La alarma suena como de costumbre y tiro todo del buró, parece que el golpe no ha ayudado a que esta dejara de sonar, así que golpeo el colchón con la palma de mis manos y apreto los ojos con ira. Quito con enojo la colcha de sobre mi cuerpo y me bajo de la cama. Atrapo el metal que se revolcaba por todo el suelo, busco el lugar de donde pueda sacar las baterías y por fin deja de molestarme con su ruido.
Sacudo mi cabello, dejo salir un resoplido, camino descalzo por mi habitación. Y llevo la mirada reposada a lo lejos sobre el calendario, camino hasta él y destapo el bolígrafo que había dejado colgando de él con una delgada cuerda.
Una gran X se reposa sobre el número treinta de mayo. Hoy ha pasado un mes desde que me fui de casa, treinta noches en las que he tenido que dormir envuelto por la soledad y arrullado por el silencio. Treinta mañanas que no escucho los gritos y brincos de Camilla sobre mi cama para hacerme levantar, treinta tardes que he tenido que almorzar con mi sola presencia, treinta levantadas sin un buenos días. Han sido treinta largos días...
Me doy una corta ducha, mientras dejo preparando algo de café. Salgo del cuarto de baño con la tolla envuelta por mi cintura, cuando escucho sonar la cafetera, camino descalzo por el apartamento. Sirvo un poco del líquido negro en una taza, camino al ventanal y parece que él día estará algo soleado. Le doy un par de sorbos al café y este se acaba. Camino de nuevo a la habitación, las maletas no han sido desempacadas, así que busco algo rápido para poder planchar.
***
Ya todos estaban en la sala de juntas, el tráfico estaba más pesado de lo normal y no me dio el tiempo necesario para llegar temprano.
—Buenos días... —Ocupo la única silla disponible alrededor de la mesa.
—Buenos días señor Clayton, ha estado muy pesada la noche pillin, —Dibuja su típica sonrisa Samir. —que no lo ha dejado llegar temprano. —Desabrocho mi saco. —Le daré un par de tips para que saque más temprano a las mujeres de su cama.
—Deja las estupideces para otro momento. —Dice Ana maría, la abogada penalista más prestigiada de nuestra firma. —Deberías coger responsabilidades, ya no estás para estar hablando de estas cosas.
— ¿Quieres que lo haga contigo? —Suelta Samir como de costumbre sus comentarios con doble sentido, pero al final todos los que lo pueden conocer, saber que en sus planes no está el amor y mucho menos tomar responsabilidades con una chica en su vida.
Ana maría no es la típica mujer que se le van diciendo este típico de comentarios.
— ¡En tus sueños! —Ana María se remueve en su silla y lleva la mirada a su carpeta.
—Pues digo, me refiero a coger responsabilidades contigo.
Todos soltamos una carcajada, era más que claro que Samir no se refería a eso.
—Bueno, dejemos las situaciones amorosas para otro momento. —Habla la voz de la sabiduría de esta firma, esa mujer que lleva el máximo mando en esta empresa. —Señores, espero al medio día la carpeta con los archivos de los casos que ya han sido cerrados este mes por cada uno de ustedes. Ana María, ¿cómo va el caso de la señorita Davalos?
—Pues Guillen, ya mañana el juez dictará sentencia. —Pasa un par de páginas a su carpeta. —Pues para haber asesinado a su marido mientras dormía, he logrado que le bajaran un par de años a su sentencia.
Estás juntas son algo pesadas y a veces ligeras, porque aquí contamos los casos que hemos estado llevando cada uno, recibimos consejos de nuestros colegas y no faltan los chistes que van y vienen para aligerar los ánimos con los que tenemos que lidiar todos los días.
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Razones Para Enamorarnos
RomanceCreí que no necesitaba razones para enamorarnos, tan solo lo hice. Y es que todo desde el inicio ha sido sobre razones y eso es realmente bueno, porque significa que algún día encontraré a alguien a quien no tenga que decirle adiós , pero una parte...