Aún recuerdo haberla amado,
Recuerdo cada sonrisa suya,
Recuerdo aún cómo me ilusioné con sus besos y el cómo sus manos me recorrían.
Su cuerpo se sentía como el cielo y sus besos como un infierno, su simple tacto me hacía delirar.
Me encuentro perdida en su mirada, esos ojos avellanas que me tienen en desconcierto.
Que se apiaden de mí, este triste alma que se ha declarado esclava de su ser.
Que se apiaden de mí, esta pobre mujer que cayó bajo los encantos de una hermosa dama de ondulados cabellos.