Capítulo 4: "El clan"

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Había alrededor de cincuenta personas, divididas en tres mesas grandes y alargadas. Dos lugares estaban vacíos, Rafaél estaba en medio de los dos; me invito a sentarme a su izquierda y me acomode saludando con una reverencia a todos los ahí presentes.

La mujer sentada frente a mí me miraba fijamente con intensidad.

-¿Acaso te preguntas quien ocupa el lugar derecho de Rafaél que se encuentra vacío?- me pregunto sin ninguna timidez.

-Pues... sí.

La mujer sonrió, un brillo ilumino más sus claros ojos azules y levantándose de un salto grito desde su lugar "¡Lo logre!"; todos aplaudieron y hasta Rafaél se levanto a aplaudirle, cuando todos volvieron a sus lugares la mujer se inclino para decirme un poco más cerca de mi oído.

-Hace dos años estaba intentando un hechizo de telepatía y hoy por fin lo domine, lamento que hayas sido mi rata de laboratorio y si te asuste, es que aquí eras la única que no sabia y no me mentirías.

-Descuide- le dije curvando mis labios en una simple y pequeña sonrisa -me alegro mucho de su logro.

-Gracias Celaena. Mi nombre es Carmen.

-Mi nombre es Selena, no Celaena.

-Ya entenderás todo pequeña, no te aflijas.

Rafaél dejo de hablar con los demás sentados en la mesa y me miro sonriendo.

-Al nacer una bruja se le da un nombre humano que utilizara en su vida de escondite si decide vivir entre los mortales o si es desterrada allí. Tu nombre de mortal es Selena, tu nombre de bruja es Celaena, ¿Entiendes? Tu madre, Rachel, eligió esos nombres para ti y por eso aquí eres Celaena, aprenderás más con el paso del tiempo. Ahora vives en este clan, con todos nosotros, nos cuidamos entre todos para sobrevivir, somos como una familia y ahora perteneces a ella.

-Entiendo... ¿Puedes contarme más de Rachel y del hada?

-Al terminar la cena, iremos a la biblioteca y lo veras tu misma toda la historia ¿De acuerdo?

-De acuerdo.

Unos haraposos sirvientes pusieron comida y bebida en las mesas gigantes con agilidad y rapidez, todos dieron un fuerte grito de "Gracias" y empezaron a comer. Había muchas personas, todas diferentes, tenían peinados raros y locos, de muchos colores diferentes, las ropas eran llamativas, algunas muy formadas como con figuras geométricas en ellas.

-¿Por qué los sirvientes visten tan mal?- le pregunte a Rafaél en un susurro.

-Son demoníacos, como tu mascota Tyler, no están a nuestra altura para vestir como nosotros.

-Me parece un poco cruel, tratarlos de mascotas, son como nosotros.

Y cuando dije eso todo el salón hizo silencio. No entendía el por qué todos me miraban así, no había dicho nada malo, solo me parecía cruel que fueran así con los demás por el simple hecho de ser diferentes o de otra raza.

-Escucha pequeña, todos entendemos que esto es muy nuevo para ti, pero hay reglas. Los demoníacos son inferiores a nosotros, siempre fue así, ellos son seres de la oscuridad y nosotros del bien, esta en su sangre y genes ser así. 

-¿Y que los hizo inferiores?

-Bueno- dijo Rafaél levantándose de su silla -dejemos que todos puedan terminar su cena, ven conmigo a la biblioteca.

Hice lo que me pidió y lo seguí por otro largo pasillo, este en cambio no tenia cuadros de personas, solo dibujos que parecían de niños pequeños, incomprensibles y de muchos colores.

El extraño sueño de SelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora