemos porque aún no han traído la carne de res que ordenamos. Pero los camarones en crema de ajo y cilantro ya se los traeremos- dijo, ahora dirigiéndose a Santiago- No se si le gustaría ordenar algo más.

- No, gracias así estoy bien- le respondí, por que la verdad no importaba que no la tuvieran me podía quedar sin comer y no me gustaba nada más de la carta de menú.

- Entonces yo no quiero los camarones- dijo Santiago.

- Pero los camarones ya estan- dijo el mesero.

- Si pero si no come él no comeré yo tampoco- dijo Santiago. Siempre me trataban todos como el menor, ya que lo era. Siempre trataban de cuidarme

- Está bien- dije- puedo comer otra cosa.

- Está bien así, yo no comeré- dijo Santiago ignorando lo que había dicho antes.

El mesero asintió y se fue, luego me fijé que estaba siendo regañado por los 3  mánager en turno y me sentí de los peor. Siempre juzgo y odio a las personas con mucho poder económico, las cuales ven de menos a las personas como ese mesero que se tratan de ganar la vida, con un empleo pesado y mal pagado. Mis ganas de vivir una vida normal salieron de nuevo. Para mi tenmer todo lo que deseaba no era normal. Tener que elegir si un Audio o un Lambo no era normal. Y me puse a pensar si el joven perdía su empleo por culpa de Santiago y mía. Me sentí la peor persona en la faz de la tierra, y se lo hice notar a Santiago quien recapacitó y también se sintió mal. Momentos después el mesero regreso y dijo:

- Me dicen que si ustedes gustan se puede hacer la torta ya que si había carne el problema es que estaba congelada. Perdón, el mesero no me había informado.

Yo en cuanto escuché asentí, yo no quería que lo despidieran

- Y si gustan- continuo diciendo- les puedo traer los camarones.

Santiago dijo "si" antes de que el joven terminará, aunque no era más joven que yo, a lo mejor de mí edad pero no corría comn la suerte de tener un padre ricachon, y me puse en su lugar, sería algo pesado que por culpa de una torta te regañen tus jefes, pero al menos el tenía una vida real, y no vivía atrapado en una ciudad de LEGO con una vida de muñeca Barbie. El joven se retiró y volvió con nuestra comida, yo mi siquiera la disfrute pensando en que el pobre pudo haber perdido su trabajo por culpa nuestra. Al momento de irnos la mánager se acercó y nos pidió disculpas por el caso. Todos le dijeron que no había problemas y que el joven nos había atendido bien. Al momento de salir, me detuve y le di una propina al joven por su amabilidad y por aguantar todo lo que hicimos. Llegué a mi casa y me segui sintiendo mal por lo sucedido.

Le conté lo sucedido a mis padres y me regañaron porque no sabía si el iba a perder su trabajo y ellos nunca me enseñaron eso. Luego de un rato se silencio mi madre dijo:

- hay algo que queremos decirte.

- los escucho, hablen.

- No te gustará y lo sentimos.

- Ya no se andén con rodeos.

- Es que... Tu padre y yo... No podremos...

- No podrán... ¿ Qué?- pregunté, se me hacía que era algo muy malo. La última vez que los escuche así de nerviosos y que no encontraban las palabras fue el día que mi perro, Pepper, fue atropellado. Y se pusieron nervioso porque mi padre le pasó encima al salir a trabajar y mi madre también, por eso se dio cuenta, y a todo esto yo aún seguía en la escuela.

- No podremos asistir a la boda de tu mejor amigo- dijeron al fin.


La historia del millonario que queria vivir como pobreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora