Septiembre 1995, España
Comencé a notar el cansancio de mi alma, mientras observaba el agua caer lentamente desde la ventana de aquella fría habitación. Tenía miedo, no podía pensar con claridad desde aquella noticia, realmente el destino estaba en contra mía, me llevaba al vacío otra vez, después de mucho tiempo tenía que afrontar mis miedos y dejar de ser cobarde por una vez, aunque cueste pero había que tomar una decisión sobre todo cuando se trata de una vida, no podía arreglar esto por mi sola, necesitaba ayuda.
Me levanté de esa pesada silla cogiendo mi abrigo y saliendo de ese lugar denominado hospital, solté un gran suspiro al respirar el aire de fuera mientras me dirigía hacia un taxi para llegar a mi casa y pensar mucho antes de hacer cualquier tontería, mientras el taxi se movía sentía un nudo en la garganta que estaba a punto de explotar, llevaba aguantando esas mareas de lágrimas, desde que, el médico habló y no pude más, realmente calleron como si mi cuerpo no tuviera ningún control sobre mi, esa sensación era tan extraña y dolía tanto recibir una noticia de esa manera.
"Señorita, perdona que me entrometa pero usted es demasiado joven para llorar." El taxista me echó una mirada desde el espejo del coche, sintiéndome más impotente, dado que, un desconocido notó mi dolor antes que las personas con las que convivía.
"No se preocupe, ya se me pasará." Le dediqué una falsa sonrisa mientras me aguantaba todo para cuando estuviera sola y explotar.
"Estos muchachos de hoy en día no valen la pena, en mi época los hombres hacíamos llorar a las mujeres de felicidad regalando amor de verdad, y no utilizando a las chicas como hoy en día. Realmente es una lástima ver a gente joven sufrir así, sobre todo a las niñas como tú, guapísimas que merecen sólo amor. " Me quede impresionada con sus palabras, ya que, ni siquiera sabía la razón de porque salieron esas lágrimas ni de mi dolor, es comprensible que pensará eso, ¿qué otros problemas tendría una chica adolescente, que no sea un desamor?
" No todo el mundo nació para ser amado ni tampoco para amar, aunque, eso no es en mi caso por suerte tengo alguien a mi lado al que quiero mucho y él me quiere igual o incluso más, pero no todas las lágrimas pueden ser de amor." Dije eso último, volviendo a sentir ese nudo en mi garganta. Pero tendría que ser fuerte y aguantar, esto no es nada con lo que tendría que soportar después.
"Me alegro que tengas a alguien que te quiera eso es lo que mereces, tú y todas las personas nacimos para ser amadas y para amar. Pero esas lágrimas espero que no sean nada grave y recuerda que todo tiene solución." Me sonrió guiñandome un ojo, mientras aparcaba el coche en frente de mi casa.
" Gracias por todo, fue un placer hablar con usted. " Le dije mientras le entregaba el dinero dejándole propina a parte.
" Gracias a ti, espero que te vaya bien y si nos volvemos a ver quiero ver tú sonrisa más brillante que la luz del sol. Hasta pronto niña, cuídate. " Me sonrió mientras salía, viendo como se alejaba el coche, hasta que, ya no se veía.
Después de estar un rato pensando, alcé la mirada encontrándome con aquella puerta enorme que daba a la entrada de una casa que cualquiera podría desear y admirar. Di un largo suspiro mirando hacía el cielo, pidiéndo ayuda para enfrentar mi mayor miedo. Tenía memorizado los pasos que había para llegar hasta la entrada, trece pasos y trece disparos recibía mi cuerpo cada vez que me acercaba.
Conocía perfectamente a mis padres eran aquellos que cualquier joven adolescente podría desear, visto que, vienen de un rango adinerado, casas grandes, empresa y poco interés en mostrar hacia sus hijos, así que, podrías fácilmente salir por la noche de fiesta y que no lo notarán porque la mayoría del año se pasaban viajando, haciendo negocios. Muy pocas veces había tenido una conversación sobre como me sentía o que es lo que deseaba, a consecuencia de que, no les interesa para nada.
Lo único que quieren es una buena reputación y que siga sus pasos, ya que, alguien tendría que quedarse a cargo con sus negocios cuando se murieran. s
Siendo hija única la cosa era difícil, debido a que, crecí la mayoría del tiempo sola, en realidad nunca supe que era sentir el cariño de tus padres o que se preocupen por un simple resfriado que hayas tenido, nunca supe como se sentía eso, pero, a medida que, pasaba el tiempo me fui acostumbrando y no me hacían falta.
En mi fecha de cumpleaños me encontraba con regalos costosos y de gran valor, pero sin su presencia, por lo menos hasta que tuve 12 años, siempre junto al regalo había una pequeña carta, hasta que, ya no tenían tiempo de hacer la carta y sólo me encontraba con el regalo, como si yo no valiera nada.
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∆You Only Live Once∆
Ficção Adolescente¿Qué pasaría si pierdes todo, incluso hasta tú propia personalidad? Vivir en soledad no es malo, lo malo es cuando necesitas depender de alguien, pero ese alguien no existe. Toda tú vida se ha basado en mentiras, qué al final, decidiste ser la más...