Capítulo 7: "Leonardo"

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- ¿Siempre tenes todo tan planeado?

- No, lo que te voy a contar ahora es nuevo y se va de mis manos, pero debes intentar dar tu mejor esfuerzo.

- De acuerdo...

- Te presentaré a unas compañeras muy bellas que estarán encantadas de enseñarte nuestro idioma. Ellas son Cecilia y Federica, monjas de este templo que acompañan y atienden a nuestros ancianos. Llevan aqui más años de los que puedas imaginar y se ofrecieron a esconderte y enseñarte griego, para que te comuniques más con este mundo.

Dos señoras muy ancianas estaban a cada lado de Rafaél sonriendo mientras él hablaba sobre ellas, parecian muy buenas, con ojos tiernos y sonrisas arrugadas.
Yo ya habia sido hechizada por Isidora, pero tal vez eso enojaría a Rafaél y decepcionaria a las monjitas, asi que solo sonreí y asentí con cordialidad.

- Te preparamos una comida deliciosa y caliente, para que tomes fuerzas, se vienen tiempos duros - me dijo una de ellas y me senti como en mi casa.

Mi casa que no era mi casa, con mi madre, que no era mi madre, con la escuela, que al fin y al cabo era una perdida de tiempo. Y con Karla, no tenia otra Karla, ella era la única cosa real que me quedaba alla, en ese mundo que ya no sabia hasta donde era mi mundo.

Mientras comia con las monjitas, escuchaba como murmuraba Rafaél con un hombre alto y fornido en el pasillo del templo, muy misteriosos, me espiaban cada tanto y volvian a su conversacion. Ya me estaban haciendo sentir incómoda cuando se acercaron y él lo presento.

- Él es Leonardo, un guerrero de los más fieles de mis tropas y se ha comprometido a dejar todo su tiempo en entrenarte para tu propia defensa, por si lo necesitas alguna vez. Sera como ir a un gimnasio en tu vida humana, pero con hechizos y encantamientos sumados a lo físico.

- Encantada...

Los ojos le brillaron, como si hubiera visto un diamante, y me sonrió.

- El gusto es mio, princesa.

- ¿Princesa?

- Eres mi hija - empezó a explicar Rafaél con voz divertida - como por ahora vengo a representar la maxima autoridad entre los magos, soy como un "rey" y eso nos lleva a que eres una "princesa".

- Claro... entiendo.

- Entonces, ya te he presentado con quienes conviviras al menos una semana, yo me voy a terminar los preparativos y arreglar algubos asuntos, mientras tú me prometes cuidarte y comportarte.

- De acuerdo.

- Adios hija.

- Adios.

Segui comiendo la deliciosa comida que habia preparado las monjitas y observe como Leonardo se quedo parado a un lado de la mesa, mirandome con mucha atención. Era un bello hombre, realmente muy bello, me recordaba a Tyler, por sus ojos claros y su cabello tan brillante. Pensar en Tyler me entristecio, desde el golpe con la careta que no lo veia, y desde antes de eso que no se nada de él, cómo esta o si esta herido.

Estoy segura que mi gesto cambio al pensar en Tyler porque las monjitas me empezaron a preguntae si mi mala cara era debido a la comida o a un malestar. Fueron muy dulces y protectoras al tomarme la presión y la fiebre, para sacarse la duda de que estuviera mal.

Leonardo me seguia observando silencioso.

- ¿Por qué me miras? - le pregunte ya indignada e incomoda.

- Te analizo, ¿Molesto?

- No, no, sientate.

Obedecio como un buen niño y se sentó a mi lado, sin sacarme un ojo de encima en ningun segundo.

- ¿Eres mi entrenador o guarda espaldas?

- Podria decirse que ambas.

- Cuentame de ti, tu veras mi día a día aqui y debes saber ya mucho de mí, asi que hablame de ti.

- No hay mucho que decir, soy medio mago y medio demoniaco, una especie rara que no aguantan muchos embarazos. Por eso tu padre me eligió, por ser un ser especial.

- Interesante.

- No se si tanto, hay seres más raros, como tú, que no deberias de existir.

- ¿Acaso estas con el enemigo y haces de agente secreto?

- Claro que no, yo no pienso así, pero poco menos de la mitad de este mundo asi lo cree. Eres algo sin explicación lógica, algo que debe ser destruído porque no saben como manejarlo, no tienen el control y eso, da miedo hasta al más poderoso.

- Y ¿Qué es lo que me vas a enseñar?

- A como defenderte en caso de que te encuentres sola.

De la nada, se escucha un fuerte golpe y una brisa entra hasta donde nos encontrabamos, se escuchan gritos y como las monjitas se encerraban en sus habitaciones. Entonces Leonardo me tomo de la cintura y cargandome en su hombro como si mi peso fuera el de una pluma, corrió hacia la dirección contraria, protegiendome con sus enormes manos.

No me sentia desprotegida, porque parecia saber lo que hacia y a donde iba.

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2020 ⏰

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